

La maternidad es la capacidad biológica de la mujer para crear vida mediante procesos mezclados entre funciones internas del cuerpo y lenguaje del amor con un individuo masculino que compartirá su información genética para formar un nuevo ser, a pesar de ser, ante los ojos de las ciencias duras, un proceso donde hombre y mujer comparten importancia y responsabilidad, el papel de la madre ha retomado mayor significancia en la percepción social.
Desde culturas más antiguas a la época religiosa, la imagen de la madre es venerada como símbolo de poder, creación y amor siendo honorada en templos que evolucionaron al pasar del tiempo; la importancia de la maternidad fue retomada por la religión como un acto de amor y sacrificio, las mujeres debían ser madres para darle sentido a su existencia, pero además tenían que cumplir un rol que incluso en la actualidad prevalece en el inconsciente colectivo: el sacrificio.
Una mujer que está embarazada debe modificar su vida iniciando con los cuidados enfocados en el buen crecimiento del feto por lo que recibe innumerables instrucciones sobre cómo realizar sus actividades, qué comer, movimientos prohibidos, mulvitamínicos, ropa nueva adaptada a las modificaciones corporales y miles de remedios para sobrellevar los distintos síntomas que surgen por todos los cambios biológicos que experimenta. Las revisiones médicas están enfocadas en ultrasonidos para vigilar el sano progreso del intercambio celular, sin embargo, pareciera estar implícita la prohibición a la queja o dudas de la mujer, algunas sensaciones como el miedo al parto y la incomodidad de los cambios, no caben en la consulta médica.
Los especialistas en salud retoman al embarazo como un proceso donde es importante cuidar el sano crecimiento del futuro bebé pero han olvidado que quien genera esa nueva vida es un ser humano inmerso en dudas y miedo, algunas de ellas no tenían plena intención de ser madres por lo que el proceso puede volverse aún más aterrador; el pensar en un aborto y exponerlo todavía es visto como un insulto pero nuevamente, el debate sobre dicho tema queda reducido a definir si se destruye un grupo celular o es el asesinato de otro ser vivo, olvidando que las razones para realizar un aborto no solo debe basarse en si es el resultado de una agresión sexual, sino que también es válida la negación a la maternidad por cuestiones de planes de vida o simplemente como resultado de experiencias de vida que hacen que una mujer se niegue a ser madre.
Las mujeres no son escuchadas incluso en tiempos actuales, después de una batalla por sus derechos y libertad, siguen siendo percibidas como las principales responsables de una nueva vida desde el momento en que dentro de su vientre comienza su formación dejando atrás sus sueños y miedos, invalidando cada idea o sentimiento para exigir fortaleza y buenas decisiones para convertirse en una madre ejemplar. Durante el proceso el silencio se convierte en una pequeña bola de nieva que acumula ideas que brotan en soledad, creciendo en cada trimestre, en cada visita donde nadie le pregunta cómo se siente porque claramente la felicidad de ser madre no debe dudarse.
Una vez llegado el parto las próximas madres se enfrentan a un sistema -ya sea público o privado- diseñado para salvaguardar la vida de su hijo o hija mediante métodos muchas veces violentos para el cuerpo y psiquis materna, el proceso de resistencia toma un tono más violento, médicos y enfermeras observando la dilatación vaginal en busca del momento de la intervención efectiva para manipular a un cuerpo callado de dolor. Desde tiempos históricos muchas mujeres han perdido la vida durante el parto y aunque la tecnológica ha logrado disminuir estas incidencias, se siguen observando decesos que si son evaluados bajo lupa podemos vislumbrar el abandono médico y psicológico de muchas mujeres que nunca tuvieron la oportunidad de expresarse.

Después del nacimiento, la atención se centra en el recién nacido surgiendo un nuevo verdugo: el pediatra que retoma un papel del padre vigilante que juzga y regaña apoyado por un sistema de salud que entiende a la maternidad como un proceso de lactancia de más de un año para garantizar un futuro sano por lo que una mujer que no puede o no quiere amamantar es víctima de regaños y juzgamiento social pero también médico. El miedo a ser mala madre se acrecienta, pero de igual manera el silencio y la tormenta de emociones sigue creciendo en esa bola de nieve que en algún momento puede provocar un desastre enorme.
Los cambios sociales y la medicina deben retomar las necesidades de las mujeres libres no solo conmemorando un día, también deben retomarse cambios y ver a las madres como individuos que no solo enfrentan cambios físicos y biológicos, hay que escucharlas, quitarles el miedo a decir lo que sienten y dejarlas decidir sin adjetivos degradantes pero además planteando una nueva educación a generaciones futuras, la maternidad no es un sacrificio, es una decisión y una etapa de la vida que se disfruta desde el momento en que se desea.
*Psico nutrióloga
