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Conviene que haya en la primera Secretaría de la Mujer de Morelos, alguien que crea en la necesidad de revisar y repensar las estrategias de combate a la violencia contra ellas desde el territorio, en las comunidades donde esa violencia se genera y se expresa con mayor frecuencia porque sus causas estructurales se han interiorizado hasta su ofensiva normalización.

Clarissa Manrique desmitifica estrategias como la de “empoderamiento” y también las políticas públicas diseñadas desde los escritorios de la burocracia, por insuficientes y erráticas, como lo muestran sus resultados, y propone, pero también trabaja ya en la reconversión de las políticas públicas orientadas a las mujeres con un objetivo fundamental, lograr su bienestar y su buen vivir, lo que no es un asunto sencillo.

Que no nos engañe su juventud, Clarissa Manrique tiene muchas más lecturas y experiencia feminista que muchas de las “activistas de escritorio” que despachan en instancias de la mujer, y también, por su formación y experiencia, tiene un acercamiento mucho más claro a los problemas reales de las mujeres, más allá de la frialdad y simpleza de los números y estadísticas, porque detrás de cada acto de violencia contra las mujeres hay una larga historia de abusos contra el género, y una víctima inocente a quien debe rescatarse y mostrarle que otra vida es posible.

La sororidad cuyo mayor himno advierte “si nos tocan a una respondemos todas”, tiene ya a por lo menos dos representantes en la próxima administración, la gobernadora, Margarita González Saravia, y su secretaria de la Mujer, Clarissa Manrique; pero además tiene una política pública bastante avanzada en su trazo que buscará prevenir las violencias a través de la generación de espacios geográficos, afectivos, jurídicos y simbólicos de paz para que las mujeres dejen de ser víctimas de las agresiones o del temor a ellas.

La tarea de Clarissa no es fácil, pero quien pudo ayudar a visibilizar y nombrar las violencias ocultas en las aulas universitarias, parece tener la capacidad, el aguante y las ganas para emprenderla y llevarla por buen cauce. Además, y esto no es algo sencillo, cuenta con el apoyo y la comunicación con colectivas feministas cuya experiencia, trabajo y apoyo puede ayudarle mucho a transformar profundamente las políticas públicas de atención a las mujeres.

Si a ello se suma el apoyo de la próxima gobernadora y el de los funcionarios del gabinete desde cuyas áreas también saldrán políticas de atención a las mujeres de Morelos, Seguridad Pública, Salud, Educación, Bienestar, Cultura, Desarrollo Económico, entre otras; el acompañamiento y la trasversalidad de la Secretaría de la Mujer está prácticamente garantizado.

Esperamos así sea, porque los datos de violencia, marginación, discriminación, invisibilización que sufren las mujeres de Morelos rayan en lo trágico, y la paciencia se ha agotado.