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La industria del maguey ha sido una de las más afectadas por la discontinuidad de las políticas públicas para el campo en Morelos. El enorme potencial para una producción de mezcales y aguardientes de alta calidad en el estado ha sido tratado con una extraordinaria intermitencia por las administraciones gubernamentales, cuyos proyectos de desarrollo para la actividad mezcalera no han pasado de ser apenas guiños a un sector cuya personalidad mayormente artesanal lo obliga a depender de respaldos para la producción, comercialización y distribución.

La del maguey no es evidencia única del abandono y falta de creatividad de las oficinas gubernamentales de Desarrollo Agropecuario y Desarrollo Económico en la historia reciente de Morelos, pero probablemente sea el más ilustrativo. Los productores de miles de hectáreas dedicadas al agave en la zona sur de Morelos sufren una caída superior al 80 por ciento en el valor de su cosecha debido a la baja demanda de las piñas.

En gran medida esa baja demanda deriva de que la actividad mezcalera en el estado no ha pasado de ser una promesa de los gobiernos, desde la administración de Graco Ramírez, con cuyo apoyo se buscó incluir a municipios de Morelos en la denominación de origen para el mezcal, proceso que fue apelado por terceros y luego la administración de Cuauhtémoc Blanco abandonó.

Para otorgar la denominación de origen se considera la vinculación del producto a la zona geográfica de la que es originario junto a sus materias primas y que resulta definitiva para su calidad, características y reputación. El primer reto del agave y el mezcal morelenses es ubicarse en ese supuesto y para ello aún debe recorrerse un trecho largo que va desde el fortalecimiento de la materia prima, es decir, sembrar, cosechar y procesar el mejor agave posible; hasta el reforzamiento de la calidad en la producción del aguardiente cuyo proceso artesanal deberá, además, crecer lo suficiente para surtir altos volúmenes de demanda, algo así como los cincuenta mil litros de mezcal que hoy podrían destilarse gracias a la producción de maguey en la zona sur de Morelos.

Los destilados morelenses tienen una gran calidad, la tradición de éstos en la artesanía morelense es innegable, pero para convertirse en una industria es necesario también mejorar los procesos de distribución y comercialización. Para gozar de los aguardientes morelenses hoy los consumidores deben trasladarse a los lugares de origen lo que reduce mucho la potencial demanda.

Una buena señal se presenta ahora con el trabajo transversal que el gobierno estatal hace a través de sus áreas de desarrollo agropecuario, sustentable, económico, y hasta turismo. La posibilidad de que los magueyeros y mezcaleros morelenses tengan un respaldo para, aún sin denominación de origen, producir y comerciar mejor sus productos podría convertir a la industria del maguey en Morelos de un ejemplo del fracaso de políticas públicas, en un modelo virtuoso de productividad y aporte al desarrollo de las comunidades.

La administración de la gobernadora, Margarita González Saravia, ha trazado proyectos de producción para agroindustrias diversas en Morelos, habrá que revisar cómo funciona la del maguey que, para el sur del estado, puede representar un verdadero impulso económico, social y a la conservación del medio ambiente.

La Jornada Morelos