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La Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, a través del Archivo Histórico Digital del Estado de Morelos ha resguardado una serie de documentos fundamentales para la historia del estado; así mismo, bajo la guía de Laurence Coudart y Jaime García Mendoza se compiló un volumen titulado Periódicos católicos y anticatólicos del estado de Morelos (UAEM, 2014).

Dentro de su catálogo, encontramos “El Despertador, un periódico semanario de religión, ciencias, literatura y variedades”, su primer número corresponde al 1 de enero de 1896. Se trata de un ejercicio periodístico comprometido con los ideales del positivismo, el más evidente de ellos es la confianza excesiva en la razón.

La ficha incluida por el archivo señala como consecuencia de este fundamento epistemológico la confrontación con el semanario católico “El grano de arena”, dirigido por José Donaciano Rojas, cuya aparición corresponde a marzo de 1896 en Tepoztlán. De Donaciano Rojas se sabe que fue sobrino del nahuatlato tepozteco Mariano Jacobo Rojas, además fue propietario de una imprenta que, precisamente, publicó diversas obras de Robelo, entre ellas la Toponimia tarasco-hispano-nahoa en 1902.

En la confrontación de estas publicaciones se puede leer parte del ambiente intelectual de Morelos a finales del siglo XIX, matizado por la pugna abierta por liberales, científicos y conservadores desde la época de Reforma y durante el Imperio de Maximiliano, periodo en donde el estado de Morelos fue protagonista.

Cecilio Robelo aparece como director, redactor, traductor y editor de la publicación, lo que nos permite comprender su vocación universal (propia del positivismo), su capacidad intelectual, además de su compromiso por las letras. Dentro de los títulos que figuran en el índice del periódico resaltan “El catolicismo enemigo de la inteligencia”, “El Catolicismo es obstáculo para el progreso” y “Excomuniones y matanzas del Catolicismo”. Lo que deja claro la línea editorial del semanario y la mirada crítica de Robelo y sus allegados.

En la presentación del semanario, Robelo consigna con un tono demasiado rudo para nuestra época: “…la consideración de que con el opúsculo hemos contribuido, aunque con exigua parte, á difundir la luz entre las clases ignorantes ó fanáticas de nuestra sociedad” (sic.) Como era de esperarse, en un país con una población mayoritariamente católica, los ataques no se hicieron esperar, a lo que la redacción responde “La prensa de los Estados, como Zacatecas, Veracruz y otros no menos valerosos, han dado la voz de alarma, y se han apresurado á señalar el borde del abismo hacia donde se nos empuja, y donde, precipitados, apenas podríamos vislumbrar los resplandores de la Reforma que nos legara JUÁREZ, y de la Paz, que con vigorosa mano, ha implantado en la República el Gral. DÍAZ”(sic.).

Por su parte, El semanario El grano de arena, después de ajusticiar a Voltaire y sus seguidores, responde de manera irónica: “¡Pueblo! He aquí hasta donde te llevan los que se llaman tus redentores. ¡Pobre Pueblo! Ya tienes un Despertador” (sic.), en una alusión directa al semanario dirigido por Robelo.

La dinámica intelectual, de la que daban cuenta estas publicaciones, es un testimonio de la vitalidad del ambiente cultural del estado de Morelos a finales del siglo XIX, en donde verdaderos gigantes intelectuales, como los nahuatlatos Cecilio Robelo y Mariano Rojas, libraban batalla armados con la transparencia que adquieren las letras a la luz de la publicidad.

* Profesor de tiempo completo en el Colegio de Morelos.

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