La industria de la construcción es un gran motor para cualquier economía, por la cantidad de empleos que genera y su capacidad de mover a las grandes industrias pesadas. Una parte del nulo crecimiento económico en Morelos durante la última década podría explicarse por la reducida actividad de las constructoras locales debido a gobiernos que, privilegiaron a empresas foráneas para contratar con ellas obra pública, acumularon adeudos que casi quebraron a las pocas empresas locales a las que “beneficiaron”, y al final construyeron muy poco.
La realidad de las constructoras en Morelos pegó en prácticamente todos los ciclos económicos locales. La industria, el comercio y los servicios padecieron, primero la enorme fuga de capitales que significó en el sexenio de Graco Ramírez, la contratación de obra pública con empresas de Puebla, Guerrero y otros estados; y en el de Cuauhtémoc Blanco la escasez de proyectos de construcción relevantes, los adeudos y el que permaneciera la tendencia a beneficiar a empresas foráneas.
De ahí la relevancia de la información que adelanta quien será el secretario de Infraestructura en la administración que encabezará a partir del 1 de octubre la gobernadora Margarita González Saravia: una inversión, solo en carreteras, de alrededor de tres mil millones de pesos que se concentrará, primordialmente en las constructoras locales. Por sí misma, la cantidad significa tres veces lo que invirtió en todo el sexenio la Secretaría de Obras de Cuauhtémoc Blanco, recursos que además se diluyeron en la reparación de algunas calles y carreteras y la construcción de muy pocos centros deportivos.
A esta inversión deberá sumarse también la que se ha planteado para reforzar la infraestructura hospitalaria (que proveerá y administrará el gobierno federal), la que deberá hacerse en la rehabilitación de cientos de escuelas, en la recuperación de los espacios públicos y en el desarrollo de viviendas. El panorama para la industria de la construcción es, entonces, muy promisorio y, cuando empiece a concretarse, significará un impulso enorme para toda la economía estatal.
No solo se trata del impulso que por sí misma la industria de la construcción puede generar a la economía local, fortaleciendo la generación de empleo y revitalizando el mercado interno; además los proyectos de un circuito carretero que comunique de forma eficiente 15 municipios ayudarán a impulsar la comunicación y el intercambio de bienes y servicios; el desarrollo de viviendas requiere de la apertura de más espacios comerciales y está probado que los hospitales y escuelas son también detonantes de círculos virtuosos en la economía comunitaria.
El futuro pinta mucho mejor para la economía morelense, aunque no tendrían que echarse aún las campanas al vuelo, los proyectos dependen de otras circunstancias, como el presupuesto disponible, las condiciones del mercado, la mejora urgente en seguridad pública y otros factores que no necesariamente son responsabilidad del gobierno. Lo que hasta ahora hay es una serie de buenas ideas de cuyo aterrizaje dependerá que a todos nos vaya mucho mejor, pero para su aterrizaje será necesario el trabajo también de todos.