

Uno de los más grandes problemas que enfrenta la economía de Morelos es la enorme tasa de informalidad empresarial y laboral. Alrededor del 70% de los micro, pequeños y medianos negocios en el estado; y casi el 68% de los trabajadores en el estado, lo hacen en condiciones de informalidad, lo que anula su contribución a la economía local, pero también sus posibilidades de crecimiento y desarrollo.
Por décadas, la forma de enfrentar este problema fue disímbola y cíclica, por un lado se establecieron mecanismos de persecución que buscaron, sin mayor éxito incorporar a emprendedores y trabajadores al mercado formal; cuando eso no resultaba se ejercía una tolerancia absoluta que permitió la formación de mafias de protección, esquemas de corrupción gubernamental, y la imposibilidad de acceso a apoyos del Estado, tanto para los trabajadores como para los patrones, a menudo propietarios de negocios que empleaban a una o dos personas o a familiares.

El nuevo enfoque que desde la Secretaría de Desarrollo Económico ofrece el gobierno de Morelos para atender el problema parece tener mayores posibilidades de éxito al facilitar el acceso a créditos y capacitación, pero también la incorporación de los emprendedores locales a la economía formal, lo que atiende uno de los más añejos problemas del estado.
Se trata de un enfoque que, sin perder de vista el respaldo que requieren las empresas mayores en términos de infraestructura, busca ofrecer capitales semilla o para equipamiento de microempresas en las zonas rurales y urbanas, en ese orden; para ello, fue necesario reorientar algunos de los programas de apoyo existentes y crear nuevos de acuerdo con un diagnóstico realizado durante los primeros cien días de la administración de la gobernadora, Margarita González Saravia.
En la revisión de campo se detectó que del universo de empresas apenas el 27% podían acceder a los programas de financiamiento existentes, dado que el resto no estaban inscritos en el Servicio de Administración Tributaria (SAT). Así que se diseñó un programa, Emprendiendo con Bienestar, para atender a emprendedores en situación de informalidad “promoviendo su integración económica con formación y apoyo inicial”.
El proyecto está dirigido a empresarios de la agroindustria, transformación, y servicios, que suelen ser unidades económicas micro y pequeñas; y ofrece recursos por hasta 50 mil pesos para la adquisición de equipo, mobiliario, maquinaria, herramienta o materia prima; a diferencia de otros programas de financiamiento, éste no requiere tener constancia de situación fiscal, aunque el objetivo es que los beneficiarios lo tramiten para poder acceder a más apoyos.

Pero no es el único proyecto, la Secretaría de Desarrollo Económico también ha reorientado sus fideicomisos y programas de microcréditos para estimular la permanencia o la inscripción ante el SAT. Hay programas con créditos de fácil recuperación (desde 2 mil 500 a 60 mil pesos) especializados para mujeres, negocios activos, jóvenes emprendedores y para micro y pequeñas empresas formales; la mayoría de ellos incluyen servicios de capacitación para reducir el riesgo de que los emprendimientos fracasen.
Se trata de un nuevo enfoque al añejo problema de la informalidad que podría hacer crecer los ingresos de empresarios, trabajadores, del estado y del país, a partir del acompañamiento. Lograr ese objetivo es fundamental para reducir los márgenes de pobreza que padece el estado, algo que conviene al mercado, pero mucho más a la sociedad.
