Viñetas
Roberto Monroy Álvarez*
El Laboratorio de Contra/Narrativas es un espacio universitario de documentación sobre exclusiones límite que trata construir relatos sobre quienes no lo tienen. Con estas tres viñetas inauguramos una columna que cada 15 días publicará una crónica sobre los que aquí llamamos los anónimos de la tierra, reflexionando sobre su condición residual, invisible, abyecta. Las que siguen son tres experiencias que demuestran la multiplicidad de espacios y formas de desigualdad, de las que muchas veces uno es parte.
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Junio, 2023. Realizo una residencia académica en Bilbao. Me alojo en una estancia para estudiantes. El lugar es agradable, aunque austero. Pronto me doy cuenta de que las calles al rededor se distancian de la imagen civilizada europea. Un pequeño Magreb, dice mi colega Álvaro. Las calles están llenas de migrantes llegados en lanchas hechizas cruzando el mediterráneo –esa fosa común europea–, de fruterías latinas, almacenes al estilo asiáticos y tiendas atendidas por subsaharianos. Resalta la desigualdad. Apenas cruzo el río Nervión, el panorama cambia: restaurantes con estrellas michelín y tiendas de ropa internaciones. El Guggenheim impone un hedor a arte contemporáneo. Había imaginado a Bilbao diferente, con punks y luchas obreras. Gabriel Gatti me dice que antes podías encontrar el cadáver de un adicto flotando todos los días en el río. Pero desde la desindustrialización, Bilbao es un destino turístico. Me toca ver pasar el Tour de France mientras un migrante africano trata de venderme un paraguas.
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En enero del 2024 viajo a Buenos Aires. L está becada para realizar una serie de fotos sobre cáncer de mama. Es evidente la crisis económica que enfrentan, agudizada por el anarco-capitalista. En algún momento se me acerca un hombre joven y bien alimentado. Trata de venderme un juego de calcetas. Irónicamente él mismo va descalzo. Me dice que recién se ha quedado sin hogar. Necesita dinero para alimentar a su familia. Yo no necesito calcetas, pienso francamente mientras las compro. Desde antes de la motosierra, Javier Auyero y Sofía Servián se ha preguntado cómo hacen los pobres para sobrevivir en Argentina, cómo hacen para conseguir las famosas milanesas que Messi mienta con frialdad. Venden calcetas, pienso, al lado de edificios bancarios que sirven de dormitorios.
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Vacaciones de verano, 2024. Paso la noche en una sala de espera del Instituto Nacional de Cancerología. A mi alrededor veo personas que se confunden con esas sillas viejas. Huele a orines, a pies, a infección. Alguien vomita en una esquina mientras su madre lo consuela. Mi maestro Rodrigo me hablaba de los desechables de la tierra, esos confundidos con la basura de la sociedad. A pesar de estar en un hospital, aquí habitamos una especie de residuo. A las 3 am entro en un cajero y me encuentro con una carpa oculta, en el piso, y en ella un movimiento ascendente y descendente. No veo ningún rostro, pero me perciben. Se detienen. Tengo temor, pero continúo con lo mío y salgo rápido. El movimiento regresa apenas me alejo. De vuelta en el hospital, mi lugar de estacionamiento está ocupado por un hombre sin una pierna. Parece que pasará allí la noche. Desechables, pienso, mientras entro al hospital para enterarme que quieren dar de alta a nuestra paciente, quieren sacarla, reservar su cama para quien sí se salve. Nos desechan también.
*Laboratorio Contra/Narrativas (CIIHu-UAEM)
Foto: Laksmi de Mora. “Basurero”, en Herborizar Berlín. 2023 / Cortesía del autor