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El medio divino

 

Cielo e infierno, espíritu y materia, finitud y eternidad, religión y laicidad, dilemas permanentes en la existencia de los humanos, con formas distintas de evadirlos o resolverlos.

El ritual de la semana santa y de la semana de pascua en la tradición cristiana de Occidente se repite cada año, pero cada vez menos para vivir el sentido religioso de esas fechas, y más bien, para aprovecharlas para descansar y vacacionar.

A pesar de ello, el tema de la religión sigue vigente como materia de reflexión y práctica en todo el mundo. Las religiones, cada una con sus creencias, rituales y códigos éticos, son reflejo y producto de culturas y tradiciones de la diversidad geográfica de nuestro planeta. En Occidente, como sabemos, la religión predominante es la cristiana/católica/protestante. De hecho, esta religión con sus diversas expresiones es sin duda el elemento clave para entender su historia, aunque no queda claro qué papel jugará, si alguno, para determinar el perfil del futuro de esta parte de la humanidad.

Para quienes aún tiene lugar en su vida la pregunta sobre el sentido de la existencia, el tema de la filosofía, y sobre todo de la religión, son campos claves del pensamiento en la búsqueda de respuestas. Hay muchas dimensiones o caminos en esta tarea de la búsqueda del sentido y razón de ser de la existencia humana, pero en todas hay que resolver las dicotomías enunciadas en el primer párrafo, ya que podría pensarse que la vida puede organizarse o entenderse sólo desde uno de los dos opuestos: el “aquí y ahora” terrenal, o bien, “el más allá” que vendrá después de la muerte física.

Un ejemplo de resolución de este dilema es el testimonio de vida que nos dio Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), sacerdote jesuita, filósofo y paleontólogo francés, que enfrento el tema de cómo conciliar su pensamiento religioso con su pensamiento científico.

Escribió diversos trabajos científicos y religiosos que tuvieron gran influencia. Como paleontólogo, participó en el descubrimiento del hombre fósil de Pekín. Conceptos centrales de su obra científico/religiosa son la evolución universal y el Punto Omega. Son icónicos sus libros El Fenómeno Humano (1955) y El Medio Divino (1957).

Como todo gran pensador su obra es amplia y compleja. De su libro El Medio Divino reproduzco dos párrafos, referidos a cómo resolver la dualidad que enfrentan personas, que por un lado les atrae la alegría de crear y de conocer, y por otro, el deseo de amor a Dios sobre todas las cosas:

“Con arreglo a la naturaleza, más o menos vigorosa del sujeto, el conflicto amenaza con terminar de una de las tres maneras siguientes: o bien el cristiano, rechazando su gusto por lo tangible, se esforzará por no hallar interés más que en los objetos puramente religiosos, e intentará vivir en un mundo divinizado mediante la exclusión del mayor número posible de objetos terrestres; o bien, molesto por la oposición interior que le frena, echará a un lado los consejos evangélicos, y se dejará llevar por lo que le parece ser una vida humana y verdadera; o bien, y -este es el caso más frecuente- renunciará a comprender algún día totalmente a Dios o enteramente a las cosas; imperfecto a sus propios ojos, insincero ante el juicio de los hombres, se resignará a llevar una doble vida. No se olvide que hablo aquí de experiencias”.

El Padre Teilhard de Chardin señala que estas tres soluciones son censurables por diversas razones, por lo que comenta otras dos soluciones posibles: una incompleta que denomina “la acción humana vale, y sólo vale por la intención con que se realiza”; y una definitiva denominada “todo esfuerzo coopera a la terminación del mundo -In Christo Jesu-“.

En el epílogo del libro de referencia, expresa de manera sintética su propio pensamiento sobre la solución definitiva, y la intencionalidad que tuvo al escribir esta obra:

“El progreso del Universo y especialmente del Universo humano no está en competencia con Dios; ni es tampoco el desperdicio vano de las energías que le debemos. Cuanto mayor sea el Hombre, cuanto más unida se halle la Humanidad, consciente y dueña de su fuerza, la Creación será tanto más bella, la adoración más perfecta, y para las extensiones místicas, Cristo hallará mejor Cuerpo digno de Resurrección”.

Esta solución del significado de la vida, desde la perspectiva de un cristiano/científico, amante de Dios y de la tierra, puede resultar inspiradora para los humanos sensibles y racionales que están en condición, y en necesidad de vivir más allá del engañoso concepto de realidad que se ha creado, no sólo en Occidente, que está sustentado en la pulsión de acumular dinero, y de vivir sólo para el consumo, el goce inmediato, y la diversión.

En estos confusos tiempos, reconozcamos, más allá de cualquier opción religiosa, la necesidad de articular y compartir valores que sólo se generan desde la dimensión no material de nuestro ser, pero que nos benefician en toda nuestra integralidad personal y colectiva.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.

Imagen cortesía del autor

Vicente Arredondo Ramírez