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Medicina personalizada para una sociedad igualitaria

 

Para muchos, ver crecer a hijos y nietos, disfrutar de una vida larga y plena, sentir el frío o el calor de la mañana según la estación, despertar sin dolores y vivir sin enfermedad no es un deseo menor, sino una verdadera aspiración en los límites de la fe. La historia de la humanidad es también la historia de las enfermedades que han diezmado pueblos enteros. Para muestra y reflexión están las pandemias del COVID 19, influenza, inmunodeficiencia VIH y otras más, ocurridas recientemente.

El combate a las enfermedades infecciosas ha sido una lucha constante de la cual hemos aprendido desde las más elementales normas de higiene hasta la identificación de los agentes biológicos causantes de ellas, sean bacterias, hongos o virus. También hemos aprendido a combatirlos con antibióticos derivados de otros organismos o sintetizados en laboratorios farmacéuticos. Pero quizá, entre los saldos de pandemias, resalta el descubrimiento de nuevas tecnologías médicas. Las vacunas de mRNA (Ácido Ribonucleico mensajero) descubiertas en los años de la pandemia del COVID, enseñaron un principio científico que hoy está siendo aprovechado para un número mayor de aplicaciones entre los cuales están el combate al cáncer de páncreas, VIH, malaria, tuberculosis, así como en terapias contra el colesterol alto y enfermedades degenerativas como el Parkinson. Prevenir la enfermedad y controlarla va de la mano con los descubrimientos científicos.

Los seres humanos también somos afectados por las enfermedades hereditarias. Estas provienen de la alteración de un gene o varios genes que se han transmitido por generaciones de padres a hijos afectando su salud. El catálogo OMIN (Herencia Mendeliana en el Hombre), iniciado por Víctor McKusick en Estados Unidos en los años setenta del siglo pasado tiene registradas poco más de 5,000 genes asociados con alguna enfermedad hereditaria. Algunas de las enfermedades hereditarias se manifiestan tempranamente en el desarrollo del individuo, pero en otros casos, en la adultez o en la vejez. La frecuencia de estas enfermedades es variable en la población mundial, pero existen enfermedades cuyo componente genético se desconoce o aparecen en una baja frecuencia en la población por lo que se consideran raras. En México y en el mundo esta es un área con un interés creciente dada la desatención de estos pacientes, que a menudo pasan muchos años sin saber la causa de su enfermedad.

La secuenciación del genoma humano presentada en el año 2000 despertó amplias expectativas en la medicina. Se tenía la esperanza de encontrar curas para el cáncer y otras enfermedades no transmisibles que, aunque no se han hallado hasta hoy si han originado un buen número de tecnologías médicas que están cambiando los tratamientos. Ciertos tipos de cáncer como leucemias, linfomas, y mielomas se han tratado con éxito con inmunoterapias que incluyen la modificación de los linfocitos T mediante ingeniería genética. En esta terapia, llamada CAR-T por sus siglas en inglés: Chimeric Antigen Receptor T-Cell, los linfocitos modificados son capaces de reconocer y destruir las células cancerosas, una vez reintroducidos en el paciente.

La medicina moderna avanza cada día hacia tratamientos personalizados o de precisión, basados en el conocimiento del genoma humano. A diferencia de la medicina tradicional, que aplica enfoques uniformes, la medicina personalizada adapta las terapias según el perfil genético, el entorno y el estilo de vida de cada paciente. Para ello, es fundamental contar con información genómica individual y poblacional, que permita identificar variantes asociadas a enfermedades como el cáncer, la fibrosis quística, la diabetes, y el descubrimiento de nuevas asociaciones genéticas.

En los próximos años, la medicina personalizada tiene el potencial de transformar la atención médica, ofreciendo tratamientos más eficaces y específicos. Para hacerlo realidad, será necesario invertir significativamente en todos los procesos médicos, desde la formación de especialistas hasta la creación de biobancos con información genómica de la población mexicana, la digitalización de expedientes médicos y la aplicación de inteligencia artificial para analizar grandes volúmenes de datos. Sin embargo, quizá el mayor desafío sea garantizar que estos avances lleguen a todos, promoviendo una medicina equitativa y accesible.

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Víctor Manuel González