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Hace poco más de un mes la división de la Organización de las Naciones Unidas dedicada a las mujeres (llamada simplemente ONU Mujeres) anunció que, como nunca en la historia de la humanidad, las mujeres ocupan el mayor número de cargos de alta decisión en el mundo, ya sea como jefas de estado, ministras o como parte de cuerpos legislativos.

Al primero de enero de 2023, el 11.3 por ciento de los países tiene Jefas de Estado (17 de 151 países, excluyendo los sistemas monárquicos), y el 9.8 por ciento tiene Jefas de Gobierno (19 de 193). Estas cifras son muy relevantes si se considera que hace diez años las cifras eran del 5.3 por ciento y el 7.3 por ciento, respectivamente. De todas las regiones, Europa sigue teniendo la cifra más alta de países liderados por mujeres, pues son 16.

Si bien es un aumento significativo, La Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, Sima Bahous, considera que los “datos nos dicen que las mujeres continúan siendo minoría como Jefas de Estado y Gobierno. Siguen estando profundamente subrepresentadas en el liderazgo gubernamental, pues conforman menos de uno de cada cuatro Ministros de Gabinete y los hombres continúan dominando carteras cruciales como las de economía, defensa y energía. 

“Una democracia plena necesita de la participación igualitaria de las mujeres en todos sus procesos. Aun así, la permanente violencia y amenazas —tanto en línea como presencial— que sufren las mujeres líderes, las candidatas y las votantes deterioran el potencial de que sus voces y conocimiento atraigan el cambio tan urgentemente necesario para la recuperación económica y social. El mundo no puede permitirse que continúe esta injusticia. Necesitamos un cambio de paradigma que conlleve una igualdad real.”

Las malas noticias y nuestro estado

Por otro lado, la misma ONU calcula que en 2021, 81 milmujeres y niñas fueron asesinadas intencionadamente en todo el mundo y, más de la mitad, murieron a manos de sus parejas o familiares. Eso significa que cada hora mueren cinco mujeres o niñas por algún conocido.

Nuestro estado no se queda atrás y el INEGI, en su Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) más reciente, calcula que casi el 70 por ciento de las morelenses ha sufrido algún tipo de violencia a la largo de su vida y, casi el 43 por ciento, en el año anterior al levantamiento de la encuesta.

La tendencia hacia la equidad de género, por lo menos a nivel mundial y en cuanto a funciones claves para los Estados, está claramente en aumento pero, a nivel local, hay mucho qué hacer y, entre las tareas pendientes, se encuentra la reeducación social: la actualización de los paradigmas comunitarios cuyo arraigo hace que las propias víctimas aboguen a favor de sus agresores cuando interviene la autoridad.

Lo anterior sucede constantemente y, recientemente ocurrióen Tepoztlán, como acusan colectivas feministas quienes le reprochan a la autoridad no haber ejecutado los protocolos de atención a víctimas de violencia de género y, en lugar de eso, dejaron ir libre al agresor en compañía de su víctima, ahora convertida en su defensora. Indudablemente hay todavía mucho qué hacer en esta materia y no todos los cambios pueden partir de las leyes y de los actos de autoridad.