En Yautepec todo nos habla del agua. Sus pueblos y barrios, apostados a las orillas del Río Yautepec, son herederos de una cosmovisión en torno al agua: Santiago Apóstol, San Juan El Bautista, Ixtlahuacán “Llanura con agua”, San Pedro Apizaco “Lugar de agua delgada”, Atlihuayán “Lugar en que se bebe agua”, o San Isidro Labrador. Difícilmente podemos encontrar en Morelos la supervivencia de una memoria hídrica. En náhuatl, Yauhtepek significa “En el Cerro del Yauhtli” o del pericón, y es un asentamiento humano con más de tres milenios de civilización que registra presencia de las culturas Olmeca, Tlatilca, Teotihuacana, Tolteca, Tlahuica y Mexica. Así lo infieren los hallazgos arqueológicos en los barrios de Santiago, Ixtlahuacán y los poblados de Oaxtepec, Oacalco, Itzamatitlan y Atlihuayan.
De acuerdo con diversos mapas coloniales, desde los siglos XVI, XVII y XVIII, el agua de Yautepec siempre ha “nacido” del nororiente, de los llamados pozos Chihuahuita o El Aguacate, ubicados al sur de la Hacienda de Pantitlán, entre Tlayacapan, Oacalco y Yautepec. Históricamente algunos de los ojos o veneros de agua dulce de los que tenemos registro, son: “San Antonio”, Michiatengo, Ocopetla, Peñuelas, los Ojitos de San Juan y Los cantaritos.
El Yautepec colonial surgió como una sociedad integrada por una población de criollos, mestizos, indígenas y afrodescendientes. Fue en 1555 los Dominicos construyeron el convento de Santo Domingo de Guzmán, el primer de toda la llamada región suriana del hoy Morelos. Desde ahí se evangelizó Yautepec, Tepoztlán y la parte noreste de la Sierra Nevada. El siglo XVI fue una época de gran desarrollo económico en Yautepec, gracias a sus abundantes recursos, buena tierra y agua. Esto permitió que por toda la región surgieran prósperas haciendas como: Pantitlán (Entre banderas), Santa Inés Oacalco (Casa de la serpiente), El Michiate o Michiatengo (junto al río donde hay peces), San José Cocoyoc (Lugar donde habitan los coyotes), San Carlos Borromeo, San Pedro Apizaco (Lugar de agua delgada)), Apanquetzalco (En el río hermoso), San Diego Atlihuayán ( o «Lugar en que se bebe agua.»), San José El Caracol (Poner imagen del santo) y Xochimancas (lugar de cuidadores y productores de flores). En sus fértiles tierras se cultivaban el añil, platanales, naranjos, limas y limoneros. Hoy todavía podemos encontrar sembradíos y cultivos de higueras, cafetales, platanales maizales, fresas, chiles, arroz y una infinidad de invernaderos de plantas de ornato, Durante muchos años aquí se produjo aguardiente, refrescos, cervezas, piloncillo y azúcar blanca o refinada.
El derecho humano al agua atraviesa por una larga lucha en defensa de los recursos naturales de los pueblos de México. La administración del agua en Yautepec ha atravesado por numerosos conflictos políticos y sociales que se documentan en el Archivo General de la Nación y de la Conagua. Por citar dos ejemplos, con el estallido de la Revolución Mexicana, Yautepec se adhirió primero al Plan de San Luis, al grito de “¡Abajo las haciendas! ¡Vivan los pueblos! y luego al Plan de Ayala que planteaba la defensa de la tierra y el agua para todos los pueblos Morelos. En 1992, al grito de “El Agua es del pueblo y no del Gobierno” surgió la Unión Popular Yautepec (UPY), que logró la administración del agua potable en 1994. La gestión del agua impuso dificultades al gobierno y a la ciudadanía organizada, pero inexperta.
En esos años complejos, como nos lo relata el fotorreportero Fernando Soto Vida: “El 31 de Marzo de 1994, ya como gobernador de Morelos, Jorge Carrillo Olea visitó la Huizachera y a su líder Placido Arizmendi. Fue una forma de atacar a la UPY, que se negaba a entregar el Sistema de Agua Potable del Municipio. Incluso se permitió a Arizmendi la perforación de un pozo para surtir a la Huizachera. El pozo nunca logro su objetivo, Carrillo Olea fue obligado a renunciar a su cargo por otros motivos, Placido Arizmendi salió prófugo de la justicia por su participación en el crimen de Pablo Ramírez Lobato. Atestiguaba la historia el presidente Miguel Ángel Alarcón Rojas, quién terminó su periodo sin ningún problema”.
Mediante el decreto 1214, en 2009 se creó el Sistema Operador de Agua Potable y Saneamiento de Yautepec (SAPSY). Actualmente el organismo opera 24 pozos de agua y hoy atraviesa por un proceso de modernización administrativa para la prestación de sus servicios de estudio, extracción, potabilización y distribución para garantizar el derecho humano al agua de todos los yautepecenses.
No sin polémicas, por los costos que implica garantizar el acceso al agua, el SAPSY se encuentra en su mejor momento. Conozco a su director desde hace casi dos décadas, Alejandro Rodríguez Salgado (quien ha sido titular de 2008-2010, 2019-2024), uno de esos rarísimos funcionarios públicos que hacen de su vocación una pasión puesta al servicio de los demás. Visionario y disciplinado como es, me consta que, durante su gestión, el sistema ha adquirido una especial relevancia, es decir, existe como una institución sólida, honesta y transparente, cuya cobertura le permite atender y solucionar con eficacia pertinente los retos para suministrar el vital líquido.
Actualmente, en las calles de Yautepec podemos ver la presencia y el trabajo constante de su personal técnico para el mantenimiento y rehabilitación de la red hidráulica, de pozos, bombas, motores y tableros, reponiendo todos aquellos que cumplieron su vida útil.
Como en todas las civilizaciones, aquí el agua es el elemento fecundador que ha hecho posible la existencia del pueblo de Yautepec, y está presente en todas sus manifestaciones culturales, como la danza del chinelo, que es heredera de los rituales y fiestas de petición de lluvia, pero también en el trazo de sus asentamientos, poseedores de una amplia red de ingeniería hídrica, desde la época prehispánica y la colonia, hasta nuestros días: pozos de agua, presas, represas. puentes, acueductos, canales de riego y jagüeyes.
Nací Yautepec y crecí hasta pasada la adolescencia. De esta tierra tengo una imagen: es un paisaje de pasión y contradicción, de tierra labrada por sus campesinos, en donde se goza de los platillos de una cocina de muros adentro, en donde escuchamos música de bandas de viento, para danzar los rituales, con sus noches de fandango y huapango, ese folclor de una vida cultural que integra el corrido, el teatro, la fiesta, y la religiosidad, sus resistencias culturales, que son herencia zapatista, memoria, historia y tradición, de monumentos arqueológicos, de iglesias, conventos, capillas, acueductos y haciendas. Así es Yautepec, fiel a todo Morelos, una tierra indígena, de afromexicanos, criollos, españoles y mestizos, a la que pertenecen no solo los nacidos aquí sino también a los que llegaron, aquellos yautepecenses que nos regaló el mundo, como decía Adalberto Ríos Szalay, un morelense de excepción, universal.
Este sábado, el SAPSY ha organizado un programa de actividades artísticas y culturales durante todo el día, desde el enfoque de Cultura del agua, que se puede consultar a través de sus redes sociales y su página web (https://sapsy.gob.mx/). Destacan las participaciones musicales del Grupo Guasmole y Alazán y Rocillo, así como la proyección de diversas videocápsulas animadas, de cultura del agua, del documental y la inauguración de la Exposición. Agua pasa por mi casa. Memoria Histórica del Agua en Yautepec, en el que tuve el honor de colaborar con la investigación y el guion, y que decidimos dedicarlo en memoria de Adalberto Ríos Szalay, el documentalista más importante del biopatrimonio cultural de México, cuyos abuelos paternos nacieron en Yautepec.
Les esperamos, con palomitas y agua fresca.
Muchas felicidades al SAPSY, una institución que debe ser orgullo de Yautepec.