En días recientes se difundió en redes sociales un video [1] de la escritora y politóloga Denise Dresser que cuestiona fuertemente la intención de Andrés Manuel López Obrador y el partido Morena de llevar a cabo el “Plan C” y aprobar las reformas a la Constitución presentadas por la Presidencia al Congreso de la Unión. Los fragmentos de audio que me interesa resaltar para su análisis en este escrito son los siguientes:
“NO, no es una validación de la voluntad popular, NO, no es una fórmula que le dé la voz al pueblo, hay que llamar a la sobrerrepresentación que proponen AMLO y Morena al Congreso por su nombre, hay que etiquetarla como lo que realmente representa, un fraude a la Constitución y una forma falaz de violar su espíritu, un intento más por reemplazar una democracia imperfecta e iliberal por un autoritarismo competitivo[2].”
La Dra. Dresser manifiesta que AMLO quiere asegurar que su partido pueda aprobar el Plan C y para ello requiere mayoría calificada en el Poder Legislativo y tiene que conseguirla mediante la “sobrerrepresentación que en realidad es un sobre agandalle disfrazado de democracia verdadera (…) la sobrerrepresentación es una tuerca más en la maquinaria con la cual López Obrador pretende aplastar cualquier otra opción, el sobre agandalle es un tornillo más en el motor de la aplanadora que están diseñando”.
En los fragmentos citados, se vislumbra la caracterización que sobre el gobierno actual ha desarrollado la Dra. Dresser: un gobierno que violenta la Constitución, que intenta establecer un “autoritarismo competitivo” como forma de gobierno, que pretende aplastar cualquier otra opción mediante la maquinaria que ha diseñado para tal fin, en la que la sobrerrepresentación es una tuerca.
Para valorar nuestro acuerdo o desacuerdo con estos posicionamientos se requiere primero esclarecer los términos y conceptos utilizados por la Dra. Dresser en su pronunciamiento, para ello recurro a un excelente estudioso de la Democracia, Norberto Bobbio [3] y comparto con el lector algunos de sus aportes [4].
Bobbio concibe la democracia como un conjunto de reglas que permiten a las y los ciudadanos participar de forma directa o indirecta en la toma de decisiones colectivas y convivir pacíficamente. La democracia tiene implícitos tres valores: igualdad, libertad y no violencia. La igualdad política implica que todas las personas adultas sean incluidas de igual manera en el proceso de toma de decisiones, las cuales se tomarán por mayoría numérica aplicando el principio de mayoría, todas las personas tienen derecho al voto y éste es libre y tiene el mismo valor.
Un gobierno democrático garantiza la expresión libre de opiniones, la libertad de organización y la existencia de una pluralidad de grupos políticos organizados. Para Bobbio la más amplia participación de las y los ciudadanos en el poder distingue a un régimen democrático de uno autoritario.
Sin embargo, Bobbio reconoce promesas incumplidas de la democracia occidental, mencionaré sólo tres: 1) la promesa del triunfo del interés general sobre los múltiples intereses privados, incumplida: en las democracias existentes ha prevalecido la reivindicación de los intereses privados sobre el interés general; 2) la promesa de una sociedad política en la que desaparecieran las élites del poder; incumplida: en los regímenes democráticos contemporáneos permanece un desequilibrio en la distribución del poder, está en manos de unos pocos; y 3) la promesa de combatir a las formas de subordinación política, del secreto del poder, de su invisibilidad; incumplida: aún hoy permanecen centros de poder invisible y opaco que condicionan el proceso mismo de decisión democrática impidiendo el control público del poder. Las promesas incumplidas de la democracia que analiza Bobbio se refieren a los impedimentos que encuentran las y los ciudadanos para su participación en el proceso colectivo de toma de decisiones. Para Bobbio la principal promesa incumplida es la “inversión de la relación entre controladores y controlados, por la que, a través del uso sin perjuicios de las comunicaciones de masas, los electos controlan a los electores”.
Termino estos breves párrafos sobre la democracia con la distinción entre dos formas extremas de gobierno, de acuerdo con la tipología de Kelsen retomada por Bobbio, distinción que se basa en “la dirección que asume el proceso de decisiones colectivas, esto es, el flujo del poder”. Se tendrá un gobierno democrático si el flujo del poder es ascendente, de abajo hacia arriba, si todos aquellos a los que están destinados las decisiones colectivas tienen derecho a participar en el proceso de toma de decisión colectiva. Por el contrario, se tendrá un gobierno autocrático si el flujo de poder es de arriba hacia abajo y los destinatarios de las decisiones están excluidos del proceso de toma de decisiones colectivas.
Retorno ahora al señalamiento de la Dra. Dresser sobre la intención del Presidente de establecer un “autoritarismo competitivo”, concepto más reciente, que Dresser retoma de Steven Levitsky [5]. Los regímenes autoritarios competitivos se diferencian de los totalmente autoritarios en que se celebran elecciones periódicas, la oposición puede operar abiertamente sin un alto riesgo de exilio o encarcelamiento y existen ciertos procedimientos democráticos. Levitsky considera que en este tipo de regimen existe “un campo de juego desigual entre gobierno y oposición. Aunque se den con regularidad elecciones sin fraude, los funcionarios abusan constantemente de los recursos del Estado, no ofrecen a la oposición un cubrimiento adecuado de los medios, persiguen a los candidatos de la oposición y a sus seguidores y, en algunos casos, manipulan los resultados de las elecciones. De igual modo, periodistas, políticos de la oposición y otros críticos del gobierno pueden ser espiados, amenazados, perseguidos o arrestados. También miembros de la oposición pueden ser enviados a prisión, exilados o –con menor frecuencia– incluso asaltados, acosados o asesinados.”
Con lo expresado hasta aquí, el lector y yo misma tenemos más elementos para definir nuestro acuerdo o desacuerdo con la Dra. Dresser. Por mi parte considero que caracterizar al gobierno de AMLO como “autoritario competitivo” sin presentar un solo argumento, una sola prueba que sustente tal afirmación es totalmente inadecuado. Las características mencionadas en el párrafo anterior las encuentro más evidentes en los gobiernos de Salinas de Gortari, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto. Por ejemplo, en el gobierno de Salinas, que es producto de un fraude, asesinaron a más de 200 militantes del PRD, la oposición no tenía acceso a los medios de comunicación, los críticos al gobierno eran espiados, perseguidos y en algunos casos encarcelados.
En el gobierno actual la oposición tiene acceso a los medios de comunicación, la mayoría de los cuales cuestiona permanentemente al Presidente y a su gobierno, las y los candidatos de la oposición y sus seguidores no son perseguidos ni espiados ni asesinados por la autoridad gubernamental, los resultados de las elecciones no son manipulados por el gobierno como lo fue antaño. Esto no significa que el gobierno de la 4T no sea cuestionable, lo es, pero la crítica debe sustentarse, debe buscar la verdad, reconocer lo asertivo y controvertir lo problemático. La ciudadanía ya no quiere adjetivos sino elementos de análisis para comprender la realidad compleja que vivimos. Pero, sobretodo quiere participar en el proceso de toma de decisiones colectivas sobre las políticas públicas que se pretende implementar.
*Académica y Expresidenta del Impepac (2014-2020)
[1] https://www.youtube.com/watch?v=wOG–NLObQw
[2] Los regímenes autoritarios competitivos se diferencian de los totalmente autoritarios en que se celebran elecciones periódicas, la oposición puede operar abiertamente sin un alto riesgo de exilio o encarcelamiento y existen ciertos procedimientos democráticos.
[3] Norberto Bobbio (1909-2004) Abogado, filósofo y politólogo italiano.
[4] La información que se presenta sobre los aportes de Bobbio se obtuvo del libro “Pensar la Democracia: Norberto Bobbio” escrito por Corina Yturbe y publicado por la UNAM en 2007.
[5] Steven Levitsky (1968-) Politólogo estadunidense y profesor de Gobierno en la Universidad de Harvard.