Sobre el Colegio de Morelos
La realidad de mi experiencia en El Colegio de Morelos
Mi llegada a El Colegio de Morelos en junio de 2022 fue con la esperanza de contribuir al desarrollo académico de la institución, sin imaginar que enfrentaría una serie de irregularidades, abusos de poder y un ambiente laboral hostil. A continuación, expongo los hechos que derivaron en un despido injustificado y una denuncia sin fundamento en mi contra, con el fin de alertar sobre la falta de ética en la administración de este centro educativo.
Desde el inicio de mi labor como profesora-investigadora, enfrenté desafíos significativos. A pesar de ser contratada bajo un esquema de honorarios, me asignaron responsabilidades propias de una plaza de tiempo completo. En agosto de 2022, fui testigo de la exclusión arbitraria de colegas, como la Dra. Lorena N., y del trato intimidatorio que recibió la Dra. Marta N., lo que finalmente la llevó a renunciar tras una reunión humillante y agresiva con miembros de la institución. Esta situación creó un ambiente tenso y de constante acoso laboral, que se intensificó en los meses siguientes.
Durante mi tiempo en El Colegio de Morelos, fui testigo de cómo se privilegiaban los intereses personales de algunos directivos sobre el trabajo académico. En agosto, el Dr. Héctor Esteban Rubí Tapia se autodesignó asesor del rector, comenzando a ejercer una presión indebida sobre mí y otros colegas. Llegó a insinuar que debía realizar investigaciones que él luego publicaría bajo su nombre, a lo cual me negué rotundamente. Esta negativa resultó en una serie de exclusiones y actitudes hostiles hacia mi persona.
En enero de 2023, la situación se volvió insostenible. Fui notificada con tan solo dos días de anticipación sobre cambios en los programas de docencia, lo que dificultó la preparación adecuada de las materias asignadas (10 materias presenciales y en línea, incluidas sesiones en sábados de 8 de la mañana a 6 de la tarde). Aun así, intenté colaborar ofreciendo los programas que ya había elaborado, pero la respuesta fue desalentadora. Finalmente, el lunes 16 de enero, el titular del área jurídica, Jorge Alberto Vázquez González, y el contralor, Federico Guillermo Espinosa Camacho, irrumpieron en mi cubículo sin previo aviso. Alegaron falsamente que había tenido altercados con el personal, y me informaron que mi relación laboral con El Colegio de Morelos había terminado, sin ninguna justificación formal ni documentación oficial. Esta acción, claramente intimidatoria, fue acompañada de provocaciones de parte del abogado y de la vigilancia del contralor, quien me impidió moverme libremente por las instalaciones.
El 18 de enero, volví a la institución con un acompañante, esperando una explicación formal sobre mi despido. Sin embargo, la respuesta fue aún más desconcertante: la licenciada Samantha Delgado, del área jurídica, me recibió con acusaciones infundadas y una actitud intimidatoria. Al darme cuenta de que no habría un trato justo, decidí asesorarme legalmente para enfrentar este despido injustificado.
Este conjunto de acciones refleja un patrón de abuso de poder y manipulación por parte de las autoridades de El Colegio de Morelos. Me preocupa profundamente que estos actos puedan obstruir mi carrera académica, pero me mantendré firme en la defensa de mis derechos y dignidad profesional. Esta denuncia pública busca no solo relatar mi experiencia, sino también advertir sobre la falta de ética y transparencia en la administración de este centro educativo.
Dra. Alicia Esther González Lira, exacadémica del ColMor
[carta resumida por motivos de espacio]