Me gustaría escribir un artículo de opinión sobre lo bella que es mi perrita, la Blacky. Muy obediente y cariñosa. Claro, la Blacky tuvo que aprender ciertas costumbres con un par de regaños y un par de periodicazos en el lomo. Pero rápidamente, desde chiquita, aprendió lo que tenía que aprender y ahora es una perrita ejemplar. Ojalá así ocurriera con muchos ciudadanos. Ojalá que con un par de periodicazos aprendieran a no decir mentiras ni tratar de convencernos de cosas que evidentemente no son ciertas. Me refiero a los políticos de la 4T. El internacionalmente reconocido y prestigiado periódico The New York Times publicó en el último año tres artículos demoledores exhibiendo que el gobierno de la 4T, desde su más alta posición, tiene relaciones de complicidad con grupos del crimen organizado y que en México sí se fabrica fentanilo. En las tres ocasiones las autoridades gubernamentales (incluyendo al presidente de entonces y a la presidenta actual) salieron inmediatamente a desmentir los artículos de The New York Times que los exhiben como lo que son: criminales en el poder.
Muchos creadores de contenido en YouTube y otras plataformas informáticas han salido a proteger el trasero de los gobernantes 4T-ístas tratando de desmentir los artículos de Natalie Kitroeff. Ya quisieran esos autodenominados “influencers” poder trabajar para un periódico de tanto prestigio como The New York Times. No es gratis la fama y el prestigio que este periódico ha ganado durante más de 150 años. Dicho diario se fundó en 1851 y ganó fama mundial en la década de 1870 por los artículos publicados sobre el corrupto político William M. Tweed. Desde entonces, The New York Times ha ganado fama y prestigio por la seriedad de sus reportajes y opiniones. No estamos hablando de un periódico alarmista, amarillista o mentiroso, sino de una publicación con alcance internacional que exige los más altos estándares de sus reporteros y columnistas. Aun así, el expresidente y la actual presidenta salen a decir, con la mano en la cintura y tartamudeando, que no es creíble lo que se publica en el periódico The New York Times.
Pero el problema no es The New York Times, sino la violencia que los mexicanos vivimos día con día. Decenas de robos, extorsiones, secuestros, asesinatos y muchos otros crímenes ocurren todos los días en México. Sabemos a ciencia cierta, gracias a los trabajos documentales de periodistas de investigación como Anabel Hernández y Óscar Balderas, que el tráfico y síntesis de drogas sí ocurre en México. Ojo, no es lo mismo ser un creador de contenido en YouTube que ser un periodista de investigación. Los periodistas entrevistan personas, hacen trabajo de campo y van al lugar de los hechos incluso arriesgando su propia vida. Los periodistas de los que estamos hablando, ya sean mexicanos como Anabel Hernández y Óscar Balderas, o internacionales como Natalie Kitroeff y Paulina Villegas, son ampliamente reconocidos por su trabajo periodístico (no por subir videos en YouTube). Y entonces llega un presidente o una presidenta a decir que no es creíble lo que estos periodistas escriben porque las historias que cuentan no son consistentes con el discurso de que en México todo está bien. AMLO se fue diciendo que ya no había violencia ni corrupción en México. El nuevo gobierno de la Sheinbaum llega diciendo que va a combatir la violencia y la corrupción. ¿Entonces? ¿Hay o no hay? ¿Los problemas se acabaron en el sexenio anterior o se van a acabar en este sexenio? Mentiras, puras mentiras que nos escupen en la cara con su baba toda pegajosa. ¡Que asco!
Ojalá que el problema fueran los artículos del periódico The New York Times y no las decenas de homicidios que ocurren todos los días en México, las decenas de desaparecidos, de extorsiones, secuestros, robos y violaciones. Ojalá que el problema fuera la opinión de un periodista y no la producción y el tráfico de drogas que sabemos con certeza ocurren en nuestro país. Ojalá que sólo fueran los delirios absurdos de periodistas mal informados publicados en un periódico de alto reconocimiento internacional y no la corrupción que impera en nuestro gobierno, en donde los gobernantes no sólo están coludidos con delincuentes, sino que los delincuentes se han convertido en gobierno. Ojalá que nuestros gobernantes, comenzando por la presidenta, reconocieran los graves problemas a los que nos enfrentamos debido a su ineptitud, su cinismo o su corrupción (o todas juntas).
Justo esta semana se publicó un artículo en el periódico Reforma informando que en la autopista México-Querétaro hay muchísimos puntos de venta de huachicol. Incluso hay tramos de esta carretera en donde los puntos ilegales de venta de gasolina y diésel están cada 100 metros. Los periodistas que fueron al campo e hicieron esta investigación muestran gráficamente los puntos a lo largo de la autopista en los cuales se vende combustible ilegalmente. Si los reporteros del Reforma encontraron estos puntos de huachicol, ¿será que las autoridades gubernamentales, con todo el poder del Estado que tienen a su disposición, no puede darse cuenta? Ojalá que, en lugar de salir a desmentir un artículo de un periódico internacional de altísimo reconocimiento como The New York Times, aceptaran la verdad de lo que ocurre en México. Ojalá que dejaran de decir mentiras. Ojalá que con un par de periodicazos entendieran que los mexicanos estamos hartos de sus mentiras. Sólo entonces los problemas de México podrían comenzar a resolverse.
*Instituto de Ciencias Físicas, UNAM / Centro de Ciencias de la Complejidad, UNAM.
The New York Times del 1 de diciembre de 2024. Imagen: TNYT