Mario Córdova*
Desde tiempos inmemoriales, el valle de Cuernavaca se ha caracterizado por la riqueza de su entorno que ha sido aprovechada por las poblaciones hasta ahora ahí establecidas. En el pasado prehispánico, aquella riqueza permitió que se fundaran aldeas, villas y ciudades. La relación entre estos asentamientos, a lo largo del devenir mesoamericano, generó importantes procesos de comercio, colonización y conquista. La historia de los pueblos prehispánicos que habitaron Cuernavaca es rica y profunda, pero yace bajo las construcciones de un conflictivo periodo virreinal, un periodo de Independencia, un intenso desarrollo tecnológico durante el Porfiriato, una convulsiva Revolución y el crecimiento de un México moderno.
Uno a uno, tales procesos históricos, manifiestos en emplazamientos arquitectónicos, han minado los antiguos asentamientos, pérdida que resulta irreparable, pues cada vez el panorama prehispánico se ve reducido, lo que limita, así, el entendimiento de las culturas que habitaron este valle. La única forma de conocer la historia prehispánica de Cuernavaca es a partir de las evidencias arqueológicas que surgen cuando la ciudad se va transformando. Cada investigación arqueológica, ya sea una excavación o el análisis de tiestos, aporta nuevos datos que aclaran la riqueza histórica con la que cuenta esta urbe.
Localizado al norte del centro de Cuernavaca, el barrio de Gualupita es un área rica por su abundancia de agua, donde predominan los manantiales, abastecidos por las copiosas corrientes de agua que bajan por las barrancas. En la década de los treinta del siglo XX, el barrio alojó la edificación del Casino de la Selva. Actualmente, comunicado mediante importantes vialidades, el barrio de Gualupita ha sido propicio para el desarrollo de gran actividad económica, lo que destaca con la presencia de plazas y centros comerciales.
Desde luego, con esas condiciones, esta importante zona de manantiales ha sido albergue de asentamientos humanos. Así, del pasado prehispánico, sobresalen dos fases de ocupación que dejaron al descubierto las investigaciones realizadas en el año de 1932 por los arqueólogos George y Susannah Vaillant; la presencia más temprana data del periodo Preclásico medio (1200- 500 a. C.), asentamiento relacionado con los olmecas. La ocupación más tardía estaba asociada a la ciudad tlahuica del Posclásico medio cuya cabecera fue Teopanzolco.
Ante la inminente transformación del predio que albergó el Casino de la Selva, el Centro INAH Morelos, con base en la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos se está haciendo cargo de la investigación del patrimonio arqueológico que existió en dicho lugar. Los trabajos de campo del salvamento arqueológico en el sitio de Gualupita, sección Casino de la Selva, se realizaron del 5 de febrero al 26 de abril de 2002. Su objetivo fue la búsqueda de vestigios arqueológicos a través de la realización de pozos estratigráficos. La estrategia que se siguió consistió en excavar en áreas que no tuvieran construcciones modernas, como edificios, cabañas, albercas, así como lugares donde detectamos afloramientos de lava y rellenos de cascajo sobre la capa de basalto. Se inició la exploración por el norte, en la parte más alta (a un costado del Hospital Civil), hasta llegar a la más baja (área que ocupaba el palenque). El equipo de campo estuvo conformado por ocho arqueólogos y cincuenta trabajadores. Para realizar el muestreo arqueológico del predio, se excavaron 189 cuadros de 2 x 2 m y 48 de 1 x 1 m. Se obtuvieron un total de 1515 bolsas de materiales arqueológicos de fragmentos de cerámica y lítica, así como 220 elementos arqueológicos registrados.
En las partes alta y media del terreno, excavamos en zonas donde creíamos que no existían remociones modernas y donde hubo jardines. Los resultados fueron sumamente desalentadores debido a la escasa presencia de materiales arqueológicos y a la total alteración de contextos primarios. Es decir, el terreno presentó la destrucción de los vestigios prehispánicos durante los siglos XIX y XX. En la parte baja del terreno, efectuamos las exploraciones en tres segmentos: el primero, localizado en el jardín central que antecedía al edificio del casino; el segundo situado en todo el costado oriente del predio, y el tercer segmento fue la superficie localizada en la parte más baja del terreno, en el lado sur, a un costado de la avenida Leandro Valle. En el primero, se encontraron elementos arqueológicos tales como botellones y figurillas elaborados en arcilla, fragmentos de figurillas, cerámica y lítica. Desgraciadamente, estos los localizamos en contextos secundarios asociados, es decir, estaban ligados a las actividades del proceso de fabricación de las ladrilleras a principios del siglo pasado.
El segundo segmento, presentó menor intensidad de materiales arqueológicos, debido a que es el cauce del río. Actualmente, esta superficie ha sido rellenada completamente con cascajo y basura moderna. De tal suerte que, solo en tres pozos de esta sección, hallamos materiales arqueológicos, esencialmente, fragmentos de figurillas y cerámica. Hay que indicar que, también en este caso, los contextos arqueológicos fueron secundarios, es decir, la presencia de materiales arqueológicos se debió a la acumulación deliberada que los ladrilleros llevaron a cabo durante el proceso de producción de la Tejería Vieja.
El tercer segmento fue el que arrojó más información arqueológica y, debido a esa evidencia, se tomó la decisión de dividirla en dos fracciones —oriente y poniente— y, en ambas, realizar exploraciones extensivas que permitieran comprender el contexto arqueológico presente. Los datos de la sección poniente permitieron suponer la existencia de restos de cimientos prehispánicos, posiblemente habitacionales, que fueron destruidos en su totalidad por la sobreposición de una construcción moderna. En la sección oriente (localizada al sur de donde se ubicaba el palenque y la tienda de helados Danesa 33), los contextos arqueológicos se hallaron totalmente sellados. Estos consistieron en una serie de rellenos de arcillas, limos y cenizas empleados para elaborar una plataforma sobre la que alguna vez pudo haberse desplantado una habitación. Este supuesto se basó en el hecho de que, en torno a esta superficie, se detectaron áreas y materiales que permitieron inferir y diferenciar las actividades realizadas por los habitantes, como posibles áreas de almacenaje, alimentación y descanso.
Desafortunadamente, solo un tramo de esta habitación se conservó. Este elemento resultó valiosísimo por lo que fue excavado en su totalidad. Entre los materiales arqueológicos encontrados en el área hay algunas figurillas, instrumentos de molienda, cerámica, punzones de hueso, lítica y una gran cantidad de ceniza.
Después de tres meses de trabajo de campo, se puede postular que el asentamiento prehispánico de Gualupita fue muy extenso, ya que posiblemente abarcaba la mayor parte del predio del Casino de la Selva. Infortunadamente, actividades desarrolladas durante siglos, como la explotación de los mantos de arcilla para la elaboración de tejas y ladrillos (por lo que se conocía este lugar como la Tejería Vieja, a principios del siglo XX), destruyeron la mayor parte del asentamiento prehispánico. Más tarde, con la construcción del Casino de la Selva, en la década de los treinta del siglo XX, continuó la etapa de constantes alteraciones, pues para construir las albercas, cabañas y un sinnúmero de edificaciones, se realizaron nivelaciones del terreno y rellenos con cascajo, con lo que la destrucción de los restos del asentamiento prehispánico fue inminente.
Aun así, el análisis de los vestigios rescatados permitirá inferir las cualidades del asentamiento. Asimismo, el procesamiento y análisis de los mate – riales arqueológicos permitirá afinar la clasificación de los tipos cerámicos presentada por los Vaillant, así como el fechamiento de los mismos. El salvamento arqueológico permitió recuperar información, de lo poco que quedaba, de una de las ocupaciones humanas más tempranas verificadas en el valle occidental de la tierra caliente, correspondiente a los años 1200 a 600 a. C.
Botellón de periodo Preclásico. Nota: En esta imagen podemos observar un pequeño botellón que fue encontrado en la sección de las jardineras centrales del Casino de la Selva. Dicho elemento corresponde al periodo Preclásico, en contexto de la Tejería Vieja.
Proceso de excavación de la sección sur del Casino de la Selva. Nota: Este es el único lugar del predio en el cuál encontramos evidencias de edificios prehispánicos. En esta imagen podemos observar lo que quedó del contexto arqueológico remanente en el sitio, mismo que consta de dos muros de piedra pegada con lodo, los cuáles desplantan sobre un piso de arcilla cocida, sistema arquitectónico típico del Preclásico.
Botellón de cerámica del periodo Preclásico. Nota: En esta imagen tenemos un botellón de cerámica del periodo Preclásico de una temporalidad del 1500 a. C. La imagen muestra el botellón en el proceso de excavación, al momento en el que se encontró y fue registrado.
Fragmento de figurilla olmeca del periodo Preclásico. Nota: Esta fue recuperada en la única sección del Casino de la Selva en la que encontramos evidencias de contexto Prehispánico.
*El texto fue publicado en el libro Primavera Eterna. De historia y Crónica de Cuernavaca. Coordinado por Lourdes Bejarano Almada y editado por Carlos Barreto Zamudio. Impreso por el Ayuntamiento de Cuernavaca.