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No a la normalización de la violencia social

La comunidad del INSP está de luto por la trágica muerte de tres miembros de la sociedad morelense, dos de ellos integrantes de nuestra institución. Estamos indignados, debemos levantar la voz para que la sociedad en su conjunto no se acostumbre a las acciones cotidianas caracterizadas por la agresión, en sus diversos grados y formas. Nuestro trabajo diario es en favor de la salud, un ámbito que toca los valores más profundos de una sociedad, aquellos que tienen que ver con la dignidad de la vida humana. A este respecto, la vida alcanza su valor más alto cuando es vivida por ciudadanos dignos, tanto en su ser interno como en los actos mediante los que orientan su tendencia natural hacia el bien común. Debemos asumir una actitud digna, que es la de respetar a cada uno de los miembros de la sociedad y tomar en consideración sus derechos y sus valores humanos, como si fueran los nuestros.

Eduardo C. Lazcano Ponce

Director General del Instituto Nacional de Salud Pública

Monitoreo de covid-19 en aguas residuales

Astrid Schilmann, Andrés Sánchez Pájaro, Tonatiuh Barrientos Gutiérrez*

El covid-19 nos enseñó la importancia de monitorear las enfermedades contagiosas. Cuando las personas se hacen una prueba de PCR o de antígeno para identificar si tienen el virus y si deberían aislarse, la información obtenida es analizada por la Secretaría de Salud. Esta información permite determinar si la epidemia está aumentando o disminuyendo, y qué lugares están siendo los más afectados. Saber esto es muy importante, porque permite sustentar las decisiones que al respecto se toman en el ámbito nacional, así como las acciones específicas que se llevan a cabo en cada lugar.

El virus SARS-CoV-2, que produce la enfermedad covid-19, se comporta de forma interesante. Cuando entra en el cuerpo empieza a multiplicarse, pero inicialmente no provoca síntomas, de tal modo que pueden pasar varios días antes de que un individuo se dé cuenta de que está enfermo. Es posible detectar el virus con una prueba de PCR en la nariz o la garganta aun antes de que las personas presenten síntomas. Pero así como se puede encontrar el SARS-CoV-2 en el sistema respiratorio, también se le puede hallar en el sistema digestivo y, por lo tanto, en las heces fecales. Aunque no se desarrollaron pruebas para detectar el virus en las heces, el hecho de que éste pueda localizarse en la materia fecal permite emplear otros sistemas para monitorear el avance de la epidemia.

Cuando vamos al baño, las heces se van por el sistema de drenaje y llegan a las plantas de tratamiento de aguas residuales o aguas negras. En estas plantas se concentran las aguas de cierta área; por ejemplo, en el estado de Morelos la planta Acapantzingo recibe las aguas de alrededor de 300 mil personas del municipio de Cuernavaca. Aunque podría parecer que las aguas negras son sólo un desecho, en realidad tienen un gran valor porque contienen información sobre los virus y bacterias que están presentes en la población. A la disciplina que estudia ese conjunto de datos se le llama “epidemiología de las aguas residuales”.

Para hacer una investigación epidemiológica en aguas residuales se empieza por identificar las plantas de tratamiento y la población a la que atienden. Después, se toman muestras de aguas negras, se les refrigera y se les envía a un laboratorio para identificar bacterias o virus como el SARS-CoV-2. Además es posible determinar la concentración de esos organismos y ver si su número aumenta o disminuye a lo largo del tiempo. Avances más recientes incluso han dado la pauta para calcular aproximadamente a cuántas personas infectadas corresponde un determinado número de virus en las aguas residuales. Otro avance importante es el análisis de las características genéticas de los virus, por lo que ahora se puede saber, por ejemplo, si un virus SARS-CoV-2 encontrado en aguas negras es delta u ómicron, lo que facilita el seguimiento de nuevas variantes del patógeno.

En México, los investigadores que suscribimos el presente artículo hicimos un estudio para monitorear SARS-CoV-2 en aguas residuales de 10 ciudades, durante octubre y noviembre de 2020, captando el inicio de la segunda ola de la pandemia. Al hacer este estudio encontramos que el monitoreo en aguas residuales puede ofrecer una señal de alerta temprana, de tal modo que es posible advertir sobre el aumento en los casos hasta un mes antes que el sistema regular de vigilancia epidemiológica. También pudimos detectar que teníamos de 2 a 20 veces más casos de infección en la población, en contraste con el número de personas que acudían a una clínica u hospital a hacerse una prueba. Es muy interesante que este sistema haya podido darnos un aviso tan temprano, pero pensamos que esto se debió a que en ese periodo había menos pruebas disponibles y a que en general se utilizaban en pacientes más graves que se encontraban hospitalizados, por lo que el tiempo transcurrido entre el momento en que empezaban a presentar síntomas y aquel en que se les hacía una prueba confirmatoria era más amplio. Es posible que con la mayor disponibilidad de pruebas, actualmente el tiempo entre el aviso proveniente del análisis de aguas residuales y el dado por el cambio en el número de casos sea más corto.

En el mundo, muchos países están implementando sistemas de análisis de aguas residuales para monitorear las enfermedades infecciosas. Recientemente en Nueva York se identificó en ese tipo de aguas la presencia del virus que causa la poliomielitis, lo que permitió llevar a cabo acciones de salud pública como las campañas de vacunación. Sin duda queda mucho por avanzar en la epidemiología de las aguas residuales, pero esta técnica nos permitirá tener más y mejor información sobre los organismos que representan una amenaza para la salud. Este monitoreo nos puede brindar una gran ventaja al avisarnos de forma temprana sobre un posible brote o una nueva epidemia, incluso antes de que las primeras personas experimenten síntomas.

*Especialistas en salud pública. Invitados por el Dr. Eduardo C. Lazcano Ponce