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Una metáfora De la naturaleza de las cosas

 

En su poema De la naturaleza de las cosas o De rerum natura en latín, Lucrecio nos advierte que, “De la nada, nada surge”, dice, “puesto que necesita de semilla, cualquier cosa para ser criada y del aire salir al aura tierna”.

Sin mayor misterio, advierto que, la expresión poética de Lucrecio, lleva de razón que: nada de lo que existe es simple y llanamente porque sí, sino que, a eso que existe o es, le antecede un principio o, como Lucrecio prefiere referir naturalmente, una semilla.

Pregunta: si lo que es o lo que existe responde o se debe a un principio, un antecedente o una semilla, ¿puede lo que es/existe no haber sido/existido o ser/existir de otra/diferente manera?, ¿podría lo que es/existe responder/deberse a otros/diferentes principios, antecedentes o semillas?, de tal modo que lo que es, no sea o exista de diferente manera.

En atención a Lucrecio, dichos principios, antecedentes o semillas, también incluyen el hacer del humano. Dice: “Porque vemos, en fin, aventajarse a los eriales las labradas tierras y mejorar la tierra con cultivo, inferimos de aquí existir en ella partes elementales que nosotros hacemos producir, con el arado los fecundos terrones revolviendo” (el subrayado es mío).

Esto es, todo aquello que estimemos existente o que es, sea esto de naturaleza física, emocional, mental o conceptual, recibe, como señala Lucrecio, “revolviendo los fecundos terrones”, esto es, mediante interacción humana, un principio, un antecedente o una semilla. Interacción que, además de participar de la cosa, “las partes elementales de la tierra que nosotros hacemos producir”, como señala el poema, podría no haberse dado o darse de modo diferente.

La interacción entre el hacer humano y lo que es, incluidas las propiedades de las cosas y la interacción entre propiedades y/o cosas, participa de lo que es. Y, así como un cambio en las propiedades de las cosas: algo azul en lugar de rojo, áspero en lugar de liso; entre propiedades y cosas: que algo sea mesa porque su superficie es plana o que no lo sea porque su superficie es irregular; entre propiedades o cosas: algo tibio (combinación de frío y caliente), o el calor sobre el agua; produce un cambio en lo que es o existe, así también un cambio en la interacción entre el hacer y lo que es, como lo expone el segundo fragmento del poema de Lucrecio aquí referido, produce un cambio en lo que es.

En colaboraciones anteriores: Una posible posibilidad, Una experiencia posible y Un mundo tres, hemos referido la importancia del concepto de posibilidad, no sólo en nuestra vida cotidiana, sino con respecto al lenguaje, en específico, la metáfora.

 

De rerum natura de Lucrecio, permite apreciar, a través de la interacción ya dicha entre el hacer humano y las cosas, dicha posibilidad práctica, y permite, también, apreciar cómo la metáfora, a través del traslado inter/entre lenguaje-mundo (y no intra/dentro del lenguaje, inter/entre palabras/significados), pone al descubierto, como en otro momento se ha dicho, que, aquello a lo que usualmente referimos mediante el lenguaje, no es sino un posibilidad De la naturaleza de las cosas.

La noche debe ser y el horizonte es, aunque no lo veamos. Alcanzaremos al sol y vaciaremos su luz en las estrellas de noches sin luna. El horizonte brillará sobre nuestras cabezas y se iluminará el sueño oculto entre madrugadas. Alcanzaremos al sol y lo despertaremos. Porque la noche debe ser y el horizonte es, aunque no lo veamos

* Profesor de Tiempo Completo de El Colegio de Morelos.