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Uno de los graves defectos que han tenido las legislaturas morelenses de casi todo este siglo es que los diputados se olvidaron de construir consensos en torno a proyectos legislativos y en cambio crearon bloques mayoritarios fundados únicamente en el cambalache de beneficios políticos o económicos para los grupos.

Los legisladores formaron mayorías aplastantes, acríticas que negociaban una ley por otra, un reglamento a cambio de apoyos para fines extra legislativos, una posición de poder a cambio de una reforma jurídica.

Jamás se establecieron procesos legislativos que resultan obvios para cualquiera: detección de una necesidad, diagnóstico, socialización, propuesta de ordenamiento, estudio de impacto de éste, discusión abierta en el pleno y con los grupos interesados, y aprobación de la ley. El trayecto es largo, pero ayuda a construir la legitimidad de las leyes, el respaldo social que el Congreso requiere para cumplir su función de depositario de la soberanía popular.

La actividad legislativa en las últimas décadas se ha reducido a cuestiones meramente aritméticas, a conseguir los 14 o, antes del 2018, 20 votos necesarios para tener la mayoría que permitiera transitar al interior del Legislativo sin grandes contratiempos. Era un asunto práctico, pero fácilmente frenable con la construcción de los llamados bloques de contención. Bastaban siete diputados, antes once, para frenar cualquier proyecto o decisión, para desencadenar parálisis legislativas que duraban incluso años.

Llama la atención, entonces, que a unos días de que se instale la LVI Legislatura del Congreso del Estado de Morelos, con una mayoría calificada para Morena y sus aliados, se hable de la necesidad de construir consensos y no bloques. No se trata de que alguien dude de la unidad entre los diez diputados de Morena o el apoyo que tendrán de sus aliados en el PT, dos diputados, PVEM y Nueva Alianza uno por cada fuerza; pero tampoco parece darse por sentado. Así que la primera apuesta del coordinador parlamentario, Rafael Reyes Reyes y la presidenta de la Mesa Directiva, Jazmín Solano López, es a hacer la tarea legislativa no en términos aritméticos, para lo que tienen los legisladores suficientes, sino para conseguir la aprobación de ordenamientos con el consentimiento de todos los grupos.

Se trata, según todo apunta, de diputados que hagan labor legislativa, que trabajen en la construcción de leyes mediante procesos legislativos completos, de cara a la ciudadanía, y con ello devolver la legitimidad en la aprobación de leyes, y “de rebote” la dignidad a la actividad de los legisladores. No es una tarea fácil porque es evidente que no todos los diputados tienen el mismo enfoque, sin embargo, es posible que, si el bloque mayoritario decide hacer las cosas bien, el resto deban componerse por añadidura.

Por supuesto, para construir consensos primero se deben desterrar los miedos y ofrecer confianza, los nombramientos en los órganos del Congreso y la asignación de comisiones, deben ser un primer paso para ello. Es decir, la primera fase pasa justamente por lograr los primeros acuerdos, y luego, seguir construyendo cada uno.