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Morelos es un estado rico en historia, tradición y con una pródiga vida cultural; además, se ha consolidado como cuna del quehacer científico y de la innovación tecnológica. Actualmente, la entidad cuenta con más de 2 mil investigadores registrados en el Sistema Estatal, reflejo de su destacado potencial en este ámbito.

El estado ocupa la quinta posición a nivel nacional en el índice de capacidades científicas y tecnológicas, sobresaliendo en áreas como personal docente e investigador, así como productividad científica e innovadora. Esto es resultado de la labor de 42 centros e institutos de investigación, tres laboratorios nacionales, más de 340 líneas de investigación activas y siete oficinas de transferencia tecnológica certificadas, según datos obtenidos del sistema de transparencia estatal.

En términos de investigación per cápita, Morelos es reconocido por tener la mayor densidad de investigadores en el país, con aproximadamente 55 investigadores por cada 100 mil habitantes.

Sin embargo, a pesar de estas fortalezas, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el estado atraviesa una situación crítica. En entrevista con La Jornada Morelos, Brenda Valderrama, investigadora en Biomedicina y extitular de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de Morelos (2012-2018), destacó los principales desafíos que enfrenta la comunidad científica, así como las carencias estructurales que han obstaculizado el progreso en los últimos años.

El estado actual de la ciencia en Morelos

Valderrama divide su evaluación de la situación de la ciencia en dos aspectos: el trabajo en los centros de investigación y la política estatal en ciencia y tecnología. Señala que en los seis años de la administración de Cuauhtémoc Blanco, no se recibieron apoyos estatales, se anularon subsidios y las convocatorias fueron esporádicas y mal diseñadas: “En realidad no ha habido un apoyo sistemático, las instituciones, los centros y las investigaciones han estado trabajando con recursos propios, con recursos nacionales o con recursos internacionales. Prácticamente no se han recibido recursos estatales desde hace varios años”.

Además, el Sistema Estatal de Investigadores se suspendió en 2018, incumpliendo la ley; y las actividades relacionadas con el emprendimiento tecnológico también se vieron canceladas, dejando a los investigadores trabajando con recursos muy limitados.

Esta situación, ha obligado a la comunidad científica a buscar otras fuentes de financiamiento para mantener sus proyectos. “Sin embargo, estas medidas creativas que hemos encontrado no alcanzan para compensar la pérdida. El déficit sigue creciendo, yo diría que no hay avances significativos”, explica la investigadora.

Otro de los problemas graves que señala Valderrama es el descenso en la matrícula de jóvenes interesados en carreras científicas y tecnológicas. Este fenómeno amenaza con desencadenar una crisis a mediano plazo, ya que la falta de nuevas generaciones comprometidas con estas áreas limitará aún más el desarrollo del estado.

Mejora la comunicación, falta estructurarla

La llegada de la nueva administración estatal el año pasado ha generado incertidumbre en la comunidad científica. Para Valderrama, aún es muy pronto para emitir alguna opinión sobre la administración actual. Aunque existe comunicación institucional entre rectores, directores y colegios de profesionistas, para Valderrama hace falta un vínculo estructurado: “Esta comunicación se limita a encuentros muy personales. No hay un consejo estatal que convoque reuniones periódicas para discutir proyectos ni un modelo de gobernanza que permita la participación de la comunidad científica en la toma de decisiones”.

A nivel federal, el panorama tampoco es alentador. Comenta que recientemente, la Secretaría de Ciencia y Tecnología enfrentó un recorte presupuestal de casi 2 mil millones de pesos, lo que limita aún más las posibilidades de financiamiento: “El presupuesto viene muy desequilibrado, lo cual nos deja prácticamente sin recursos para generar conocimiento”, puntualiza.

La reconstrucción del sector

Para revertir esta situación, Valderrama subrayó la importancia de implementar programas que promuevan el interés por el fascinante mundo de la investigación desde edades tempranas, reactivando actividades como las olimpiadas de ciencia: “Tenemos que reactivar el fomento de vocaciones científicas, desde hace más de seis años se suspendieron los financiamientos y muchos jóvenes vieron cortadas sus carreras por no contar con el apoyo para seguir avanzando desde el punto de vista económico”. También destacó la necesidad de retener el talento local, ya que muchos jóvenes egresados se ven obligados a emigrar en busca de mejores oportunidades: “En ese sentido Morelos es un estado profundamente tercermundista, porque no traemos capital y perdemos talento”, expresa la investigadora.

Pese a las adversidades, Morelos sigue siendo un referente nacional en ciencia y tecnología, este prestigio se ha mantenido gracias a las instituciones y academias, a pesar del abandono estatal declara Valderrama. Finalmente evidenció que, para un desarrollo integral en materia de ciencia y tecnología, el Estado debe confiar y valorar el papel de la ciencia en la sociedad: “Hay ejemplos nacionales como Jalisco, Nuevo León y Yucatán, donde gobiernos locales han apostado por la ciencia como motor de desarrollo económico y social, Morelos tiene ese potencial”

El desafío que enfrentamos es claro: pasar de ser un estado que descuida sus cualidades científicas a convertirse en un modelo de referencia para el país. Pero para ello, es imprescindible un cambio de rumbo que priorice el conocimiento y la innovación como pilares del desarrollo.

Jazmin Aguilar