

A la libertad por el saber. Si el pueblo no puede ir a la universidad, es la universidad la que debe ir al pueblo

Antonio Caso, Alfonso Reyes y José Vasconcelos, fueron miembros destacados de la generación que en 1906 participara en la revista Savia Moderna; en 1907 crearon la Sociedad de Conferencias; en 1909 fundaron el Ateneo de la Juventud que pasará a llamarse en 1910 Ateneo de México. Un fruto perdurable de estos jóvenes fue la creación de la Universidad Popular Mexicana en 1912. Dice Alfonso Reyes en un texto titulado: Misión y propósitos de la Universidad Popular Mexicana:
“La escuela primaria no puede satisfacer las necesidades espirituales de ningún hombre actual. Para lograr este anhelo de mayor cultura, los privilegiados de la sociedad cuentan con escuelas superiores y profesionales. Mas los no privilegiados, que forman el pueblo, como tienen que atender de preferencia al diario sustento, no van a la escuela. Si el pueblo no puede ir a la escuela, la escuela debe ir al pueblo. Esto es la Universidad Popular: la escuela que ha abierto sus puertas y derramado por las calles a sus profesores para que vayan a buscar al pueblo en sus talleres y sus centros de trabajo.”
La misión de la Universidad Popular Mexicana fundada por los ateneistas se puede resumir así: “Si el pueblo no puede ir a la universidad, la universidad debe ir al pueblo”. Los requisitos y trabas que impone la educación escolarizada, con sus programas de estudios, se transforman en grados certificados para un ascenso trepador sin fin, donde todos quieren ser más que los demás. Los títulos se convierten en obstáculos educativos para la gente adulta que no los posee. Estos escollos no son impedimento para la Universidad Popular, que busca atender las necesidades específicas del pueblo, de los obreros y campesinos, en sus propios centros de trabajo.
Continúa Alfonso Reyes: “La Universidad Popular y las escuelas superiores siguen, pues, aunque por caminos distintos, una misma tendencia. Como las escuelas superiores, la Universidad Popular se dirige más bien a los adultos y la escuela primaria se dirige a los niños. Más, en tanto que las escuelas superiores confieren títulos y grados de médico, de ingeniero, o abogado, la Universidad Popular no confiere título alguno. Y si las escuelas superiores tienen que confinarse dentro de cierto orden y aun de cierto número de enseñanzas relacionadas con una carrera en particular, la Universidad Popular, en cambio, es más amplia y elástica, es como un Proteo de la enseñanza que puede adaptarse a todas las formas.”

Este multiforme Proteo se adecua a las diversas necesidades de aprendizaje de la gente. A diferencia de las Universidades escolarizadas, que ponen el énfasis en la enseñanza y producen, en una especie de proceso industrial las llamadas investigación y docencia. El fetiche de la mercancía conocida como universitarios titulados. La Universidad Popular en cambio, “no cree en las torres de marfil: le interesan profundamente, y los comparte, el dolor que grita por la calle”.
Queda establecido que la Universidad Popular no es una escuela técnica universitaria como las de nuestros días, que consagra la certificación de la enseñanza para producir profesionales debidamente escolarizados que anhelan un título, un empleo y un automóvil, listos para ser enrolados en las nóminas del capital. La Universidad Popular, en contraste, era una escuela abierta y gratuita para todos los interesados en aprender, sin más requisito que la voluntad de aprendizaje. La Universidad Popular se proponía entonces, como una escuela para la preparación de ciudadanos en una sociedad democrática, en el amanecer del proceso de la Revolución Mexicana. La Universidad Popular fue pensada para la gente común, con el propósito de formar a ciudadanos libres y no para satisfacer las necesidades del mercado.
La manida democracia, de la que tanto se habla desde los abuelos griegos, hasta nuestros días en el primer cuarto del siglo XXI, no viene, al decir de Alfonso Reyes: “de la clava de Hércules, sino de la cabeza de Atenea: la democracia se alcanza enseñando y aprendiendo, porque la libertad política, como todas las libertades, baja del espíritu.”
El año de 1943 Caso, Reyes y Vasconcelos fundan El Colegio Nacional como una cristalización de los anhelos de aquellos jóvenes que 30 años antes idearon para la Universidad Popular Mexicana (UPM).

Iván Illich 23 años después constituye en 1966 el Centro Intercultural de Documentación CIDOC de Cuernavaca. Para 1994 Ricardo Guerra funda en la que fuera casa de Rosario Castellanos el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos CIDHEM. En 2015 se decreta la creación de El Colegio de Morelos continuando así esta tradición del pensamiento humanista que hemos señalado desde la UPM en 1912.
El Colegio de Morelos se ha dado a la tarea, 112 años después de fundada la UPM de tomar la estafeta y continuar con esta tradición del pensar humanista al formar la Universidad Virtual Autogestiva Iván Illich, a fin de atender a toda persona interesada en aprender desde “aulas virtuales” en todos los municipios del Estado de Morelos, bajo el lema que constituye su denominador común: A la libertad por el saber.
*www.univirtual.mx
