Los datos que reportó para el segundo trimestre del año la Encuesta Nacional de Ocupación Urbana enfocada en 39 ciudades del país muestran una realidad que suele pasar desapercibida entre la información desastrosa que arroja todo el estado, el empleo en Cuernavaca muestra una salud sostenida por lo menos durante los últimos tres años en que paulatinamente se ha reducido la desocupación, pero también la informalidad laboral.
Por supuesto que ayuda el que los niveles de bienestar de Cuernavaca permitan que la tasa de participación de personas de 15 o más años en el mercado laboral sea de las menores del país; pero también ha sido definitiva para el empleo en la ciudad la serie de políticas municipales que fomentan la inversión, los resultados en el combate a la corrupción que han permitido el reordenamiento del ambulantaje, las iniciativas de protección a las mujeres que se han incorporado al sector laboral informal por la vía digital y que tienen espacios relativamente seguros para hacer sus intercambios, la lentísima pero cierta recuperación del turismo, entre otras formas de impulso a la actividad laboral que permiten a un promedio de 98% de la población económicamente activa en la ciudad estar ocupada.
Un reto adicional es que Cuernavaca ha logrado esa estabilidad en la ocupación en una economía estatal que ha decrecido durante los últimos seis años; en un estado donde se pierden empleos formales de forma constante desde hace dos sexenios y en que la informalidad alcanza a casi el 70% del total de los trabajadores; en Cuernavaca, en contraste, la cifra es de 57.2%.
La posibilidad de que, por afinidades ideológicas municipios como Jiutepec, Xochitepec y Temixco repliquen el modelo de Cuernavaca es alta, y eso contribuirá también con mayores oportunidades de desarrollo en toda la zona metropolitana a partir de enero próximo.
La promesa un Ejecutivo estatal más responsable en términos de promoción de inversiones, de apoyo a las empresas y a los trabajadores, de fomento turístico, las cosas mejoren para todo el estado, lo que podría impulsar aún más el empleo en Cuernavaca. Si a ello sumamos que, por primera vez en más de dos décadas podría darse la necesaria coordinación entre el gobierno estatal y el ayuntamiento de la capital, el futuro luce bastante atractivo para quienes buscan invertir y vivir en Cuernavaca.
Aún hay retos por atender para que la estabilidad en materia de empleo se traduzca en prosperidad para Cuernavaca, entre ellos mejorar la seguridad pública y la infraestructura; fortalecer el mercado interno para mejorar los ingresos de los trabajadores; seguir reduciendo la informalidad para mejorar las contribuciones, pero también las condiciones laborales de la población. Para cada una de esas cosas es necesario el concurso de los gobiernos estatal y federal que se ha prometido reiteradamente, no dejarán a Cuernavaca en el abandono, pero tampoco se concentrarán solo en la capital olvidando a la periferia, el desarrollo de cada región del estado puede generar condiciones virtuosas para todos los municipios.