Desde el legado de los saberes de la antigüedad se recorrió un camino que luego delineó la forma de las ciencias, de cada una de las disciplinas científicas. En un proceso complejo de rupturas y continuidades, los saberes de la ciencia se mostraron en forma de técnicas específicas, y esto tuvo la principal consecuencia de una hiperespecialización de cada área. Rosa María Medina Borges nos dice “la ciencia moderna disciplinó los conocimientos”. Esto es evidente para las ciencias de la complejidad y el pensamiento complejo.
Precisamente, hace unos días leía El perfil del hombre y la cultura en México de Samuel Ramos y me percataba de esta especie de discusión por encauzar el análisis ya sea como parte de la psicología social, o bien, de la filosofía, de la antropología, etc. Es un texto escrito en 1934, pero es claro que había desconcierto y discusión respecto de “dónde encajar” al momento de escribir sobre una determinada realidad. Imagino que las y los lectores potenciales desde luego precisarían de esta necesidad dada la construcción disciplinar de la academia. De lo contrario, simplemente el texto sería catalogado como “no científico”. A tantas décadas de distancia esto sigue pasando en la academia.
Nos hemos quedado con la costumbre de entender necesariamente bajo diversas áreas las múltiples realidades; de lo contrario, no se les da el estatus de conocimiento. Pero hoy es urgente otra visión, pues la realidad y su interpretación no es dada. Hoy queda claro que no es inamovible, que es solo parcialmente objetual y que es necesario un constante cuestionar para hacer las múltiples lecturas de lo que es real y a su vez darle una nueva configuración.
En estas tareas se juega el conocimiento que debe ponerse en primer lugar en los tiempos actuales, donde ciertamente han hecho crisis las realidades seguras a las que nos habíamos acostumbrado.
Para ello necesitamos una apertura y voluntad epistémicas. Como señala Rosa María Medina, es necesario que quienes estamos dedicadas/os a la investigación hurguemos en esos resquicios o entresijos de las fronteras o bordes de las disciplinas para cuestionar y sacudir una cierta hegemonía de los métodos de investigación tradicionalmente utilizados. Es un reto en las ciencias sociales porque desde luego ello implica cuestionar los lugares seguros de los “métodos cuánticos y racionales”.
Parece que hay propuestas muy importantes que ya se están echando a andar, sobre todo si se considera que la educación, la investigación y los conocimientos son elementos engarzados, no son entes aislados. Una de esas propuestas es la Nueva Escuela Mexicana, que pone al centro la experiencia del alumnado y no la jerarquía del saber de la planta docente bajo un esquema autoritario y tradicional. Las personas docentes serían un mero transmisor y guía. Otro ejemplo los programas de ciencia de frontera del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
Es claro entonces que, como señala Medina Borges, en el contexto de esta cuarta revolución tecnológica nos estamos enfrentando a un mundo inestable, pletórico de incertidumbres y crisis que están afectando la vida, o a los sistemas vivos y no vivos, en sus múltiples dimensiones.
Y que para poder dar cuenta de los fenómenos emergentes es necesario también salirse de los lugares cómodos, estables y seguros que nos había dejado la división disciplinar. Hoy es plausible que para un suceso económico se revisen no solo cuestiones de economía, sino también desde la filosofía, la biología, la inteligencia artificial y el procesamiento de información, desde luego la política, etc. Ya que, como sentencia Medina: “solo las ciencias y los científicos (comprometidos con la vida) que emerjan con propuestas más consonantes a tal multiplicidad, lograrán encontrar respuestas a problemas insolutos y nuevas interrogantes.”
*Red Mexicana de Mujeres Filósofas / El Colegio de Morelos