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Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda*

Un día como hoy, pero de 1975, un grupo guerrillero realizó un asalto bancario en Cuernavaca. El objetivo fue una sucursal del Banco Nacional de México que se encontraba en la zona conocida como “Casino de la Selva”. Originalmente, agentes de la Dirección Federal de Seguridad (DFS, una extinta policía política a cargo del Estado mexicano) reportaron que empleados del banco identificaron a militantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre como responsables de los hechos; sin embargo, la misma DFS corrigió tal información poco después: se trató de una acción directa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), una escisión del Partido de los Pobres liderado por Lucio Cabañas.

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En sus inicios, las FAR fueron dirigidas por Carmelo Cortés Castro, quien provenía del movimiento estudiantil en la Universidad Autónoma de Guerrero y llegó a ser un destacado elemento del Partido de los Pobres. Cortés y Lucio Cabañas tuvieron diferencias políticas sobre cómo debía organizarse la lucha revolucionaria y ello llevó a un rompimiento. Fue así como surgieron las FAR. Otro liderato importante dentro de la organización guerrillera fue el de Aurora de la Paz Navarro, joven de origen urbano que vivió algunos meses en campamentos del Partido de los Pobres en la sierra de Guerrero. Ahí conoció a Carmelo Cortés, se enamoraron e iniciaron una relación de pareja.

Para 1975 (el año en que se realizó el asalto bancario), las FAR tenían alrededor de 2 años de existencia. Vale la pena mencionar que para las y los guerrilleros no se trataba de un asalto, sino de una “expropiación” de recursos que pertenecían a las clases más desfavorecidas y les habían sido despojados. Así le daban un matiz de legitimidad a su acción: no era un robo llevado a cabo por delincuentes comunes, sino la recuperación de recursos que serían utilizados para financiar la lucha por la construcción de una sociedad más justa.

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Uno de los participantes en la acción fue Valentín Ontiveros Abarca. En documentos de Archivos de la represión (una muy valiosa base de datos disponible en línea) se describe a Valentín Ontiveros como un hombre de “40 años de edad, con muy poca instrucción, pero sabe escribir su nombre, agricultor; originario de San Luis de la Loma, Guerrero”. En esa misma información se señala que Ontiveros estuvo preso en Guerrero y ahí conoció a Carmelo Cortés Castro, el principal líder de las FAR durante su primer periodo de existencia.

Al parecer, fue el mismo Carmelo Cortés quien planeó la “expropiación”. Para ello, se utilizó el domicilio de Valentín Ontiveros ubicado en el fraccionamiento Los Volcanes de la capital morelense. Según se lee en los documentos de Archivos de la represión, Ontiveros estuvo de acuerdo con que un grupo de militantes de las FAR (él menciona la cantidad de 8, aunque el primer informe de la DFS sobre el asalto menciona que los participantes fueron 5) vivieran en su casa durante varios días. En ese tiempo se terminó de planificar el operativo. Carmelo lo encomendó para que asistiera en dos ocasiones al banco (con el pretexto de cambiar billetes por monedas) y hacer trabajo de inteligencia sobre el número de empleados, los métodos de vigilancia, etcétera.

El asalto fue realizado la mañana del 25 de julio de 1975. Durante los hechos murieron dos policías (según documentos de la DFS, sus nombres eran Enrique Hernández Ramírez y Aurelio López Rodríguez) y se consiguió una suma importante de dinero (se menciona un millón y medio de pesos de la época). La acción ocasionó una movilización policial considerable y poco tiempo después fueron detenidos varios participantes. Entre éstos se encontraba el mencionado Valentín Ontiveros y el propio Carmelo Cortés. A partir de entonces, fue Aurora de la Paz Navarro quien tomó el liderato general de las FAR. El dato no es menor; entre las numerosas guerrillas del México de esos años hubo varios casos de militantes mujeres que tuvieron responsabilidades altas, pero, al parecer, Aurora de la Paz fue la única líder principal de toda una organización guerrillera.

Para terminar, no quiero dejar de mencionar que tanto Carmelo Cortés como Aurora de la Paz Navarro sufren desaparición forzada. Hay evidencias de que ambos fueron detenidos por las fuerzas del orden y nunca se les presentó ante las autoridades competentes. Se trata de dos casos, entre muchos otros, de víctimas de un Estado autoritario y represor tan característico de los años sesenta y setenta en nuestro país.

*Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.

La Jornada Morelos

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