

Deben o deberían de existir otras formas de pensar y ejercer la democracia que no sean exclusivamente a través de la formación de partidos políticos. Hace un par de meses eso me comentaba el Dr. Alcalá, filósofo de la UNAM, pensando sobre todo en los vicios y problemas que han surgido de la democracia representativa. Un ejemplo: el caso de Trump, quien dicta una agenda radical para un país con problemas y necesidades de todo tipo. Aquí es claro cómo la ideología de derecha está lastimando los derechos humanos de sectores específicos, atentando directamente contra la democracia.
Lo que ha sucedido hace unos días en el caso de Cuauhtémoc Blanco es diferente, pero en el fondo se delata también un problema de ideología de partido: el hecho de que una mayoría partidista en el congreso haya decidido no quitar el fuero a una persona señalada de un presunto delito no solo puede leerse, en este contexto, por la vía jurídica.

Ha habido posturas de todo tipo por parte de integrantes del propio partido de Morena y la trasnochada oposición; en el primer caso, por ejemplo, la sostenida por el diputado Hugo Eric Flores, quien al respecto señaló que la solicitud de fuero era improcedente por no tener el sustento y proceso jurídico debidos. Puede que esto sea verdad, ya que el personaje que integró la carpeta de denuncia tampoco goza de suficiente crédito ético y político, y menos en lo que refiere a problemas relativos a la violencia contra las mujeres.
Sin embargo, no se ha puesto con suficiente énfasis que el pasado gobierno del exfutbolista estuvo plagado de nepotismo, corrupción, omisión a los problemas más urgentes, que se hayan dado muchos casos de impunidad durante su mandato, en suma: que incluso su periodo de gobierno haya sido catalogado por diversos medios como el peor de la historia en el estado. Con semejante trayectoria, no solamente deberíamos estarnos preguntando por qué recibió el apoyo de las diputadas morenistas, sino: ¿qué hace todavía ejerciendo un cargo como diputado?
Desde luego de aquí sobresale la muchas veces pronunciada desconexión entre esfera política y demandas sociales, que además son legítimas. Lo congruente sería, como pasaría en cualquier lugar que pretendiera reforzar la vida democrática, que si cualquier persona resultó incapaz de ejecutar una buena gobernanza sea removido de actividades relativas a las acciones de gobernar.
Pero este caso en particular es aún más grave: el hecho de que hayan sido diputadas mujeres del hasta ahora partido oficial de izquierda las que dieron su voto y respaldo a Blanco las pone como el foco de la incongruencia con el propio gobierno que representan y que, ahora, se supone, mandata el tiempo de las mujeres.

La deuda al reconocimiento y acceso a los derechos de las mujeres en México es enorme. Si por un lado nos quedamos solamente en el discurso y no hay congruencia con los hechos y, por el contrario, se respalda, coloca o defiende a personas agresoras o con antecedentes de atentar contra los derechos e integridad de las mujeres la sociedad en su momento se encargará de reclamar. La verdad siempre, tarde que temprano, se sabe.
*Red Mexicana de Mujeres Filósofas/UAM-I.
Imagen de protesta tomada de redes sociales
