Esta semana sucedieron tres acontecimientos que tendrán implicaciones muy importantes para el futuro inmediato de nuestro país. Todas sucedieron el mismo día, una fue opacada por las otras dos. Me refiero a la reforma constitucional de igualdad sustantiva para las mujeres, la primera que tiene absolutamente el sello de la Presidenta Claudia Sheinbaum. La segunda fue la derrota del proyecto del Ministro de la Suprema Corte Juan Luis González Alcántara Carranza que pretendía declarar parcialmente inconstitucional la reforma al Poder Judicial. Y la tercera, el contundente triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Cada una merece un espacio aparte, en esta ocasión, me referiré a esta última.
Hace unos meses después del atentado del fue víctima Donald Trump escribí en este mismo espacio lo que a continuación reproduzco textualmente:
“Empiezo con un tema que me sorprendió, un profeta colombiano al principio de este año diciendo en un Congreso en Brasil que Donald Trump tendría un atentado, del que sobreviviría para después ganar la elección presidencial en los Estados Unidos. (https://www.youtube.com/live/NynXCxZMki8?si=jlwo4aahaNYLw5Qy minuto 1:08) Sin dejar de aceptar la existencia de profecías y profetas, no soy de la línea doctrinal cristiana-evangélica afín a este “mover profético” porque, en mi opinión, se presta mucho a charlatanería y a emocionalismo, creo que le ha hecho mucho daño a la Iglesia en México. Por eso, cuando escucho alguna profecía que al final si se cumple, me llama la atención, como es el caso. Un atentado de esta magnitud es difícil de predecir y no tengo duda sobre el efecto que tendrá sobre un sector del electorado afín a temas religiosos. Que Trump haya sobrevivido para muchos estadounidenses será la señal que como dijo Trump: Dios está de su lado. El mesianismo a su máxima expresión.”
Mas allá del fortalecimiento del mesianismo político de Trump, no deja de llamarme la atención la consolidación del voto cristiano en su favor. Sobre todo porque su testimonio -diríamos los cristianos- no necesariamente esta apegado a los valores éticos que decimos profesar. Aun así, es notorio que la promoción del voto entre las iglesias cristianas angloamericanas y latinas fue abierta y efectiva, entendamos que en Estados Unidos no tienen las restricciones que tenemos en Mexico. Algunos consideran, que uno de los factores fue el abierto apoyo de Kamala al aborto y a otros derechos de la agenda WOKE. Sin embargo, Trump fue en los últimos tiempos, por decir lo menos, oscilante respecto al tema diciendo que los estados tienen que decidir sobre el aborto; y más después de que su esposa Melania se mostró abiertamente en favor del mismo. Algo hay entre el electorado cristiano que les gustan los superhéroes, los que prometen prosperidad usando símbolos religiosos para atraer seguidores y votantes. Con tristeza acepto que su cultura es el mesianismo, algo que en mi opinión tiene algo de idolatría y de lo que esto significa.
Mucho se podrá decir de los aciertos de unos y de los errores estratégicos de otros, sin embargo, la elección ya es pasado y debemos pensar en las implicaciones que tendrá para Mexico. sobre todo porque Trump al no tener derecho a una próxima reelección, podrá hacer lo quiera, ya no tiene nada que perder y hará lo que decida hacer. Lo cierto es que, si no ha tenido mesura en tiempos de equilibrios y de contrapesos, seguramente ahora que los tiempos soplan a su favor su auto contención y su auto gobierno serán un verdadero reto para el mismo, para Estados Unidos y yo diría para el mundo, empezando por nuestro país.
Ya no tiene a los asesores sensatos que tuvo. Ya no está Mike Pence, un cristiano en toda la extensión de la palabra; ni a Rea Tillerson, ex Secretario de Estado, el equivalente a nuestro Canciller; ni a John Kelley, experimentado ex Jefe de Asesores; ni a James Comey, ex director del FBI a quien decidió sacrificar; en fin, la lista es larga. Un enigma es su próximo Gabinete, pero parece que estará integrado por quien le diga: Yes, Mr. President. A Trump no le gusta que le digan que no.
En la parte económica, nos guste o no, una sola declaración de Trump moverá los mercados mexicanos y él lo sabe. El tema es que, aunque el Presidente electo no lo acepte, también sus declaraciones repercuten en la economía de su país. Por ejemplo, de cumplir sus amenazas de elevar los aranceles -los impuestos que se pagan por exportarlos- a los productos mexicanos, en la mayoría de los casos son los consumidores quienes los terminan pagando. O en su caso, si las exportaciones mexicanas cayeran el desempleo en nuestro país crecería y la posibilidad de una nueva ola migrante sería un hecho, sin contar con la de los países centro y latinoamericanos que no hay manera de detenerla.
Por otra parte, el endurecimiento de políticas migratorias, o deportaciones masivas como las que ha prometido, incrementaran los desafíos humanitarios. Tampoco es tan sencillo, porque provocaría una crisis de mano de obra que en estos momentos de “near-shoring” o relocalización también tendría efectos inmediatos en los Estados del sur de nuestro vecino país, ellos están siendo los mayores beneficiarios. Para Mexico, desafortunadamente, podría ser una oportunidad perdida. Es mejor un programa de “Quédate en Mexico” con los beneficios de la relocalización que un programa de deportación masiva. Trump lo sabe, esperemos que lo haga, ya no serán tiempos de campaña.
La revisión del T-MEC podría generar incertidumbre entre los inversionistas y entre las empresas que dependen de la cadena de suministro norteamericanas. Siendo que el exitoso bloque comercial ha generado prosperidad y crecimiento comercial para los tres países, incluyendo a Canadá, se antoja difícil que haya cambios radicales. Sería una locura, pero si servirá como instrumento de presión para temas migratorios y de narcotráfico. Además de que tenemos a un Secretario de Economía experimentado, Marcelo Ebrard, a quien por cierto Trump ve bien, a pesar de sus comentarios campañeros.
Lo que si pudiera ser muy peligroso es un impuesto a las remesas de los mexicanos que viven en Estados Unidos. El aceite que engrasa la maquinaria económica de Mexico pasa por estos flujos de dinero que además traen mucho bienestar a las familias mexicanas. Esa si es microeconomía pura que impulsa a una nación entera. Si Trump diera un paso como este, la relación podría tensarse porque no hay duda de que sin esos recursos millonarios la economía mexicana no podría moverse al ritmo de crecimiento que necesitamos.
Desde luego que otro de los grandes temas es la lucha contra las drogas. Los recientes acontecimientos sucedidos con los capos sinaloenses no dejan lugar a dudas de la intervención norteamericana. Hoy, no sabemos a ciencia cierta si estas capturas tenían un tinte de carácter electoral o será ya la política permanente ante la crisis de salud pública provocada por las drogas químicas, principalmente el fentanilo. Lo único que es cierto es que la colaboración mexicana tendrá que ampliarse de manera significativa en este tema; así como también los esfuerzos de la sociedad norteamericana para combatir el fenómeno social de las adicciones. La lucha contra las drogas debería ser también la lucha contra las adicciones y en esto ambos países deben colaborar significativamente.
Al final la elección en los Estados Unidos se parece a la de Mexico, la ciudadanía decidió: todo el poder para los ganadores. Además de la Presidencia, se llevaron ambos el Congreso y el Senado, el poder político concentrado en pocas manos. Predecir como se utilizará este inmenso poder es imposible, lo que sí es posible afirmar es que el discurso de nacionalismo, bienestar y polarización sigue dando triunfos electorales. Sean de derecha o de izquierda, el discurso es el mismo, no están triunfando las ideologías, están triunfando los que entienden mejor lo que el electorado quiere escuchar. El mejor ejemplo de esta afirmación son los triunfos electorales de Claudia Sheinbaum y de Donald Trump.