

La cuestión de la vivienda
Ya desde 1873, Engels visualizaba en su Contribución al problema de la vivienda la imposibilidad de resolver dicha cuestión bajo el sistema capitalista por razones estructurales inherentes a éste. Bajo esta lógica, la primera cuestión que emerge es que la vivienda es un derecho, pero también una mercancía, por lo que el acceso a ella estará limitado por el poder adquisitivo de la persona.

Además, la lógica capitalista produce de manera inherente especulación, escasez y variaciones multifactoriales en el valor del suelo, lo que nos lleva a reconocer que el acceso a una vivienda queda fuera del alcance del ciudadano promedio. Es así que −aun en el caso de que la persona tuviera acceso a un préstamo− el tiempo para finiquitar una hipoteca promedio se ha cuadruplicado en los últimos años, cuestionando con ello su viabilidad (ver https://doi.org/10.1073/pnas.2314455121).
Tomando como base estos planteamientos, el pasado 13 de marzo se llevó a cabo en Cuernavaca el primer Foro de Vivienda Deshabitada, convocado por el gobierno estatal, la nueva agencia Hábitat Morelos y la Facultad de arquitectura de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, en donde iniciamos las discusiones en torno al problema del parque habitacional deshabitado, que en Morelos ronda las 140,000 unidades y que representa tanto un desperdicio de recursos, como una oportunidad para recuperar al menos, una parte de dichos desarrollos.
El foro convocó a la administración pública, la academia, y a distintos representantes de los movimientos sociales. El evento inició tratando de definir el problema habitacional mediante una serie de planteamientos técnicos, pero afortunadamente tuvimos el honor de compartir la mesa con Don Saúl Roque Morales, representante de los pueblos originarios de Morelos, cuya intervención nos permitió situar la problemática de la vivienda en un espectro más amplio.
Es así que, aun cuando la temática que nos convocaba se enfocaba a la vivienda periférica deshabitada, el problema habitacional de nuestra entidad va más allá de la vivienda formal, que representa apenas una tercera parte de la demanda total. Es allí en donde el mensaje de Don Saúl es particularmente relevante: si bien es cierto que la problemática de la desocupación es importante, también tenemos que considerar a esas dos terceras partes de la población, quienes tienen que resolver sus requerimientos habitacionales por sus propios medios.

Al reflexionar sobre la intención de la presente administración federal de construir un millón de viviendas en este sexenio (la mitad a cargo de los fondos obrero−patronales y la otra mitad con recursos públicos), no queda del todo claro cómo se piensa resolver la escasez de agua en muchas regiones, la provisión de infraestructuras, equipamientos y servicios, así como asegurar la calidad de los materiales constructivos para que las soluciones habitacionales no tengan una caducidad programada a corto plazo.
Si acaso el panorama actual no fuera ya un reto importante, hay que agregar que muchos de los desarrollos periféricos deshabitados tienen problemas legales, están vandalizados o bien ocupados ya por el crimen organizado. Es por ello que consideramos que de la mayor importancia el entender la naturaleza del problema de la vivienda. Esto implica reconocer que, más allá de la importancia de tener un espacio para resguardarnos, necesitamos asegurar las condiciones que nos permitan desenvolvernos en nuestra vida cotidiana, como son el acceso a sistemas eficientes de transporte público, así como a centros educativos, servicios de salud y espacios recreativos de calidad, todos ellos esenciales para alcanzar una vida digna.
Perspectiva de foro Vivienda Deshabitada. Jardín Borda, Cuernavaca. Cortesía del autor
