

Con el deterioro ecológico que Morelos ha sufrido en las últimas décadas tendríamos que rescatar el valor de las grandes políticas de protección, conservación y restauración del medio ambiente, pero también de los pequeños esfuerzos que van desde la instalación de oficinas verdes, estaciones de captación de agua de lluvia, correcta arborización urbana, formación de brigadas forestales.
En el caso del diseño presupuestal de Morelos, una de esas pequeñas acciones es el Fondo Verde, que pretende dotar de recursos para la implementación de acciones muy específicas de recuperación y conservación del entorno. No se trata siquiera de cientos de millones de pesos, sino de cantidades que permiten la operación de proyectos concretos, muchos de ellos de organizaciones ciudadanas, para la educación ambiental, remediación de espacios, e inicio de proyectos de mayor dimensión.

Las reglas de operación del Fondo Verde permiten que participen de él ayuntamientos y dependencias gubernamentales asociadas con cuestiones de sustentabilidad, una de ellas es la Secretaría de Desarrollo Sustentable que, en el 2024, obtuvo recursos de esa cuenta para una de sus dependencias, el Fideicomiso del Lago de Tequesquitengo (Filateq) que es responsable del destino de turismo acuático más importante de Morelos.
El Filateq se ha hecho famoso recientemente por dos casos de corrupción, uno de ellos ya con orden de aprehensión girada en contra de su exdirector, Dionicio Álvarez Anonales. El primero es el de la presunta venta ilegal de terrenos con que se benefició a exfuncionarios de la administración de Cuauhtémoc Blanco y cuyos beneficios, además, no se entregaron a los ejidos que les correspondían. El segundo, el gasto de casi 20 millones de pesos para un concierto que jamás existió.
En el 2024, el fideicomiso recibió además recursos del Fondo Verde para la limpieza del lago, la compra de luminarias y paneles solares y la adquisición de pequeñas lanchas de pedales para ampliar el atractivo turístico del lago sin aumentar el impacto ambiental sobre la zona. Hoy, el lago sigue sucio, no hay luminarias, paneles solares, ni lanchas de pedales. Tampoco parecen estar los recursos del Fondo Verde.
El asunto es indignante no solo por sumarse a los hechos de probable corrupción responsabilidad de exfuncionarios del Filateq de los que se ha formado causa penal y han logrado una profusa difusión en medios de comunicación. También porque el destinar recursos de una cuenta tan pequeña como el Fondo Verde, que ha probado su utilidad y eficiencia en otras acciones de cuidado ambiental, a un fraude como el que parece comprobarse en el Filateq, significa no aplicarlos en la protección de los recursos naturales que tan urgente resulta para el estado y la región.

Ayer que se denunció el mal uso de 90 millones de pesos provenientes del Fondo Verde, parte de ellos bajo responsabilidad del Filateq, también se daba cuenta del tamaño del deterioro ambiental en Morelos y las acciones que, en los últimos cinco y medio meses la administración de la gobernadora, Margarita González Saravia, ha iniciado para revertirlo. Muchas de esas acciones son esas que llamamos pequeños esfuerzos que forman parte de un proyecto ambiental de grandes proporciones. Probablemente esos 90 millones de pesos, en las manos adecuadas, sean de la sociedad civil o de funcionarios honestos y comprometidos con la causa ambiental, podrían multiplicar las pequeñas acciones que, está demostrado, suelen generar cambios muy positivos en la relación con la naturaleza.
Queda encontrar el recurso y recuperar lo que sea posible, además de la sanción contra quienes actuaron fraudulentamente con el Fondo Verde, una que debería considerar el daño ambiental como un agravante.
