

En el municipio de Axochiapan, situado a 103.1 kilómetros de la capital de Morelos donde las tradiciones se entrelazan con la vida cotidiana, Carmela Cigarrero Rodríguez mantiene viva una herencia familiar que ha pasado de generación en generación: la labranza y escamado de cera artesanal para las mayordomías y festividades religiosas.
Originaria de Axochiapan, Carmela tiene 32 años, está casada con Jesús Darío Villanueva y es madre de dos hijas y un hijo. Más que una artesana, es una guardiana de una tradición que ha resistido el paso del tiempo y ha encontrado en la cerería una forma de conectar con sus raíces, honrando la herencia familiar que, desde su abuela, se ha transmitido de generación en generación.

«Soy de Axochiapan, aquí nací y hasta ahorita aquí sigo», cuenta Carmela con orgullo. Nació en la colonia Cuauhtémoc, pero tras casarse se trasladó a la colonia Florida, desde donde continúa con la práctica de la cerería.
Su formación académica se limitó a la primaria, pero su aprendizaje en la elaboración de velas, sirios y figuras de cera proviene de su entorno familiar y la tradición de la mayordomía.
Desde niña, Carmela estuvo rodeada de los aromas y texturas de la cera caliente, observando cómo su abuela y su madre trabajaban pacientemente en la elaboración de velas y sirios. «Mi abuelita era la encargada de esto, igual fue por tradición. Cuando ella murió, se lo dejó a mi mamá y así seguimos hasta ahora», recuerda con nostalgia.
Agregó: «Más que un oficio, esto es un legado. Yo no solo hago cera, yo honro la memoria de mi abuela y de mi mamá», afirma con convicción.

El proceso artesanal: paciencia y dedicación*
Elaborar cera no es solo un trabajo manual, sino una práctica que requiere precisión y paciencia. «El sirio lo hacemos desde el inicio, desde el pabilo. Se va bañando capa por capa, capa por capa, hasta que toma el grosor adecuado. Hay que estar muy pendientes, porque si se enfría demasiado, la cera se endurece y ya cuesta más trabajo cortarla y emparejarla», explica.
demás del sirio tradicional, Carmela también realiza decoraciones detalladas con flores de cera, modeladas a mano o con moldes. «Para hacer una flor, la cera debe estar a una cierta temperatura. Se va engrosando capa por capa hasta lograr el grosor adecuado, porque si queda muy delgada se quiebra. Ya cuando está un poquito media ciega, la moldeamos con las manos para darle la forma que pida el mayordomo: rosas, flores, lo que necesiten».
La minuciosidad de su trabajo se refleja en el tiempo que dedica a cada pieza. «Si trabajamos todo el día sin parar, en una semana podemos hacer hasta 30 sirios completos, con flor y todo. Pero si lo hacemos en tiempos intercalados, entre las labores de la casa y el cuidado de los niños, un sirio puede tardar hasta dos semanas en estar listo», explica.

A pesar de la dedicación que requiere la cerería, en Axochiapan este trabajo no siempre es visto como una fuente de ingresos, sino más bien como un servicio comunitario. «Aquí la mayoría no cobra, aunque hay unos que sí. Muchas veces, las mayordomías nos piden de favor un apoyo, y si la mayordoma puede, nos da algo, pero si no, lo hacemos como parte de la tradición».
Este sentido de comunidad y solidaridad es lo que ha permitido que la tradición de la cerería siga viva en Axochiapan. «No se trata solo de hacer velas, se trata de mantener viva nuestra cultura, de apoyar a quienes organizan las festividades. Es algo que hacemos con el corazón, porque sabemos que nuestra cera ilumina momentos importantes para la comunidad», expresa con orgullo.
El futuro de la cerería en Axochiapan
Aunque por ahora Carmela realiza su trabajo principalmente por tradición, no descarta la posibilidad de convertirlo en un negocio formal. «Si llegara a haber un pedido grande, claro que lo tomaría, porque ya sería algo a lo que me dedicaría más tiempo. Pero por ahora, lo hago por el gusto de mantener viva esta costumbre», señala.

Uno de sus mayores deseos es que sus hijos continúen con la tradición, aunque reconoce que los tiempos han cambiado. «Mis hijos me ayudan cuando pueden, sobre todo cuando hay mucho trabajo. A veces solo observan, pero otras veces ya se animan a hacer algunas piezas pequeñas. Es bonito ver que, aunque todavía son niños, empiezan a entender la importancia de esto».
Además, Carmela sueña con compartir su conocimiento con otras personas para que la tradición no se pierda. «Me gustaría que más jóvenes se animaran a aprender, porque esto no solo es hacer velas, es formar parte de la historia de nuestra comunidad».
Mientras tanto, en su taller casero, Carmela sigue moldeando la cera con el mismo amor y dedicación con los que su abuela y su madre lo hicieron antes que ella, manteniendo viva una tradición que ilumina Axochiapan generación tras generación.
De la tradición familiar al reconocimiento en la cerería

Carmela está habituada al arte de la cerería como una tradición familiar. Sin embargo, nunca imaginó que su trabajo artesanal trascendería las festividades locales y llegaría a ser reconocido en una exposición.
«Yo siempre me he dedicado a esto, pero más que nada para ayudar en las mayordomías y mantener la tradición. Nunca pensé en concursar ni en exponer mi trabajo», cuenta Carmela con humildad. Fue su esposo, Jesús Darío Villanueva, quien la motivó a participar en un certamen de cerería en Cuernavaca.
«Mi esposo ya había concursado varias veces, de hecho, él ha ganado tres veces el primer lugar. Él fue el que me alentó, me dijo: ‘Mira, si tú le echas ganas y haces cualquier pieza, la que te imagines, la que puedas hacer, pues vamos, entramos a concursar y a ver qué Dios dice'», recuerda Carmela.
Al principio, ella dudó en inscribirse. «Yo estaba como con ganas de sí y ganas de no, porque no nada más éramos nosotros, eran varios competidores, y pues yo pensaba que no tenía oportunidad. Pero al final mi esposo me convenció y decidí participar», relata.
Fue gracias a la convocatoria lanzada por el Museo Morelense de Arte Popular (MMAPO) para la XXIV Edición del «Concurso de Arte Popular y Tradicional, Morelos 2024» que Carmela tuvo la oportunidad de mostrar su talento. Este certamen, que busca reconocer y preservar las expresiones artísticas tradicionales del estado, se convirtió en la plataforma que llevó su trabajo a un nuevo nivel.
Para su sorpresa, su pieza obtuvo el primer lugar en la categoría de cerería, consolidando su trayectoria y su dedicación al arte popular.
«Fue la primera vez que gané un premio», dice con emoción. «Mi pieza sigue expuesta en el museo y eso me llena de orgullo, porque es un reconocimiento a todo el esfuerzo y dedicación que le ponemos a nuestro trabajo».
La pieza ganadora: «Tradición y Fe de Nuestro Pueblo”
La obra con la que Carmela ganó el certamen se titula “Tradición y Fe de Nuestro Pueblo”. «Más o menos me imaginé algo tradicional de aquí. Es un círculo, todo relleno de flores, casi como un cáliz, pero al final me salió un poquito diferente y mucho mejor», explica. La estructura mide casi un metro de diámetro, con una rueda de aproximadamente medio metro de ancho.
Lo más impresionante de su pieza es la pureza del color blanco logrado en la cera, un proceso artesanal que requiere paciencia y conocimiento. «Aquí la cera de abeja es amarilla, entonces la ponemos al sol para lograr el blanco. Todo eso lo vamos trabajando poco a poco, porque si la dejamos demasiado tiempo, se bate. Hay que ir tanteando el calor del sol y la temperatura de la cera para lograr el blanco que queremos», detalla.
El esfuerzo detrás del reconocimiento
El concurso en Cuernavaca normalmente se celebra en septiembre, pero en aquella ocasión se adelantó la fecha para el mes de agosto, lo que obligó a Carmela a trabajar sin descanso para terminar su obra.
«Nos avisaron que se había adelantado y ya tenía el cirio base, pero toda la flor y el molde lo hice en una sola noche. No dormí por estar trabajando en la cera, pero valió la pena», dice con una sonrisa.
El jurado quedó impresionado con la variedad de técnicas empleadas en su pieza. «No nada más llevaba una sola figura. Traté de meterle diferentes formas, diferentes trabajos hechos a mano. La flor grande la hice completamente a mano y otras partes fueron con moldes, pero esos moldes también los hacemos nosotros. Lo que les llamó la atención fue que tenía diferentes figuras y estilos en un mismo cirio», explica.
Finalmente, a finales agosto de 2024, durante la ceremonia de premiación del «Concurso de Arte Popular y Tradicional, Morelos, Carmela recibió el reconocimiento oficial por su talento. Para ella, ese momento representó más que un premio: fue la validación de años de esfuerzo y dedicación a un arte que ha sido parte de su familia por generaciones.
La sorpresa de ganar y el futuro de su arte
Carmela nunca pensó que ganaría. «Pues no, no me lo imaginaba. Sabía que mi pieza estaba bonita, pero había otros competidores que también hicieron trabajos muy buenos. Yo lo hice con todo el corazón, pero no esperaba ganar», admite.
Ahora, con su obra expuesta en el Museo Morelense de Arte Popular, Carmela ve su oficio con nuevos ojos. «Me di cuenta de que lo que hacemos no solo es importante para las festividades, sino que también es un arte que merece ser reconocido. Me gustaría seguir participando y enseñar a más gente para que esta tradición no se pierda», dice con determinación.
Desde su taller en Axochiapan, Carmela continúa moldeando la cera con la misma dedicación con la que aprendió de su abuela y su madre. Ahora, además de mantener viva la tradición, también deja una huella en el mundo del arte popular mexicano.
Orgullo personal y de Axochiapan
Este triunfo tiene un gran significado, no solo para ella, sino para su comunidad, pues por primera vez, mujeres ocuparon los tres primeros lugares en esta categoría.
«Es un orgullo para Axochiapan, porque hemos estado trayendo premios y poniendo en alto nuestro pueblo», comenta Carmela.
Este concurso fue histórico para Axochiapan, ya que, por primera vez, todas las ganadoras en cerería fueron mujeres. El segundo lugar lo obtuvo Gloria Zapotitla Reyes de Tlayacapan y el tercer lugar fue para María Azucena Ríos Noriega de Yautepec.
Carmela se siente inspirada por este logro, y también por el apoyo de su familia. «Mi hijo de 11 años y mis dos hijas me felicitaron mucho, y están aprendiendo el oficio», dice orgullosa.
El premio consistió en un reconocimiento y un apoyo económico, que Carmela utilizará para seguir trabajando en la cerería y continuar con la tradición que su madre y su padre le heredaron.
Buscará que otros se sumen a preservar la cerería
Durante una entrevista, se le pregunta a Carmela si existen grupos o asociaciones que fomenten el trabajo con cera, a lo que responde con un rotundo «no». Comenta que la mayoría de las personas que se dedican a esto lo hacen por cuenta propia, sin apoyo ni colectivos que los respalden.
Al ser cuestionada sobre la idea de formar un colectivo para compartir conocimientos, la entrevistada muestra entusiasmo, afirmando que tiene planeado iniciar un taller para enseñar a quien desee aprender.
El taller, previsto para comenzar el 4 de febrero, se llevará a cabo con su propio esfuerzo, aunque contará con el apoyo del gobierno estatal. La meta es capacitar a unas 20 personas, con el fin de preservar una tradición que, según ella, está en riesgo de perderse debido a la edad avanzada de los expertos y el fallecimiento de muchos de ellos.
«Se está perdiendo la tradición de hacer la cera», comenta, refiriéndose a cómo, en tiempos recientes, algunas personas han comenzado a incorporar flores de listón y otros adornos que desentonan con la esencia original de la cera. Para ella, el objetivo es mantener la pureza de la tradición, que consiste en hacer las piezas exclusivamente con cera.
A la hora de animar a otros a participar en su taller, resalta la importancia de aprender esta técnica para rescatar lo que consideran el patrimonio cultural de su comunidad. Asegura que no es difícil, aunque reconozca que al principio puede parecerlo, y destaca que lo importante es la dedicación y las ganas de aprender. De hecho, a lo largo de la charla menciona varias veces cómo el proceso es algo bonito, algo que trae orgullo no solo personal, sino también colectivo.
Finalmente, expresa su deseo de que más mujeres se animen a aprender y a emprender, destacando la importancia de la perseverancia. «Que le echen ganas», concluye, transmitiendo un mensaje de empoderamiento y esperanza para las futuras generaciones que continúen con la tradición de la cera en Axochiapan.
Fotografías: Estrella Pedroza
“Tradición y Fe de Nuestro Pueblo”
Carmela, con su reconocimiento
La cerería requiere de paciencia
Los trabajos de Carmela son deslumbrantes
