Seguramente la gobernadora electa, Margarita González Saravia recibió desde su campaña y muchas semanas después un centenar de recomendaciones sobre quiénes podrían ser nombrados para las secretarías y otras posiciones relevantes de su gabinete. Probablemente cientos de expedientes llegaron a su escritorio con las hojas de vida de quienes aspiraban a insertarse en la nómina oficial, muchos de ellos tal vez con las mejores intenciones. Pero ella tenía claro un proyecto de gobierno y entonces buscó a las personas que pudieran cumplirlo.
En efecto, los primeros cinco nombramientos de su equipo, el segmento que ella bautizó como Gabinete Social, deben ser explicados a la luz de lo que se pretende lograr desde el gobierno más que por las credenciales que pudieran tener los futuros funcionarios. Es evidente que se buscaron perfiles para cubrir un enfoque diferente de la administración gubernamental que incluye una secretaría para atender especialmente a comunidades marginadas, otra para proteger a las mujeres, una más para fomentar la cultura comunitaria; además de la reorientación de las secretarías de Salud y Educación.
La idea de dirigir las prioridades de la Secretaría de la Salud más a la prevención que al tratamiento de las enfermedades, enfoque que resulta en acierto en la parte humana, pero también en la económica, debe poner acento en la salud comunitaria. Así, se seleccionó un médico con ese perfil, que además tiene experiencia en la función pública. El trabajo de Mario Ocampo Ocampo al frente de un sector salud prácticamente destruido por años de abandono podrá lucir con el apoyo del gobierno federal en materia de infraestructura médica y hospitalaria, pero también por lo que pueda hacer en territorio.
En materia de educación, la tarea es aún más compleja. Por tres décadas el sistema educativo en Morelos ha padecido una desarticulación total, si bien hay relación institucional entre las partes, no hay un proyecto educativo local que se aplique en todos los niveles, sistemas y subsistemas. Hacía falta alguien que hubiera padecido estas disfunciones para reorientar la educación estatal hacia el fortalecimiento de la calidad del servicio y los resultados. Karla Aline Herrera Alonso parece la persona idónea para una tarea que, recuperando la educación para los grupos marginados y pueblos originarios pueda ver al exterior, fortalezca la vinculación entre los niveles educativos y permita la movilidad al extranjero.
La trayectoria de Silvia Salazar Hernández a favor de los grupos vulnerables en el estado la hace idónea para la Secretaría de Bienestar, cuya atención priorizará a 280 comunidades marginadas del estado de Morelos.
Clarisa Gómez Manrique y su activismo a favor de ambientes de paz para las mujeres, la hacen ideal para la Secretaría de las Mujeres; y la vocación de fomento a la cultura comunitaria y la literatura de Montserrat Orellana Colmenares la convirtieron en idónea para la Secretaría de Cultura.
Se resolvió primero el “para qué”, los quiénes entonces fueron sencillos.