Desde hace tiempo se sabe que los mexicanos tenemos graves problemas de salud que no solamente afectan la calidad y la esperanza de vida de miles, sino que representan una carga cada vez mayor para el erario.
Problemas como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiacas, hepáticas y renales, comparten con accidentes, homicidios y pandemias el cuadro de las razones por las que mueren los mexicanos.
De acuerdo a los resultados preliminares de las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que se basa en los Servicios Médicos Forenses, en las actas de defunción del Registro Civil y con cuadernos estadísticos de las Agencias del Ministerio Público, las diez principales causas de muerte entre los mexicanos el año pasado fueron, en orden descendente, enfermedades del corazón, diabetes mellitus, tumores malignos, enfermedades del hígado, accidentes, enfermedades cerebrovasculares, influenza y neumonía, homicidios, enfermedades pulmonares e insuficiencia renal.
En cuanto a defunciones registradas en el histórico del 2014 al 2023, “La tasa bruta de defunciones registradas por entidad federativa de ocurrencia fue de 615 por cada 100 mil habitantes. La entidad con la mayor tasa bruta fue Ciudad de México, con 840 y la que presentó la menor fue Baja California Sur, con 466. Al considerar la residencia habitual, la entidad con la mayor tasa bruta fue Morelos, con 774; Baja California Sur presentó la menor, con 461”.
Morirse es natural si se vive, estamos de acuerdo, pero cabe preguntarse por qué en Morelos, con una fracción de los habitantes “con residencia habitual” que la mayoría de las entidades federativas, se muere más gente que en ninguna otra con relación a su población. Este es todo un tema que habrán de iluminar los especialistas que quizá también nos puedan explicar por qué Morelos, el año pasado, fue la tercer entidad con mayor ocurrencia de muertes -es decir, el sitio del fallecimiento, independientemente de su lugar habitual de residencia.
Como es habitual, el INEGI nos aporta información muy valiosa que, si se sabe aprovechar, puede indicar políticas de gobierno, como lo es el dato de que, a nivel nacional, casi el 14 por ciento de las personas fallecidas no contaron con servicios médicos durante la enfermedad o lesión que los condujo a la muerte y el hecho de que a casi el 80 de las defunciones no se les practicó necropsia.
En nuestro estado, se puede observar que tiene uno de los mayores índices de muertes por enfermedades del corazón -empata en el primer lugar con Veracruz y la Ciudad de México- y lo mismo sucede con la Diabetes Mellitus -en donde empatamos en el primer lugar con Veracruz y Tabasco.
Es así como este tipo de información podría establecer las prioridades del sector correspondiente y coadyuvar a determinar los presupuestos posteriores. Son datos duros que siempre deberían acompañar a la voluntad de cumplir con las responsabilidades de gobierno, desde luego, cuando la hay.