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La espacialidad en la obra de Malcolm Lowry

 

La novela Bajo el Volcán de Malcolm Lowry es un ejemplo paradigmático de cómo la estructura narrativa puede ser una herramienta esencial para crear significado en una obra literaria. La relación intrínseca entre estructura y significado que propone Lowry en su obra trasciende la organización de los elementos narrativos tradicionales, ofreciendo una experiencia literaria que opera en múltiples niveles simbólicos y emocionales. La estructura de la novela no sólo ordena los eventos, sino que se convierte en un componente constitutivo del universo narrativo, modelando la atmósfera, los personajes y el espacio como entidades interdependientes.

La organización de los doce capítulos de la novela es un reflejo deliberado de una concepción cabalística y cíclica del tiempo y la narrativa. Lowry concebía cada capítulo como una unidad interconectada dentro de un sistema orgánico que simboliza un ciclo vital completo. Este diseño estructural, cargado de numerología, alude al paso del tiempo y al destino inexorable de los personajes, especialmente del cónsul Geoffrey Firmin. Al final de la novela, el lector es llevado de vuelta al inicio, una estrategia que refuerza la idea de la eterna recurrencia y el ciclo inescapable de la vida y la muerte.

El paisaje mexicano juega un papel crucial en la construcción del significado en la novela. La ciudad de Quauhnáhuac (Cuernavaca) y sus alrededores, especialmente los volcanes, las barrancas y los jardines, se convierten en reflejos simbólicos del estado emocional de los personajes. Este espacio no es meramente descriptivo, sino que funciona como un espejo de los conflictos internos de los protagonistas. Las barrancas, por ejemplo, representan el abismo existencial del cónsul, una extensión de su decadencia personal y espiritual. Asimismo, los volcanes son emblemas de la tensión entre lo sublime y lo destructivo, encapsulando tanto la belleza como el peligro que definen la experiencia humana en la novela.

La narrativa de Lowry está profundamente enraizada en el simbolismo y las referencias mitológicas. La novela transcurre durante el Día de Muertos, un periodo cargado de significado cultural que refuerza las temáticas de mortalidad y expiación. Esta elección temporal permite que los eventos narrados se desarrollen bajo un contexto en el que la vida y la muerte coexisten de manera simbólica, ampliando las implicaciones metafísicas de la historia. Además, el uso de referencias como el infierno dantesco y la expulsión del Edén posiciona a la novela dentro de una tradición literaria que explora los límites de la experiencia humana y su relación con lo divino y lo terrenal.

Lowry también utiliza la estructura como un medio para reforzar la circularidad y la simultaneidad en su narrativa. Los eventos pasados y presentes se entrelazan, creando una sensación de tiempo no lineal que subraya la idea de que las acciones de los personajes están predestinadas. Este enfoque estructural también se manifiesta en la recurrencia de símbolos clave, como la rueda y el agua, que representan tanto la continuidad como la transformación. La rueda, en particular, simboliza la repetición cíclica del destino, un tema central en la obra.

Otro aspecto destacado de la novela es la manera en que el espacio se convierte en una extensión del mundo interior de los personajes. Lowry logra esta conexión mediante descripciones meticulosas y evocadoras que capturan no sólo la física del paisaje mexicano, sino también su atmósfera emocional y espiritual. Los jardines, las cantinas y las barrancas no son simples escenarios, sino que actúan como participantes activos en la narrativa, moldeando las experiencias y decisiones de los personajes. Esta proyección simbólica del espacio añade una capa de profundidad a la obra, permitiendo que el entorno se convierta en una clave interpretativa de los temas principales.

La construcción del significado en la novela también está intrínsecamente ligada a la percepción del tiempo y al uso del monólogo interior. Este recurso literario permite al lector acceder a las complejas emociones y pensamientos de los personajes, destacando la lucha interna del cónsul mientras se enfrenta a su descenso hacia la autodestrucción. La narrativa en primera persona y los cambios en el punto de vista refuerzan la idea de una estructura que se mueve simultáneamente entre lo individual y lo colectivo, lo concreto y lo abstracto.

Es así que la novela Bajo el Volcán es un logro literario excepcional en el que la estructura y el significado están inextricablemente vinculados. A través de una narrativa meticulosamente diseñada, Lowry explora temas universales como la mortalidad, la redención y el destino, mientras utiliza el paisaje mexicano como un espejo de las complejidades humanas. La obra trasciende los límites de la narrativa tradicional, invitando al lector a sumergirse en un universo simbólico donde la estructura no sólo organiza la historia, sino que le da vida y sentido.

Imagen cortesía del autor

Alfonso Valenzuela Aguilera