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El gasto de 9.2 millones de pesos en la Representación del Poder Ejecutivo de Morelos es uno de los ejemplos más evidentes del desaseo que la administración de Cuauhtémoc Blanco, que está por concluir, tuvo en la función pública y no sólo en materia presupuestal.

De acuerdo con las evidencias, el gobierno estatal pagó durante seis años por una oficina que se mantuvo cerrada todo el tiempo; además, más de la mitad del presupuesto se utilizó en el pago de la “responsable del área” Liu León Luna quien, además, mantenía una relación con el hermano del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, jefe directo de la “funcionaria”.

La Representación del Poder Ejecutivo del Estado de Morelos en la Ciudad de México no cumplió nunca su cometido; no se promovió la inversión, tampoco las relaciones con dependencias federales que, durante la era Blanco se tejieron básicamente entre el gobernador y el presidente de la República. De las nueve funciones que el reglamento confiere al despacho, ninguna fue cumplida durante los seis años del gobierno de Blanco.

Si uno revisa el Manual de Organización para la oficina no queda más que pensar que el rediseño de la administración Blanco sobre una representación que en un estado con la posición geográfica de Morelos, era justamente que no operara. La funcionaria responsable, nombrada en el 2019, tenía sólo a un trabajador a cargo, cuando un despacho de esa especie requeriría poco menos de una decena para operar.

El presupuesto, altísimo para una oficina que no funcionó en seis años, habría sido ridículo si se quería hacerla funcional; descontando el gasto en el salario de la titular, la Representación del Poder Ejecutivo de Morelos en la CDMX tenía menos de 34 mil pesos mensuales para operar en llevar las relaciones públicas del estado en la capital del país; algo que sabrían tanto el gobernador, Cuauhtémoc Blanco; su hermano, Ulises Bravo; como el primer jefe directo que tuvo ella en Morelos, José Manuel Sanz. Los tres residentes de la Ciudad de México en su muy reciente pasado.

La caída a cero de las nuevas inversiones en Morelos, el abandono de los morelenses radicados en el exterior, la ineficiencia de la entidad para aprovechar programas federales en todas las áreas, la diluida presencia del estado en el concierto de la política nacional, son evidencias de que una oficina de representación en la capital del país es una necesidad que se convirtió en urgencia.

La próxima administración estatal, a cargo de Margarita González Saravia, ha expresado su intención de revivir la representación de Morelos en la Ciudad de México, para ello ha nombrado anticipadamente a César Francisco Pérez Herrera, un empresario morelense con experiencia amplia en la promoción de inversiones, el altruismo y relaciones públicas; algo que debe generar confianza siempre que pueda superarse lo que parece una difícil transición. Para ello será necesaria no solo la reactivación del despacho con una fuerza que permita recuperar los años perdidos sino también, y esto es imperativo jurídico y moral, que se finquen responsabilidades a los culpables de la catástrofe en la administración anterior.