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Germán Iván Martínez*

Me enteré de la existencia del CIDHEM siendo coordinador general de grupos de trabajo de la Región Centro-Sur de la ANUIES. Trabajaba entonces para la UAEMéx y, al ser egresado de la licenciatura en filosofía y laborar en una instancia relacionada con la educación superior, estaba en la búsqueda de una institución para cursar un posgrado que no fuera profesionalizante, sino que estuviera centrado en la investigación. En una reunión de la Red de Educación Abierta y a Distancia, efectuada a finales del año 2000 en el INAOE y en la que participó por el CIDHEM el Dr. David René Thierry, éste me convenció de inscribirme en la maestría en enseñanza superior que ofrecía el Centro.

Asistí al CIDHEM aprovechando que, como parte de mis funciones, debía llevar algunos documentos a su director general, el Dr. Ricardo Guerra. A él le externé mi interés de estudiar allí mi posgrado. Me presentó al Dr. Luis Tamayo, entonces director académico, quien no sólo me orientó para realizar el proceso de inscripción correspondiente sino quien, años más tarde, dirigiría mi tesis doctoral.

Como estudiante del CIDHEM, valoré enormemente la posibilidad de elegir mis horarios y también los cursos y seminarios requeridos para cubrir la totalidad de créditos exigidos en el plan de estudios. Esto me permitió optar no sólo por asignaturas relacionadas con la pedagogía y la educación, sino también por otras relacionadas con disciplinas esenciales: historia, arte, literatura, antropología, poesía, filosofía, psicoanálisis… Parte de mi experiencia la relaté en su momento en La Jornada Semanal: (https://www.jornada.com.mx/2014/07/20/sem-german.html).

Destacadas maestras y maestros trabajaron en el CIDHEM. Otros más fueron convocados para participar en importantes actividades académicas: Pablo González Casanova, Álvaro Matute, Ambrosio Velasco, Elsa Cross, Federico Patán, Octavio Rodríguez Araújo, Isidro H. Cisneros, Graciela Hierro, Antonio García de León, Ricardo Pérez Montfort, Pablo Escalante, Alejandro José Chao Barona, Alberto Constante, Enrique Moreno y de los Arcos, Ángel Xolocotzi, Francisco Gómez-Arzapalo, Gloria Villegas, Evodio Escalante, Eliana Albala, Mauricio Beuchot, Rosa Verónica Peinado, Carlos Montemayor, Libertad Menéndez, Leticia Moreno, David René Thierry, Antonio Ruiz Taviel de Andrade, Rodolfo Stavenhagen, Eduardo Matos Moctezuma, Alfredo López Austin, Héctor Jacinto Pino, Adriana Yáñez, Luis Tamayo, entre otros muchos.

El CIDHEM, creado en 1994 como un organismo descentralizado del Poder Ejecutivo, con plena autonomía jurídica, instituido con el objeto de fomentar y apoyar la investigación cultural, social y humanística de alto nivel; la educación en humanidades y ciencia sociales, y extender los beneficios de la cultura, fue una institución prestigiosa y reconocida, que comenzó a sufrir una serie de embates provenientes no de la academia sino de la política estatal y nacional. Esto, luego de la muerte de su director general. Ricardo Guerra, integrante del Grupo Hyperión, director en dos periodos de la Facultad de Filosofía de la UNAM e igualmente titular del Instituto de Cultura de Morelos, estuvo al frente del CIDHEM durante trece años, hasta su fallecimiento en mayo de 2007. Tres meses después de su muerte, aparecería publicada la reseña que preparé a propósito de su último libro: (https://www.jornada.com.mx/2007/08/26/sem-leer.html).

Recordemos que, en México, desde el año 2000, gobernaba el Partido Acción Nacional (PAN) y en Morelos era gobernador por ese instituto político Marco Antonio Adame, quien comenzó el secuestro de aquella institución y el aniquilamiento de un proyecto. Se vivió entonces, como lo señaló Octavio Rodríguez Araújo (https://www.jornada.com.mx/2009/03/26/opinion/020a1pol), la “desacademización” del CIDHEM y su reconversión panista. Vinieron las destituciones, de los miembros de la Junta de Gobierno y del propio Dr. Tamayo, cuya persecución narra muy bien Gregorio Morales Avilés (https://plazadearmas.com.mx/el-terror-de-la-persecucion-en-defensa-de-luis-tamayo/). Pese a que el CIDHEM había alcanzado, de manera formal, plena autonomía jurídica, académica y administrativa en 2009, de forma real se vivía el secuestro de una institución y se desconocían los vínculos con otras instituciones, entre ellas la UNAM.

Como estudiante, me tocó advertir la evolución de la institución, pero también su asolamiento. En enero de 2013, luego de haber cursado mi maestría y doctorado, presenté mi examen de grado. Un año más tarde, me enteré de que el CIDHEM había sido extinguido, siendo gobernador de Morelos Graco Ramírez. En 2015, supe que había nacido El Colegio de Morelos (ColMor).

A finales de ese año, regresé con el propósito de estudiar un posgrado en historia y, estando precisamente en el área de servicios escolares para tramitar mi ingreso, mi otrora maestro, director de tesis y recién nombrado rector del ColMor., me hizo una invitación para sumarme a la institución, pero no como estudiante sino como docente. Acepté con gusto y por varias razones. El Colegio de Morelos:

  1. Recuperaba (y renovaba) los ideales y finalidades educativas del CIDHEM.
  2. Procuraba un acercamiento sistemático a la compleja realidad del país y del mundo, centrado en la resolución de sus grandes problemas: calentamiento global, degradación de los suelos, sobrepoblación, enfermedades emergentes, depredación, consumismo, crisis energética, financiera, alimentaria, hídrica, científica, educativa, política, social, etc.
  3. Defendía el paradigma de la sustentabilidad, con el propósito de generar una relación más armoniosa entre el ser humano y la naturaleza. Con el impulso del Dr. Tamayo, se construía en aquellos años una institución educativa sin emisiones de gases de efecto invernadero, que contó con un huerto de hortalizas en la azotea, apostándole con ello no sólo a una educación integral sino también a la conciencia ambiental, el fomento de hábitos saludables, la reducción de la huella de carbono y el apoyo a la economía circular.
  4. Se volvió un referente en el manejo de recursos, pues en la institución había contenedores para basura orgánica, papel, vidrio, metal y plástico. También había un contenedor de pilas (alcalinas, de reloj, celular, computadoras, etc.).
  5. Promovía el ahorro del agua (en aquel momento estaba por operar un sistema de captación de agua pluvial) y contaba con una composta a partir de los residuos orgánicos producidos.
  6. Le apostaba a la eficiencia energética y a una menor dependencia de la red eléctrica. Y es que, gracias al uso de celtas fotovoltaicas de última generación, el ColMor pretendía, desde hace una década, la transformación de energía solar en eléctrica, haciendo patente su compromiso con el ambiente, promoviendo la independencia energética y posicionando a la institución como líder en innovación tecnológica y sostenible.
  7. Rompía con un modelo de educación disciplinar (y por tanto tradicional), apostándole a la visión crítica y el trabajo inter y transdisciplinario. Hay que destacar que el ColMor ofreció el primer posgrado en estudios de la complejidad en el país.
  8. Defendía, explícita y rotundamente, su genuino interés por la generación de conocimiento de frontera.
  9. Procuraba la formación de nuevos investigadores, la participación de éstos en proyectos de investigación y redes de colaboración.
  10. Contaba con convenios y acuerdos de cooperación académica con reconocidas instituciones educativas, nacionales y extranjeras.

Trabajé en el ColMor durante tres años. Tuve la fortuna de que algunos condiscípulos y maestros fueran mis colegas. Mi regreso, siempre lo dije, no sólo fue para enseñar sino para seguir aprendiendo. Atendí cursos y seminarios tanto en licenciatura como en posgrado. Dirigí tesis cuyos sustentantes obtuvieron el grado con mención honorífica. Sin embargo, luego de que coaccionaron a su primer rector para que renunciara, tan pronto se volvió común el acoso, la difamación y la persecución hacia muchos de sus docentes; luego de la reducción unilateral del salario a sus profesores, la renuncia de varios de ellos (https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2019/3/29/historiadores-renuncian-al-colegio-de-morelos-por-condiciones-denigrantes-222500.html) y los despidos injustificados que sembraron desconcierto e incertidumbre, en 2019 decidí alejarme, de manera voluntaria pero determinante, de una institución que había perdido el norte y que hacía naufragar un proyecto promisorio y optimista.

¿Qué viene para el ColMor? El tiempo lo dirá…

* Doctor en Enseñanza Superior. Actualmente se desempeña como Subdirector Académico de la Escuela Normal de Tenancingo (Estado de México) y asesor pedagógico del Centro de Psicoterapia y Formación Humana (Proyecta).