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Jessica Rivera Hamed

En la entrega pasada compartí la primera parte de mi charla con el agente musical, músico y manager, Max Potenza. Hablamos sobre los cambios que trajeron lasnuevas tecnologías y plataformas digitales en la producción musical y formación de públicos, pero, sobre todo, en la distribución de la música.

Después de identificar los principales procesos que aún sobreviven en la industria y los cuáles definitivamente ya no forman parte o no funcionan para posicionar nuestros lanzamientos, también hablamos de los contenidos que se están produciendo y los factores que pueden influir para que una canción “funcione” o sea aceptada por los públicos que consumen en estas nuevas plataformas.

No podemos criticar los contenidos si tantas personas los están escuchando, hay una razón de por qué los escuchan, no podemos decir que son malísimos porque son géneros que no nos gustan, lo mismo pasaba con el rock and roll cuando a los papás no les gustaba, es una cuestión generacional en la que se van encontrando nuevas formas de identificar la música, de reproducirla, y de que esté identificada con un concepto. Uno de los pilares que tienen las y los artistas son los diferenciales que pueda generar un proyecto, a partir de esos diferenciales que pueden ser tanto en la imagen como su música.

Max, considera que más allá de obtener un ingreso a través de plataformas como Spotify, a las y los músicos independientes nos sirven como herramientas de estadística y análisis de consumo, herramientas que nos permitan identificar hacia dónde podemos ir llevando nuestra carrera. No puedo negar que durante la charla me sorprendí con algunas afirmaciones que Max me compartió.

Eso hacen los grandes números, no diría los grandes artistas porque eso depende de qué considera cada quien como un gran artista, pero las y los creadores de contenido musical que tienen grandes números en las plataformas han sabido identificar cómo funciona el data, y a partir de eso generar estrategias de marketing, hoy en día todo es una estrategia de marketing, el poder hacer llegar la música a ciertos lugares y no propiamente la calidad que de los años 60 a los 90 se priorizaba en la música: que tuvieran calidad, que tuviera una buena melodía, la interpretación, la grabación.

Para Max la democratización que trajeron las nuevas tecnologías permite que puedas grabar en casa y a su vez pueda mezclarte un productor en otro país, 

… esta democratización les abrió las puertas a muchas personas que les era complicado producir por la falta de equipo (…) la persona que sepa relacionarse con el fan, que utilice bien sus redes, sus estrategias, pues creo que va a poder conectar con estos diferenciales que debe tener hoy en día un proyecto, sobre todo el diferencial de la identificación con el artista, hay muchos casos como Bruses por ejemplo, que supo conectar perfectamente con su audiencia a partir de tiktok casi involucrándoles como productores a su base de fans, generando canciones y dándoles a elegir la fotografía que se iba a poner en el sencillo, qué letra vamos a postear, hasta qué composición va a ser el primer single de la canción. Este involucramiento es totalmente distinto a lo que alguna vez se ha hecho en la historia de la música, y como ella sabe que hay alcance de llegar a la mano de una persona, pues por qué no lo hacemos partícipe y que se involucre más en el proyecto. 

El reto que Max nos lanza es alto: para lograr subir los números de nuestros lanzamientos en plataformas digitales, no sólo es necesario hacer música, es necesario saber un poco de marketing, de publicidad, de contenidos, y es por ello que detrás de muchos proyectos musicales hay una oficina con responsables para todo, en donde el centro del proyecto no es sólo el artista sino el concepto, y se trabaja para la construcción e impacto de ese concepto.

Queridas, queridos y querides lectores, si quien lee hace música, le invito a esperar la tercera y última entrega no menos interesante que ésta, también hay esperanza.

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