

El Papa Francisco y la fraternidad
Más allá de las creencias personales en materia de religión, o al margen de ellas, toda mente abierta interesada en entender lo que pasa en el mundo y cómo vivir en él, tendría que reconocer que la Iglesia Católica ha sido generadora de documentos serios que atienden esa necesidad.

En este caso, específicamente me estoy refiriendo a la Encíclica Fratelli Tutti que el 4 de octubre de 2020 publicó el recién fallecido Papa Francisco. Empiezo por recordar que una encíclica es una carta solemne escrita por el Papa dirigida a los obispos y a los fieles católicos de todo el mundo, en el que se toca un tema específico, con el fin de orientarlos en el entendimiento de esa materia y guiar su comportamiento.
Esta encíclica es un documento sobre la fraternidad y la amistad social, tema desde luego de interés universal, y cuyas consideraciones son válidas para todos los habitantes de nuestro planeta. Para escribirla, el Papa se inspiró en la llamada Declaración de Abu Dabi, resultante del encuentro que tuvo en 2019 con Ahmed el -Tayeb, Gran Imán de Al-Azhar, la cual se tituló Documento sobre la fraternidad por la Paz mundial y la Convivencia Común. De igual manera el Papa Francisco señala que también se inspiró en el pensamiento de San Francisco de Asís, Mahatma Gandhi, Desmond Tutu, Martin Luther King, y Carlos de Foucauld.
El título de la encíclica está referido a las llamadas Admoniciones de San Francisco de Asís, y consta de 8 capítulos y 287 párrafos, que contienen el pensamiento del Papa expresado a lo largo de su pontificado, sobre el tema de la fraternidad. Es un mensaje dirigido a todos quienes quieren construir un mundo más justo. Es la primera encíclica firmada fuera de Roma, ya que el Papa lo hizo en Asís, frente a la tumba de san Francisco.
La carta Encíclica Fratelli Tutti del Santo Padre Francisco, sobre la Fraternidad y la Amistad Social es un documento muy rico en su contenido que debe leerse, estudiarse, dialogarse, y vivirse por la gente realmente interesada en mejorar este mundo.

Para probar sólo un poco de su contenido, en el párrafo 12 del Capítulo Primero diagnostica que “estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. Hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o de espectadores. El avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes. De este modo la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales que aplican el “divide y reinarás”.
Para atender esta situación, en el párrafo 77 del Capítulo segundo, nos recuerda que “cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas. Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos, en vez de acentuar odios y resentimientos”.
En el Capítulo Tercero, hablando de pensar y gestar un mundo abierto, nos habla de la Libertad, la igualdad y la fraternidad, fórmula que sintetiza la forma de organizar el quehacer de toda la sociedad; en ese sentido, en el párrafo 103, se señala que “la fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada. Si bien son condiciones de posibilidad no bastan para que ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores? Lo que sucede es que la libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura autonomía para pertenecer a alguien o a algo, o sólo para poseer y disfrutar. Esto no agota en absoluto la riqueza de la libertad que está orientada sobre todo al amor”.

A su vez, en el párrafo 104, se afirma que “tampoco la igualdad se logra definiendo en abstracto que “todos los seres humanos son iguales”, sino que es el resultado del cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad. Y en el párrafo 105 señala que “El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común”.
Termino diciendo que la paz y la justicia en este mundo sólo se irá alcanzando, en la medida que vayamos cambiando nuestro propio pensar y sentir sobre la forma de relacionarnos con los demás, y en simultaneidad, ir ajustando nuestra manera de hacer economía y hacer política para que las personas seamos más importantes que el dinero.
*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.
Imagen cortesía del autor

