loader image

La Eterna Primavera fue por siglos una población menor en comparación con sitios como Puebla, Valladolid, Guadalajara o Querétaro entre otros, no en vano no adquirió el rango de ciudad hasta 1834. Sin embargo, ello no le impidió ser escenario de momentos cruciales en nuestra historia, que se remontan desde las ricas páginas de la mitología precortesiana hasta momentos trascendentales del siglo XX mexicano.

La Gran Década Nacional supuso el momento estelar del México independiente. Fueron diez años de enormes retos, de genuinas transformaciones, y la consolidación de la independencia y soberanía del país, así como de la República que subsiste hasta nuestros días. Por casi medio siglo, los mexicanos divididos entre liberales y conservadores o bien imperialistas y republicanos lucharon por definir el modelo de nación, unos apostaron por las bases que inspiró el viejo orden, otros por una sociedad más igualitaria sin núcleos de excepción o privilegios. La disputa en 1857 no fue menor pues previamente estuvo acompañada de asonadas, pronunciamientos, invasiones extranjeras y la dramática mutilación territorial que se tradujo en la pérdida de los territorios al norte del Río Bravo. En suma, durante el periodo que corrió de 1857 a 1867 se forjó una identidad nacional, así como un genuino sentimiento de patriotismo.

Se considera a 1857 como el banderazo de inicio a la Gran Década Nacional, por ser el año de la promulgación de la Constitución federal que fue preámbulo de las Leyes de Reforma. Sin embargo, esta evolución no inició con la precisión de un reloj suizo el 5 de febrero de 1857, sino que debemos remontarnos a casi 3 años antes, con el estallido de la Revolución de Ayutla en marzo de 1854. El movimiento liderado por el viejo insurgente Juan Álvarez e Ignacio Comonfort depuso a Santa Anna, quien en su última etapa de gobierno, mostró no solo falta de capacidad para resolver los problemas del país, sino que recrudeció su talante absolutista. Tras más de año y medio de lucha, el dictador fue derrotado y partió definitivamente al exilio. Los rebeldes victoriosos avanzaron a la Ciudad de México, pero hicieron un alto en Cuernavaca, donde Álvarez protestó el 7 de octubre de 1855, como Presidente de la República. En Cuernavaca, Álvarez conformó uno de los gabinetes más notables de nuestra historia con Ocampo en Relaciones Exteriores, Juárez en Justicia, Miguel Lerdo de Tejada en Industria y Comercio, Comonfort en Guerra y Marina y Guillermo Prieto en Hacienda. Aquellos días, fueron inevitablemente la antesala de la Guerra de Reforma.

Poco más de diez años después, en 1866 Maximiliano de Habsburgo en el ocaso de su efímero imperio, hizo de Cuernavaca un sitio de descanso, de manera intermitente visitó la antigua Cuauhnáhuac disfrutando su residencia en la antigua casona de la familia Borda y la pequeña propiedad campestre del Olindo en Acapantzingo. La literatura y las leyendas en torno a la idílica presencia del austriaco en Cuernavaca son abundantes, pero contrario a la opinión generalizada, su paso por la Eterna Primavera fue breve. En julio de 1866, la emperatriz Carlota partió a Europa y en octubre, Maximiliano se trasladó a Orizaba, ponderando el abdicar al trono mexicano, al final decidió no hacerlo, pero eso ya es otra historia. El austriaco entonces nunca volvió a Cuernavaca.

En enero de 1867, las tropas republicanas al mando de Francisco Leyva, a la postre primer gobernador constitucional de Morelos en 1869, sitiaron Cuernavaca. Entre sus fuerzas se contaron a Ignacio Manuel Altamirano y a Ignacio Figueroa. Los imperialistas estuvieron al mando de Joaquín Ayestarán, afamado veterano, Don Angel Pérez Palacios y el arrojado coronel Paulino Gómez Lamadrid, quien junto con una tropa de austriacos, fueron muertos por Figueroa en una sonada emboscada en Chipitlan. Cuernavaca cayó en manos de la República un par de semanas después, siendo uno de los puntos de partida de la victorias que ese año, sellaron la suerte del imperio en Puebla, Querétaro y la Ciudad de México y que también significaron la restauración de la República así como la conclusión de la Gran Década Nacional.

*Escritor y cronista morelense.

Juan Álvarez protestando cómo Presidente en Cuernavaca. Imagen del Instituto de Cultura de Cuernavaca.

Roberto Abe Camil