

El periplo de Rasero y de Paco
Mercedes Pedrero
Paco, Marcela y Tristán amigos desde Coyoacán, cuando Marcela trabajaba en la librería El Ágora, donde ella cultivó una linda amistad con Juan Rulfo; casi coincidió nuestra inmigración a Cuernavaca; primero se vino Oscar a hacer la película Malcolm Lowry en México y Emiliano y yo unos nos mudamos unos meses después. Tristán de la misma edad que mi hijo Emiliano se reencontraron como viejos amigos y ellos nos llevaron a programar actividades para ambos y estar en constate comunicación. Así fue como sabía que Paco era investigador del Instituto de Investigaciones Eléctricas y de la organización de conferencias sobre investigación Científica; el tiempo que le restaba era de investigación para su gran novela “Rasero”.
Y supe, como tiempo después él mismo decía en cada presentación del libro, que había dejado a su trabajo de investigador para entregarse de lleno a su libro a instancias de Marcela, y decía “a ella se lo debo”, y no lo digo como una frase hecha, sino materialmente, ella me dijo con mi trabajo de ceramista cubro los gastos de la casa y tu dedícate a la novela; así fue en los siguientes cinco años que le llevó concluirla.
Primero la presentó en un concurso literario de México y no ganó. Lo que lo desanimó mucho, pero su tío el Filósofo Republicano y profesor Emérito de la UNAM, don Adolfo Sánchez Vázquez, quien había leído el manuscrito, lo animó a que buscara otros horizontes internacionales; así fue como en 1994 ganó el Premio Pegaso de Literatura para América Latina por su novela Rasero. El premio incluía la traducción al inglés, francés y portugués.
Después le llovieron invitaciones para presentarla en varios países de Europa y Canadá con todos los gastos pagados, para él y su familia, además de Tristán ya había nacido la bella bebé Bernarda.

Por azares de la vida, en mi viaje por sabático en 1996 rumbo a Mozambique, iba acompañada de Emiliano, coincidimos con la familia Rebolledo en Londres donde Paco iba a tener una presentación. Me comuniqué con él y nos invitó a desayunar. Estaban hospedados en uno de los hoteles más lujosos de Londres (creo que se llama Wellesley Knightsbridge). El recibidor del cuarto de Tristán era más grande que nuestro modesto “Bed & Breakfast”.
Paco nos platicó la experiencia que había tenido en la presentación en Canadá. Fue en un teatro, al entrar al escenario y llegar al atril, se quedó mudo. Entonces uno de los anfitriones se le acercó para ofrecerle un intérprete, él hablaba perfectamente el inglés y el francés, y dijo no muchas gracias: ¡estoy en shock! por ver al teatro lleno y sé que, ustedes asistentes, pagaron un boleto de entrada. En México a las presentaciones va la familia cercana y amigos solidarios, alguna vez uno que otro despistado.
Nuestros encuentros posteriores siempre fueron placenteros.
