

Aun sin que la bancada de Morena en la Cámara de Diputados esté dispuesta a reconocerlo, la votación sobre el dictamen de la Sección Instructora que desechó la procedencia del desafuero del exgobernador de Morelos, actualmente diputado federal por ese partido, Cuauhtémoc Blanco Bravo, ha dividido clara y gravemente a las legisladoras y legisladores en por lo menos dos grupos activos: quienes se pronuncian por continuar las acciones para que la víctima de presunta violación en grado de tentativa acceda a la justicia -lo que implica que Blanco Bravo se presente sin fuero ante la Fiscalía General de Morelos, estado donde habrían ocurrido los hechos denunciados; y quienes en una extensión de la defensa del acusado las atacan diaria y agresivamente.
En el terreno doméstico, hacia el interior de la bancada, parecen estar ganando quienes defienden al exgobernador y están dispuestos a ataques y críticas en su mayoría infundadas a sus pares. Apenas el sábado, dos de las diputadas morelenses y un diputado quintanarroense defensores de Blanco, Sandra Anaya Villegas, Ariadna Barrera Vázquez y Enrique Vázquez Navarro, estuvieron en un foro de jóvenes morenistas convocado por el coordinador parlamentario, Ricardo Monreal. Con casi cincuenta años cumplidos, ninguna de las dos morelenses es joven, pero les dieron espacio en la primera fila y Anaya Villegas hasta pudo dirigir un mensaje.

En la parte política y social, la mayoría de las mujeres que votaron contra el desechamiento y se pronunciaron abiertamente porque el exgobernador se presente a la justicia sin el cobijo del fuero, parecen llevar una ventaja enorme. El rechazo que ya había contra Cuauhtémoc Blanco, derivado de anteriores señalamientos, y la reprobación social generalizada al delito de violación en cualquiera de sus grados, asisten a quienes hicieron lo posible por conseguir que la Sección Instructora retomara la revisión del caso, pese a los resultados negativos que obtuvieron.
En la vehemencia que amerita la defensa de las víctimas, las diputadas que buscan se investigue a fondo y, en su caso, castigue a Cuauhtémoc Blanco, han ganado los espacios en los medios de comunicación, foros públicos, calles, colectivas feministas y sitios de protesta; además, han mostrado una amplia superioridad moral frente a quienes defienden al exgobernador.
Probablemente la derrota que los defensores a ultranza de Blanco Bravo han sufrido en la esfera de lo público, probablemente vuelva insuficientes los dividendos que les ha generado la ruidosa disciplina con que se sometieron a la línea de su bancada y, de ello derive la desesperación y virulencia con que atacan a sus adversarias en el tema. Los denuestos, señalamientos e insultos que desde la que ya podría llamarse “bancada cuauhtemista” se profieren contra legisladoras incluyen velados llamados a la violencia política, por lo que, en sí mismos, podrían considerarse como actos de ese calibre.
Objeto de esa campaña han sido por lo menos tres diputadas, la morelense Meggie Salgado, la jaliciense, Gabriela Jiménez Godoy, y María Teresa Ealy Díaz, de la Ciudad de México, las tres de Morena. De ellas Ealy Díaz ya anunció el trámite de una denuncia por violencia política de género en contra de Sandra Anaya Villegas, Enrique Vázquez Navarro y Damaris Silva Santiago, además de a la oficina de Comunicación Social de la Cámara de Diputados.

Este lunes, el coordinador de Morena, Ricardo Monreal aseguró a Ealy Ortiz que “ni ella ni nadie de quienes votaron diferente a la mayoría tendrán ninguna consecuencia, reacción o llamada de atención de nadie. Que lo que hicieron, allá ellos, van a tomar determinación, y lo que ellos hicieron está bien. Está bien que hayan tomado su decisión. Yo voy a actuar con tolerancia y con respeto a todos y a todas”. A quienes se los tendría que decir es a los tres diputados que serán denunciados.
