La naturaleza del poder político en Maquiavelo
A: MGSC
“Para el gobierno efectivo no importa tanto el Estado que debiera existir sino el
que existe de hecho.” Villoro (1997)
Podemos identificar la obra de Nicolás Maquiavelo como la de un precursor de la ciencia política. Un anticipado porque supo observar y analizar, con desacostumbrada objetividad para su tiempo, las conductas útiles para obtener y mantener el poder en un exitoso principado.
En contraste, se vislumbra un amplio desacuerdo entre la interpretación de los contenidos de dos de sus obras, indispensables para entenderlo. Dado que, entre: El Príncipe y Los Discursos de la Primera Década de Tito Livio se puede leer una permanente tensión conceptual entre dos fuerzas divergentes y contrapuestas.
Son dos las caras o tradiciones del pensamiento político, que Maquiavelo nos presenta. La cara de la tradición monárquica y en contra, la cara de la tradición republicana. Al igual que el Jano mítico Nicolás Maquiavelo tiene como autor la capacidad de urdir dos caras que son sólo en apariencia opuestas y que encuentran explicación en una lectura atenta y cuidadosa.
Un discurso es el que describe el poder al desnudo, en sus diferentes formas y manifestaciones, tal cual era, en los hechos crudos de la práctica política de su tiempo. Sin establecer ni juzgar el valor moral de las acciones, sino solamente la conveniencia o no, de los actos necesarios para obtener y conservar el poder. Esta es la lectura más conocida, aunque me temo, con cierta frecuencia superficial, y en no pocas ocasiones banal.
El otro discurso, menos estudiado, revela la naturaleza republicana de la cara opuesta. Se ocupa en reflexionar sobre el tema del bien común como un valor que corresponde a la práctica política republicana, a esa tradición del pensamiento político que se ocupa de la “cosa pública” donde lo común y lo comunitario están a debate. Este es el rostro que se pone de manifiesto en el contenido del libro: Los discursos de la Primera Década de Tito Livio.
En cambio el poder en El Príncipe es abordado con una visión objetiva, descriptiva y funcional, despojada de valores morales. Este es su aporte central, el enfoque descriptivo de los hechos políticos en torno al poder, valorando sólo su eficacia para obtenerlo y conservarlo.
Esta eficacia práctica requiere en ocasiones subordinar las convicciones morales ante las conveniencias políticas, son los medios para lograr un fin. En contraste con las teorías política de su tiempo que eran, o bien de carácter prescriptivo, o bien de naturaleza normativa, pero siempre ubicadas en el mundo del deber ser. Que con frecuencia servía de sustento y justificación a las prácticas políticas cortesanas de la tradición monárquica absolutista, fundadas en una designación divina y sometimiento voluntario del cortesano.
Maquiavelo se deslinda de los autores anteriores, al establecer la diferencia entre lo que es la naturaleza del poder real entre las gentes y no lo que debería de ser en el mundo de las ideas, que en ocasiones resultan contraproducentes. Dice Maquiavelo:
“muchos han imaginado repúblicas y principados que nunca vieron ni existieron en realidad. Hay tanta distancia de cómo se vive a como se debería vivir que el que deje el estudio de lo que se hace para estudiar lo que debería ser aprende más bien lo que debe obrar su ruina, qué lo que debe preservarle de ella; porque un hombre que en todas las cosas quisiera ser profesión de bueno entre tantos que no lo son, no puede llegar más que al desastre. Por ello es necesario que un príncipe que quiere mantenerse aprenda a poder no ser bueno, y a servirse de ello o no servirse según las circunstancias.” El Príncipe, XV.
El poder en la visión de Maquiavelo se justifica sólo por sí mismo y es la
expresión base y sustento del Estado absoluto regido por un príncipe. Maquiavelo resulta ser también precursor al nombrar uno de los conceptos cruciales de la modernidad naciente que llega hasta nuestros días, (lo Stato), el Estado, (Villoro [1]).
Maquiavelo establece los cimientos para identificar el papel de los cinco componentes estructurales del poder. Estos cinco vectores son: 1 dinero,
2 política, 3 religión, 4 milicia, 5 ciencia y técnica. Para el perspicaz florentino estos aspectos asoman, como un anticipo al “Pentágono del poder” que describirá cinco siglos después Lewis Mumford en su obra: El mito de la máquina en dos volúmenes, Técnica y desarrollo humano (1967) y El pentágono del poder (1970).
El reto actual consiste en lograr integrar política, economía y moral desde la perspectiva del humanismo mexicano. El fin sólo justifica los medios cuando la autoridad moral de los líderes es consecuente con el lema que dice que: para mandar hay que saber obedecer, y este lema rebasa con mucho la concepción de Maquiavelo y sus seguidores. La Moral es la forma real en la que actuamos ante los demás. ¡La Política y la Moral van unidas o no van!
*www.braulio-hornedo.com
[1] Villoro, Luis, El poder y el valor, FCE, 1997