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Snow Crash, la novela de ciencia ficción de Neal Stephenson publicada en 1992, presenta una distopia estadounidense que se asemeja inquietantemente a nuestra realidad actual. Este artículo no busca resumir la trama, sino explorar algunas de sus ideas más relevantes. La novela nos sitúa en un Estados Unidos fragmentado donde el gobierno ha colapsado, dejando el poder en manos de los individuos más ricos y sus corporaciones. La clase trabajadora sufre una existencia precaria, explotada constantemente, sin propiedades ni instituciones que protejan sus derechos. La codicia corporativa ha devastado el medio ambiente, y el único escape para muchos es un mundo virtual llamado «Metaverso», que irónicamente, también está controlado por una corporación.

La visión de Stephenson no es sorprendente. La influencia corporativa en la política estadounidense siempre ha sido significativa, pero el poder de las «donaciones» privadas a campañas políticas, especialmente en las últimas dos décadas, ha consolidado el poder de los multimillonarios. La presencia destacada de magnates tecnológicos en la inauguración de Donald Trump es un ejemplo claro de esta influencia.

El interés de Mark Zuckerberg en Snow Crash es particularmente relevante. Inspirado por el libro, Zuckerberg renombró Facebook como Meta, expresando su deseo de construir un Metaverso similar al de la novela. La ironía, aparentemente perdida para Zuckerberg, es que él personifica al villano de la novela, un hecho que el cambio de nombre hace evidente. Y no es el único fascinado con esta distopía. Michael Abrash, científico jefe de realidad virtual en Meta tiene una larga trayectoria en la industria tecnológica, desde Microsoft hasta id Software en los 90. Abrash citó Snow Crash como inspiración para su trabajo en Quake, uno de los primeros juegos en 3D, considerándolo un paso hacia el Metaverso de la novela. Luego, en Valve, nuevamente mencionó la novela como fuente de inspiración, y poco después, Valve lanzó sus primeros lentes de realidad virtual. Finalmente, Abrash se unió a Facebook (ahora Meta) con la misión de «crear la plataforma para terminar con todas las demás plataformas».

Si bien Abrash quizás no busque replicar los aspectos distópicos de Snow Crash, su preferencia por las grandes corporaciones sobre proyectos comunitarios de realidad virtual es significativa. Zuckerberg, como uno de los nuevos oligarcas estadounidenses, encarna la figura del magnate corporativo que controla el Metaverso en la novela. La tecnología no es inherentemente mala, pero Snow Crash nos advierte sobre los peligros del capitalismo sin control y cómo la concentración del poder en manos de unos pocos, como se ve reflejado en la figura de Zuckerberg y su Metaverso, puede llevar a una oligarquía donde las corporaciones suplantan al gobierno y los derechos de la mayoría son sacrificados en el altar del beneficio privado. La novela, por lo tanto, se convierte en una premonición sobre el declive de Estados Unidos hacia una oligarquía tecnocrática, un futuro donde la línea entre la realidad virtual y la distopía real se vuelve cada vez más borrosa.

Un grupo de personas con traje formal

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Gabriel Humberto Hernández-Bringas Ortiz