A partir de la lectura del narrador chocuano Arnoldo Palacios (Cértegui, 1924-Bogotá, 2015) de quien recientemente cayó en mis manos la novela Las estrellas son negras (Seix Barral 2024), mi interés por acercarme a las literaturas que abordan la diáspora africana en nuestra lengua está ocupando lugar preponderante de mis escasos tiempos libres. Por casualidad non grata paré este fin de semana en Cali, Colombia, para despedir a mi suegro, don Marcial Castillo, que fue un afrodescendiente de carácter fuerte y mandón. En el encuentro con esta gente, que desde hace más de veinte años es mi gente, mi familia negra colombiana, se redobló mi búsqueda bibliófila. Así, por generosidad de Rodrigo Vélez Ángel (de quien PASODEGATO acaba de publicar su novela Leopardos en el cinematógrafo), conozco ahora su estupenda obra teatral Lady Málaga.
Este texto de largo aliento de Vélez recrea en una pequeña población del pacífico colombiano la voracidad de las multinacionales que son capaces de borrar a las pequeñas comunidades de una bahía con el propósito de construir un gran puerto de carga. La ausencia de escrúpulos de esos macro poderes económicos lleva a las comunidades afro de esa geografía paradisiaca a vivir bajo constantes amenazas, homicidios y desapariciones forzadas de quienes asoman la cabeza como líderes de sus comunidades. Para tales empresas y los políticos que siempre les acompañan en su hambre de tajada y nulo amor por la patria la resistencia popular y su organización son tan molestas como los mosquitos que zumban sin cesar en la zona costera. Nada ha de interponerse y sin sutilezas hacen sentir su presencia y su imperio.
Esta obra es pariente de Azul, obra del caleño Diego Montoya que ya retrató también la pérdida de un paraíso costero, a manos de la industria del turismo, cuando un hombre blanco llega a una pequeña comunidad para hacer conscientes a sus pobladores de lo miserables que son por no contar con electricidad, televisor, celulares, refrigeradores, etc. El pequeño poblado, con una economía autosustentable con un mar y una tierra frondosa, ambas proveedoras de todo lo necesario, cede su felicidad ante la promesa de lo nuevo, el progreso y la prosperidad. Por supuesto, al vender su paraíso terminarán siendo esclavos, empleados de salario mínimo, de quienes ahora usufructúan su heredad.
La potencia de esta obra de Rodrigo Vélez sobre la resistencia afro de una pequeña comunidad, sin embargo, tiene un final dulce amargo y triunfante porque se vence al monstruo. A partir de hechos reales, el dramaturgo recrea esa batalla que cinco pueblos marítimos negros dieron para evitar que bahía málaga se perdiera en favor de quienes pretendían construir ese megapuerto que hubiese implicado la pérdida de su territorio ancestral. Pero además, la lucha se dio también para proteger el santuario de las ballenas yubarta que se aparean, nacen y amamantan a sus pequeños ballenatos. Finalmente las comunidades negras ganaron y lograron que ese territorio fuera declarado en 2010 Parque Nacional Natural Uramba.
Lady Málaga fue escrita por Rodrigo Vélez, nacido en Filandia, Quindío, en el eje cafetero, en el año 2012 y lo interesante es que este narrador, dramaturgo y director de escena regresó a esas comunidades negras del pacífico colombiano para estrenar la obra en los territorios que son protagonistas de la misma. Posteriormente se ganó una Beca de Circulación Nacional del Ministerio de Colombia que les permitió recorrer territorio del Valle del Cauca y del Chocó. Finalmente la obra se publicó en 2021 en la Colección Teatro Colombiano que generosamente edita la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Imagen cortesía del autor