Las lluvias y sus impactos mixtos
Las lluvias tienen un impacto mixto en varios aspectos de la vida urbana. Sin lugar a dudas producen beneficios porque recargan los acuíferos y las presas de las que nos abastecemos de agua todos los días, pero también producen efectos negativos como inundaciones, enfermedades, tráfico, cortes de energía y pérdidas económicas.
Ya sea por falta o por exceso, pero el agua seguirá siendo un tema estratégico para las grandes urbes como la CDMX, Guadalajara, Monterrey y Puebla. Más aún, ninguna comunidad urbana o rural puede escapar a esa afirmación.
Hace apenas unos meses, en el primer trimestre del año, analizábamos en esta misma columna la amenaza del “día cero” para la CDMX, las presas del Sistema Cutzamala estaban a su nivel más bajo de la historia. Hoy, afortunadamente, las lluvias han comenzado a hacer subir sus niveles, siguen estando muy bajos comparados con los niveles que tienen regularmente a estas alturas del año pero ya han iniciado su recuperación y los pronósticos son alentadores.
Hoy las noticias diarias muestran inundaciones en calles y avenidas, lo que interfiere con el tráfico y causa embotellamientos severos. Algunas áreas con infraestructura deficiente o sistemas de drenaje insuficientes son especialmente propensas a encharcamientos, afectando la circulación y a viviendas y comercios.
Las lluvias incrementan los tiempos de traslado debido a las inundaciones y al aumento del tráfico vehicular. Además, la visibilidad reducida y las calles resbalosas aumentan el riesgo de accidentes. Causan retrasos y cancelaciones en el servicio de transporte público, como el metro, autobuses, Metrobús, rutas y combis. Autos e incluso autobuses pueden quedar atrapados en calles inundadas.
La mayoría de las veces las lluvias fuertes ocasionan apagones debido a la caída de árboles o problemas en la red eléctrica. Y la acumulación de agua estancada en zonas urbanas puede favorecer la proliferación de mosquitos, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por estos insectos, como el dengue, zika y chikungunya.
Todo esto puede generar gastos significativos en atención médica para quienes enferman, y en reparaciones y mantenimiento para los que sufren afectaciones en sus bienes. Esto sin contar con la pérdida de ingresos por faltar al trabajo o simplemente por no poder llegar a tiempo a trabajar, a una cita o a un vuelo, además de que las lluvias pueden disuadir a las personas de salir a comprar, afectando a comerciantes y negocios locales.
Urge un cambio de enfoque y una nueva visión en la política pública. Necesitamos aprovechar el agua de lluvia. Aumentar la capacidad de las áreas urbanas para absorber, almacenar y reutilizar el agua de lluvia de manera natural.
Esto requiere una revisión profunda de la política pública, comenzando por el sistema de drenaje en cada ciudad. En la mayoría de los casos no se tiene la capacidad para desfogar el agua que llueve, apenas y contamos con drenaje sanitario, el drenaje pluvial parece un sueño inalcanzable en la mayoría de los casos, pero es indispensable modelar y simular los escurrimientos y las zonas inundables para adecuar sus capacidades.
Necesitamos hacer obligatorios los sistemas de infiltración sostenible, pavimentos permeables que permitan el paso del agua hacia el suelo, reduciendo la cantidad de escurrimiento superficial. Y también necesitamos diseñar zonas (como parques y jardines o lagos artificiales) donde el agua puede infiltrarse y recargar los acuíferos.
En general, las lluvias en las ciudades tienen efectos mixtos: mientras que son cruciales para la recarga de acuíferos y el alivio de la sequía, también plantean desafíos significativos en términos de infraestructura, salud pública y economía. Una nueva política pública que genere las condiciones para aprovecharla sería un avance monumental en la solución de los problemas generados por la escasez y el exceso de lluvia. #aguaparatodos.
*Profesor, consultor y gerente general de AQUATOR