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Encuentro Nacional de Corridistas: el poder de la tradición

Para la familia Rubio Zavala: por ese regalo, su amistad.

El próximo sábado 5 de octubre Yautepec será la sede de la 8ª Rueda de San Miguel. Encuentro Nacional de Corridistas. En alianza, El Dichoso Lugar y Casa Tenayo abrirán sus puertas para recibir a corridistas tradicionales provenientes que son herederos de la riqueza de un patrimonio cultural compartido. Hoy escribo una brevísima nota sobre esa historia.

La Rueda comenzó a girar en 2016 como el Fandango de San Miguel para celebrar el 6º Aniversario de El Dichoso Lugar. Espacio para la Cultura y la Tradición A.C. Luego de 8 años la lista de participantes ha sido enorme: Corridistas, agrupaciones, bailadores, poetas, cronistas, artistas, antropólogos, fotógrafos, etnomusicólogos historiadores, centros culturales e incluso documentalistas y televisoras, como el Canal 11, que ha levantado registro de una tradición que se resiste a morir, frente a una poderosa industria cultural que ha instalado tendencias musicales que, paradójicamente, como los narcocorridos y/o el corrido tumbado o urbano, bélicos, progresivos o alterados, han embebido de una tradición a la que muchas veces se le niega y se le desplaza bajo las lógicas de mercantilización y distribución para consumo masivo.

En aquella primera ocasión acudieron: El Tecolote Tradicional de Arcelia Gro, Ángel González y sus Campesinos de la Sierra de Palomas, Guanajuato, Los Laguneros de Tixtla Gro., Grupo Chintete de Almolonga Gro., Jesús y Santiago Castro de Jojutla, Mor., Erick de Jesús y los Cantores del Pueblo, Delfino Maldonado de Tlaquiltenango Mor., Martín Dagio de Morelia Michoacán., Ana Zarina Palafox de Ciudad de México, Ocelotl de Chilpancingo Gro y agrupaciones como Los Plateados y Guasmole de Yautepec.

Cada Rueda ha sido un espacio de encuentro para asiduos y nuevas agrupaciones y corridistas, provenientes de diversos lugares. Solo por mencionar algunos solistas, duetos y agrupaciones como: El Tecolote Mayor, Hernán Nava, Jesús Peredo, Fermín Bello, Andrés Pérez, José Solano, Jonás Romero Moctezuma, Teresa Miranda, Silvino Díaz, Juventino Martínez y Gerardo Martínez, José Carlos Ariza y su abuelo, Juan Antonio Chavelas, Rocío Galicia, Eréndira Reyes, Adriana Yáñez, Margarita Cano, Francisco Campo, Maru Ortega, Alberto Simón, Agustín Romero, Yoringuel Camaño, Jesús y Santiago Castro de Jojutla, Marcelo y Marcelo de Pueblo Viejo, del Mpio. Heliodoro Castillo Guerrero, Francisco y Daniel de Jojutla, Músico de la Mixteca (Ángel del Carmen Gil, Tomás Benito Velázquez), Los Gavilanes del Sur (Don Andrés Pérez, Don Victor Capistrán, Don Delfino Maldonado) de Tlaquiltenango, Los del Bravo de Chilpancingo Guerrero, Los andariegos, Los Tigrillos del Sur, los alumnos del Taller de Guitarra de El Dichoso Lugar, y del Taller La Trova del Sur. Historia y Sentimiento, y por su puesto Alazán y Rocillo de Yautepec.

Todas y todos quienes asisten son importantes, pero hay quienes son verdaderas instituciones culturales en sus comunidades, portadores y guardianes de la memoria, tesoros humanos vivos que enaltecen la cultura popular que, durante aquella jornada, con su presencia desde Yautepec, epicentro enclavado en esta extensa región cultural de México que llamamos El Sur. Al paso de los años, la fiesta derivó en la Rueda de San Miguel. Encuentro Nacional de Corridistas que ha homenajeado esa otra voz que es el canto de la memoria de los pueblos surianos, porque el corrido le canta al amor, pero también es crónica de nuestros días y denuncia contra el agravio, expresión de ese corazón indómito de legado zapatista. Por eso se resiste a morir, y ve con esperanza el surgimiento de mujeres, niños y jóvenes como mantenedores de ese legado que manifiesta su poder en la continuidad de la tradición.

Todo eso ha sido posible gracias al trabajo cultural de la familia Rubio-Zavala, fundadora de El Dichoso Lugar, cuyo abolengo cultural se remonta a generaciones de músicos, trovadores, corridistas, compositores, lauderos y profesores, es decir, la música como fundamento y estilo de vida. Sus redes se tejen por doquier, del bajío a la huasteca, y de Morelos a la tierra caliente. Su prestigio se basa en un trabajo siempre honesto, respetuoso, comprometido, que se manifiesta en una anfitrionía cariñosa.

Mención especial, merece Andrés Rubio Zavala, es un joven músico, activo promotor del corrido suriano, que ha participado en eventos y talleres relacionados con el corrido suriano, género orgullosamente morelense. Rubio Zavala es un apasionado y serio investigador, laudero, y constructor del corazón del corrido, el Bajoquinto, gracias a las enseñanzas de la última mujer que realizaba dicho instrumento, Doña Catalina Castelo en Teopanzolco, Cuernavaca. Tal y como me lo confesó en una sobremesa de los jueves, a él no solo le interesa “cantar bonito”, sino evocar respetuosamente los valores de la tradición, “como a mi me lo enseñaron”, “como nos lo han compartido los Corridistas viejos”, poque la tradición es así, no necesita de adornos, es lo que las “personas viven en sus comunidades”.

Por eso Andrés es receloso con cualquier afán innovador frente a lo que sus maestros le han enseñado. Y tiene razón, las resistencias culturales son resortes de cambio y permanencia en la tradición frente a la dialéctica de la destrucción y la innovación. Como lo he dicho, la tradición no es lo que del pasado permanece inmóvil, intacto, sino lo que de ella sobrevive como expresión vital de la identidad de la comunidad. Andrés Rubio y su mamá, la maestra Rocío lo sabe, por eso su cancionero son dos tabletas digitales en atril y desde 2020, luego de la pandemia, todas sus presentaciones se transmiten. Ese trágico año la fiesta fue posible mediante la plataforma Facebook. La fiesta sobrevivió a la pandemia como siempre persiste la memoria.

Generosos como son, los Rubio Zavala ha hecho que a lo largo de 8 años gire La Rueda de San Miguel en diversos espacios culturales: de El Dichoso Lugar, al Salón Ejidal, La Luna de El Zarco, y en estos tres últimos años en Casa Tenayo. Como me lo han contado siempre con orgullo, el corridista Andrés y la maestra Rocío, su mamá, al son de la tradición, ahí siempre se han dado cita niños, adultos, vecinos, amistades, familiares, transeúntes, curiosos y compas.

Para que la fiesta sea posible, es necesaria la concurrencia de la comunidad. En la tradición no hay competencia, ni beneficencia, hay cooperación. Cada aportación, venta de productos artesanales, rifa o donativo abona al cultivo de una tradición que es memoria viva.

En estos ocho años han sido muchas las personas que han apadrinado, aquí algunas de ellas: Miguel Ángel Gómez Sánchez, Paty y Alfredo, Mary Valdepeña, Fausto Valdepeña, Restaurante “El Faisán”, Papelería El Lapicito, Taller de Laudería Mexicana, abarrotes La Giralda, las siempre solidarias Madres Dichosas, El Gil. Son Michoacán, Jorge Amos, y este año Los Laguneros de Tixtla, Doña Elena Contreras, José Luis Miranda que ha diseñado un bello y entrañable cartel, o Nora Brie, que ha donado un baúl hecho por ella en su técnica de cartonería, así como Julieta Valdez y Octavio Flores, y muchas personas más que han contribuido para que ese día podamos departir desde el corazón. Tú también puedes aportar ese día. Todo suma.

Nos vemos el sábado 5 de octubre a partir de las 13:00 horas en Casa Tenayo (Morelos No 83, Barrio de Rancho Nuevo, Yautepec). Habrá mezcal, cerveza, limoncello, mezcal de pericón, torito suriano y, desde luego, el pozole con espinazo de puerco, rábanos y lechuga, acompañado de corridos, conversación y amistad, con mucho amor.

Larga vida a la Rueda de San Miguel. Encuentro Nacional de Corridistas.