

Visibilizar la complejidad de la condición materna, una construcción humana que se gesta entre felicidades, dramas y en ocasiones tragedias, permite en estos tiempos entender lo absurdo de los estereotipos comerciales con que se suele marcar esta fecha. Una colección de retratos impuestos desde las comunicaciones oficial, corporativa y muchas formas comunitarias, un casillero muy rígido imágenes, siempre distantes de la realidad, que contribuyen a una sensación de imperfección agobiante para cualquier familia, y más para su centro, la madre.
La cantidad de adjetivos que se deben colocar al sustantivo “madre” para abarcar a todas supera la decena, lo que evidencia lo mezquina de la definición y frente a la amplitud de la categoría. Por eso es relevante que, por primera vez en la historia, el gobierno de Morelos hable no de “la maternidad” sino de “las maternidades” y englobe en éstas toda una colección de formas de lo que ahora se llama “maternar” y que, en justicia con la realidad, ha dejado de ser un sustantivo para convertirse en verbo, es decir, en una acción.

Y cierto que la acción gubernamental a favor de “la madre” como categoría única, podría parecer mucho más sencilla antes del reconocimiento de la cantidad de formas de ejercer las maternidades, pero también era tan profundamente injusta que empezó a convertirse en insultante. Por mucho tiempo, por ejemplo, el sistema DIF Morelos regalaba artículos de limpieza por el Día de las Madres y consideraba que con ello había cumplido con quienes tienen la delicada responsabilidad de construir el núcleo de cualquier sociedad.
Reconocer que hay madres autónomas, jefas de familia, mujeres indígenas, trabajadoras del hogar, cuidadoras, subversivas, en solitario, homomaternales, por adopción, pero también madres buscadoras, víctimas de violencia, separadas de sus hijos, prisioneras, y otras formas terribles, permite entender que un entendimiento simple de la cuestión maternal, la obediencia a un estereotipo, impide la colaboración necesaria y urgente que las madres, todas, necesitan del Estado, entendido no solo como el gobierno, sino el conjunto de instituciones creadas por la sociedad.
En su comunicado por este 10 de mayo, la Secretaría de las Mujeres de Morelos recuerda que el ejercicio de la maternidad debe respetar los derechos de ellas y allegarles todos los apoyos disponibles desde el gobierno y la sociedad civil. Maternar es una acción que debe celebrarse mediante apoyos reales y permanentes y en esta lógica, las políticas públicas para ello deben dirigirse no a estereotipos, sino a circunstancias particulares construidas alrededor de las maternidades.
Se trata de un diseño de Estado que requiere de todos los gobiernos pensar que sólo con organizar festivales tipo escolar por el Día de las Madres, se ha cumplido con la responsabilidad de acompañar las maternidades; uno que permite dirigir apoyos y acciones precisas que verdaderamente signifiquen el respaldo necesario para la construcción de la maternidad como el colectivo formado por personas y espacios sociales diversos, como debe reconocerse para obligar y orientar el acompañamiento social a una tares que no debe ser realizada en soledad.
Es cierto que los problemas de las madres en Morelos parecen ser los mismos que hace uno, dos, seis o diez años; pero también lo es que la nueva conceptualización que (y aquí es relevante decirlo) el primer gobierno estatal encabezado por una mujer (Margarita González Saravia, está dando a las maternidades, permite guardar esperanzas sobre un rediseño a profundidad de las políticas públicas para construir, desde las madres, una sociedad mucho más justa.