Las relaciones internacionales entre México-Estados Unidos están mediadas por distintas variables. Una de ellas es la migración como un actor, como un factor y como un proceso que tiene capacidad de impacto en los procesos globales entre estas dos naciones. Basta con ver lo que ocurrió en semanas pasadas con las amenazas arancelarias de Trump hacia México: lo migratorio impactando en lo económico. La pronta respuesta diplomática y los discursos desplegados por cancillería y ejecutivo mexicano: lo migratorio impactando en lo político y diplomático. El acoso de las autoridades de la Ciudad de México a uno de los centros económicos clave para la distribución de productos chinos, Izazaga. Lo migratorio impactando en lo geopolítico y jurídico. El factor migratorio es pieza clave de las relaciones internacionales y se encuentra en el ojo del vórtice de los próximos meses. Aquí unas notas.
Se cuestiona si la migración internacional es, siquiera, objeto de estudio de las Relaciones Internacionales como disciplina. Comentario marginal y al centro. Aún hoy el Estado sigue siendo parte fundamental de procesos transnacionales como la inversión extranjera directa, el comercio y la migración internacional (Hollifield, 2014). Sin embargo, la soberanía, el control y el cumplimiento de la ley son cuestiones que están en juego en los debates sobre ciudadanía y soberanía. Espacios en los que la migración tiene potencial impacto (Brettell y Hollifield, 2015).
Ahora bien ¿La migración como un actor de las relaciones internacionales? Algunos hablan de los grupos migratorios como actores transnacionales (Schiller, Bach y Blanc-Szanton 19992). Sus interacciones como actos que entrecruzan los límites del Estado-nación entre un aquí y un allá. El nivel de análisis “meso”, es decir entre lo micro y lo macro, se enfoca en analizar las redes y las interconexiones que se guardan en dichas interacciones. Hay quienes hablan incluso de la transnacionalización de ciertos espacios y de sus dinámicas trasnacionales como el Valle de San Quintín (Camargo Martínez, 2004). La dimensión meso, es aún poco explorada por las relaciones internacionales.
Aunado a ello, la migración tiene capacidad de agencia, de autonomía y de existencia dentro del plano internacional. Las caravanas migrantes son un ejemplo de ello, los migrantes a través de su unidad se apropian del espacio y de la movilidad frente a los sistemas de contención globales. Su masificación va a depender de los medios de comunicación y del “espectáculo fronterizo” (Varela Huerta y Gabrielli, 2024). Pero en distintos entornos y con distintas narrativas, las caravanas son retomadas como ejemplos de amenaza y como sustento de políticas migratorias restrictivas. En ese sentido, sus efectos sí tienen la capacidad de modificar las dinámicas estatales, sus políticas y dinámicas entre Estados. El conjunto de personas migrantes sí son un actor, aunque no sea inicialmente su interés, en muchos casos su interacción con los Estados de tránsito, de origen y destino tienen un efecto global.
La migración vista como un proceso también será y es un tema para los próximos años. En lo que refiere a personas como Donald Trump y la ultraderecha en Europa la migración es un tema de Estado que necesita ser tomado en serio. Bajo medidas restrictivas la migración es observada como una amenaza, necesita ser controlada y gestionada. La convergencia entre migración y relaciones internacionales se ha observado bajo el frío canon del intercambio entre el control fronterizo y sostenimiento de acuerdos comerciales. La intersección entre la política exterior y política migratoria en la actualidad no es bien vista por las investigadoras mexicanas (Masferrer y Pedroza eds., 2022), por sus efectos y la tendencia a ser utilizada bajo lógicas de intercambio entre incremento de contención y sostenimiento de acuerdo económicos. Esto ocurre por diversas razones, en general, general porque los mandatarios en México no usan contrapesos más humanos que no impliquen usar la migración como moneda de cambio. Tendencia que comienza a ser uso y costumbre en la relación México-Estados Unidos.
Se debe de considerar a la migración, cuando menos, como un factor para los próximos cuatro años que Donald Trump comenzará a ejercer como presidente el 20 de enero. No sin antes mencionar, que la migración seguirá siendo un tema relevante para ambas naciones y para todo el mundo, que su interacción va a volar los márgenes y fronteras no sólo Estatales sino también los de la idea de ciudadanía, de movilidad y soberanía en las próximas décadas. La migración no es sólo un tema de coyuntura, ahora mismo está ocurriendo, pero también hace 30 años y desde la cuna de la humanidad.
*Momoxca, internacionalista, escritor y migrantólgo.