

Llegó la hora de la verdad
Nos guste o no, lo entendamos o no, el mundo está sufriendo un profundo cambio. Se desmorona una manera de organizar la economía de los países y de la relación comercial entre ellos. De un esquema de interdependencia impuesta, se transita a un esquema de autosuficiencia buscada. La relación entre la política (geopolítica) y la economía (geoeconomía) se reconfigura, pero no desaparece.

Con el desmantelamiento de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en 1991, y con ello el fin de la guerra fría, los Estados Unidos de América se declararon ganadores de la contienda que duró varios decenios del siglo 20. Se habló de que con ello la historia llegaba a su fin, esto es, que terminaba la lucha de ideologías, que iniciaba una era sin guerras, ni revoluciones, y que se consolidaba un modelo de democracia política y económica de corte liberal (“El fin de la Historia y el último hombre”, de Francis Fukuyama, publicado en 1992).
El modelo liberal de organización de la sociedad se sustenta en tres pilares: el libre mercado, la democracia representativa, y el respeto a la propiedad privada; en su versión neoliberal se acentúa la importancia del libre mercado en su dimensión globalizadora, se plantea la reducción al máximo del papel regulador del gobierno y de su exclusión de toda actividad económica. Se reitera su obligación de asegurar un estado de derecho que permita la paz social y el desarrollo de la economía. En resumen, se plantea la privatización de todos los bienes públicos.
Este modelo claramente respondía a un tipo de mentalidad y cultura, correspondiente a lo que ahora conocemos como el “norte global”, ignorando los valores culturales de otras sociedades, sobre todo de las que ahora conocemos como el “sur global”.
Sin embargo, el gusto le duró muy poco al país ganador de la guerra fría. A 17 años de su triunfo, en al año 2008 se generó la peor recesión económica desde la icónica de 1929. Surgió en los propios Estados Unidos de América, entre otros, por los siguientes factores: excesos en la desregulación económica, la reducción de impuestos y bajas de tipo de interés, la especulación con productos financieros, una burbuja inmobiliaria fuera de proporciones, incremento del precio del petróleo arriba de los cien dólares por barril, y una seria crisis crediticia, todo lo cual obligó a los gobiernos a realizar importantes rescates bancarios. Como telón de fondo, se dieron los nunca bien aclarados atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos (2001), la guerra contra Afganistán (2001), y dos años después, la guerra inventada contra Irak (2003).

El neoliberalismo globalizador surgió sobre las cenizas de gobiernos ya disfuncionales para asegurar el bienestar social, casi todos ellos del sur global, y por esa crisis del 2008, irónicamente fueron los países ricos, del norte global, los que mostraron su incompetencia para promover el bienestar de la colectividad.
A partir de ese 2008, continuó el deterioro económico, político y social de los países del norte global, mal lidereados por el eje anglosajón/judío. En el 2014, el incumplimiento de los acuerdos hechos por los Estados Unidos al término de la guerra fría de no expansión de la OTAN, provocó la reacción de Rusia, la cual propuso un nuevo acuerdo de no agresión e invasión en su zona de seguridad. De nuevo, los anglosajones no aceptaron el arreglo, y finalmente en febrero del 2022 se inició, para unos, la agresiva invasión a Ucrania, y para Rusia, la defensiva “operación militar especial”.
Mientras todo esto sucedía, en la República Popular China se experimentaba en muy poco tiempo un auténtico milagro de desarrollo económico en todos sentidos. A la par, la primera cumbre formal del grupo de los llamados BRIC’S se celebró en 2009 en Ekaterimburgo, Rusia, germen nuclear de una nueva forma de reorganización del orden mundial, ante la decadencia del poder hegemónico del país líder de Occidente y de sus aliados.
En el 2025 llega Donald J. Trump por segunda vez a la presidencia, y en un par de meses pone al mundo de cabeza, demostrando con ello la total fragilidad y artificialidad del actual “orden mundial”. Frente a esto, la pregunta es ¿cómo México va a afrontar esta nueva situación mundial?

Los pasos a seguir deben responder a un análisis profundo con visión geopolítica y geoeconómica. Habría que leer el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 desde esta óptica, para ver hasta dónde está tomando en cuenta, al menos tácitamente, la realidad mundial actual y la previsible.
Recordemos que la geopolítica “es un método de estudio de la política exterior para entender, explicar y predecir el comportamiento político internacional, a través de variables geográficas”; y que, a su vez, la geoeconomía “se refiere a la aplicación de medios económicos de poder, por parte de los estados, para lograr objetivos geoestratégicos, o más formalmente, como «el uso geoestratégico del poder económico».
Todo indica que la multipolaridad es el principio que seguirá articulando las relaciones internacionales, comerciales y financieras; el punto es que nuestro principal socio comercial, lo que realmente busca son las relaciones bilaterales, con nosotros y con el resto del mundo. Si el T-MEC se ha roto en los hechos, ¿con qué grupo de países se sumará México para impulsar su desarrollo? ¿Acaso con los BRIC’S?
Llegó la hora de encontrar la verdadera fórmula de nuestra soberanía, y autogestión, y de reconfigurar como país nuestras relaciones internacionales.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.
Imagen cortesía del autor
