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LA MANOSEADA LIBERTAD



Señalé en el anterior artículo que un cambio de época se caracteriza básicamente por dos cosas: en primer lugar, por un cambio en la valoración y el sentido de ser y estar en el mundo, y, en segundo lugar, en un conjunto de transformaciones tecnológicas en la manera de hacer economía. De igual manera, subrayé que es normal que en las transiciones sociales importantes exista confusión de ideas, ya que los marcos de referencia vigentes ya no son del todo operantes, mientras que los emergentes aún no son del todo claros.

Introduje el tema del cambio cultural en Occidente, haciendo mención del movimiento de la extrema derecha que propugna la “libertad” como eje de una nueva sociedad, y que por esa razón hay que denunciar, combatir y abolir las ideas y la práctica del llamado “wokismo”, visión que ha permeado en las instituciones públicas y privadas occidentales.

Como corresponde a la “babel de ideas” en la que actualmente estamos inmersos en el mundo, quienes están en contra del “cáncer del wokismo”, lo hacen recurriendo a argumentos de diversa naturaleza, resignificando el término más allá de la causa que lo originó. En efecto, dicho movimiento inició para despertar la conciencia entre la comunidad de afrodescendientes de los Estados Unidos sobre los riesgos del racismo, y posteriormente inspiró el despertar y la defensa de los derechos de otros grupos excluidos y marginados de la sociedad occidental. Este despertar (wakefulness), es visto ahora por sus detractores como un movimiento que influye negativamente en ámbitos filosóficos, políticos, económicos, ecológicos, sociológicos y más.

Los defensores de la “libertad” y contra el “wokismo”, todos ellos de pensamiento ultraconservador de derecha, reconocen que estamos en un cambio de época en el que es necesario renovar a Occidente y liberarlo de las tendencias actuales que buscan crear “un pensamiento único”. Plantean la necesidad de reforzar un modelo de vida sustentando en el derecho a la libertad, el derecho a la vida y en el derecho a la propiedad, con lo cual ya no tiene caso que se hable de liberación, ni de derechos humanos, ni de justicia social.

En la dimensión política, los nuevos libertarios plantean la necesidad de reducir al máximo las estructuras gubernamentales nacionales y los organismos supranacionales. Se oponen a la llamada “acción afirmativa”, porque dicen que acaba resultando en una discriminación al revés. Rechazan todo movimiento de inmigración transnacional, porque que son la ocasión del ingreso de criminales de todo cuño a los países.

En la dimensión económica, combaten a lo que llaman el ecologismo radical, ya que afirman impide el desarrollo económico de los países. Se oponen a todo tipo de regulación, ya que con ello se distorsiona el mercado, y también rechazan la idea de pagar impuestos.

En cuanto a la dimensión sociológica, los radicales anti “wokismo”, se oponen al feminismo radical, ya que lo que importa es hacer valer la igualdad del hombre y de la mujer. Rechazan la llamada “ideología de género”. Se oponen al aborto, y son contrarios al catastrofista pensamiento maltusiano. Afirman que el movimiento LGBT+ es una distorsión de la sexualidad. Se oponen al cambio de sexo de las personas, y desconocen el hecho de la homosexualidad.

Como se puede apreciar, este movimiento antiprogresista y de extrema derecha plantea ideas que sumadas resultan en un determinado modelo de convivencia humana y de organización de la sociedad, contraria a las premisas con las que se ha construido el aparato legal garantista de los derechos humanos en Occidente, y a la forma de concebir el papel de los gobiernos. La contradicción más evidente en los “antiwokistas” es su lectura sobre la “libertad” propia y la ajena. Defienden sólo al sujeto individual, y desconocen al colectivo social, lo cual llevaría a lo que rechazan, esto es, a un pensamiento único que ignora la diversidad y la libertad humana.

Es desde luego impredecible la evolución que tendrá la humanidad, habida cuenta el choque de visiones culturales que están en confrontación, no sólo al interior de los países de Occidente, sino también entre Occidente y el cada vez más poderoso Oriente, lidereado por la República Popular China.

Los cambios tecnológicos que influyen la forma de generar bienes y servicios, esto es, la forma de hacer economía, se suman como elementos esenciales para determinar lo que será una próxima etapa de la humanidad. Genera especial preocupación, lo que la inteligencia artificial (IA) impactará en esta materia.

No es fácil entender en su conjunto lo que está sucediendo en el mundo, por lo que es natural que exista confusión sobre qué escenarios deseables habrían de ser impulsados por todos los países del planeta, para el bien de toda la humanidad.

El tipo de relación entre economía y política en una sociedad es causa y resultado su perfil cultural y de su esquema de valores. El asunto es que este planteamiento ya superó la dimensión micro territorial existente en siglos anteriores, porque ya estamos sumergidos en la globalización de conocimientos, comunicaciones, comercio y valores culturales.

El nuevo orden mundial resultará de cómo se articulen las exigencias de una auténtica libertad humana personal y colectiva, de las maneras en que los países nos complementemos para satisfacer como prioridad las necesidades de la población, de cómo interactuamos con la naturaleza, y de cómo resolvamos los deseos de poder y dinero de quienes controlan los mega consorcios económicos actuales.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.

Vicente Arredondo Ramírez