

Después de veinticuatro años el Programa de Desarrollo Regional y Turístico Sustentable y Pueblos Mágicos (PRODERMAGICO) ha resultado ser una de las políticas públicas más exitosas en materia turística de México, se trata de una iniciativa impulsada desde la Secretaría de Turismo Federal (SECTUR), que permitió articular y vincular el desarrollo económico a la riqueza cultural de poblaciones representativas de cada región.
Efectivamente, a partir del año 2001, SECTUR puso en marcha una política pública en materia turística que tuvo como propósito inicial, actuar directamente sobre las localidades como una marca distintiva del turismo de México. Dicha política se materializó a través del Programa Pueblos Mágicos, que está sujeto a reglas de operación y cuenta con objetivos de desarrollo pensados para elevar los niveles de bienestar, mantener y acrecentar el empleo, fomentar y hacer rentable la inversión turística.

Desde entonces, la magia de los pueblos mexicanos en cuestión no ha dejado de vincular e impactar la dimensión económica-social a la riqueza del registro cultural y las bellezas naturales de nuestro país; esta magia que se ha puesto al servicio de los millones de visitantes que nos acompañan, año con año. Considero que la iniciativa se fundamenta en un ejercicio de auto-reconocimiento, de valoración de nuestra identidad ancestral y de ponderación de las bellezas naturales que nos caracterizan y que, en conjunto, se revelan como una auténtica fuerza transformadora de la realidad de nuestro país.
De acuerdo con la Guía de Incorporación y Permanencia de Pueblos Mágicos está categoría se define de la siguiente manera: «…Un pueblo que a través del tiempo y ante la modernidad, ha conservado, valorado y defendido, su herencia histórica, cultural y natural; y la manifiesta en diversas expresiones a través de su patrimonio tangible e intangible. Un Pueblo Mágico es una localidad que tiene atributos únicos, simbólicos, historias auténticas, hechos trascendentes, cotidianidad, que significa una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico atendiendo a las motivaciones y necesidades de los viajeros…»
Los elementos que distinguen a cada uno de los ciento treinta y dos pueblos mágicos implican una herencia histórica, cultural y natural consolidada a través del tiempo, que siga manifestándose en múltiples formas que permitan opciones de aprendizaje y entretenimiento para los visitantes. Por estas características los Pueblos mágicos se convierten en un atractivo cuyo distintivo es garantía de calidad, ya que de entre 2477 municipios de todo nuestro país solo 177 (7.1 %) han cubierto los requisitos necesarios para obtener el distintivo.
El Programa para el Desarrollo Regional Turístico Sustentable y Pueblos Mágicos no es un hecho aislado, ni mucho menos independiente del desarrollo y la historia de nuestro país; por el contrario, llegó en un momento axial para la comprensión del México contemporáneo, pues forma parte del proceso de democratización iniciado en la década de 1990 y que se consolidó a partir del año dos mil, esta transformación tiene como momento más representativo el reconocimiento de la composición pluricultural de nuestro país, de la riqueza de nuestros pueblos originarios y de su papel protagónico en el desarrollo y las transformaciones que nos abren e impulsan hacia el futuro.

El conjunto de reformas y cambios estructurales que tuvieron lugar en el año 2001 permitieron que los pueblos originarios obtuvieran las garantías necesarias para ser parte y protagonistas del desarrollo económico y cultural de nuestro país, sin perder la identidad que los caracteriza, rasgo que se constituye como fundamento del Programa de Pueblos Mágicos. Este proceso de democratización nacional implica también la voluntad de fortalecer la municipalidad y el regionalismo, con la finalidad de combatir el centralismo que propició el crecimiento excesivo y exclusivo de algunas capitales del país a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
De tal modo, la iniciativa de los Pueblos Mágicos implica un ejercicio de autorreconocimiento de una nación madura, orgullosa de su pasado y de las riquezas naturales que se encuentran a lo largo de todo el territorio; se trata, en este sentido, de una política pública que lleva la marca distintiva de la pluralidad y de la descentralización en nuestro país y que tiene como eje más visible a la dimensión turística. A través de este exitoso programa podemos afirmar que, efectivamente, nuestros pueblos hablan mientras nuestro gobierno escucha atenta y respetuosamente.
Nahuatlato, Profesor del Colegio de Morelos.
