

La respuesta del gobierno ante dicho problema ha sido programas y diseño de gráficos orientados a mejorar la alimentación por lo que mayormente el esfuerzo recae en los adultos responsables de la preparación de alimentos para los niños, desde el diseño del plato del buen comer, la jarra del buen beber, sellos de alerta en alimentos, eliminación de personajes en alimentos procesados y recientemente la prohibición de la venta de alimentos chatarra en escuelas de todos los niveles educativos. El reflejo en las estadísticas no ha sido notorio pues incluso con la aplicación de dichas estrategias, el país sigue enfrentado diagnósticos irreversibles en poblaciones cada vez más jóvenes resultando insuficiente el esfuerzo realizado por las autoridades de salud pública.
¿Existirá alguna explicación que explique la derrota? La idea de generar control mediante prohibiciones se basa en el desconocimiento o quizá rechazo de la complejidad humana debido a la insistencia del análisis numérico de resultados y estrategias de control de conductas que se basan en una técnica que refuta la evolución de la consciencia humana: la prohibición. Anteriormente el control social estaba fuertemente basado en el autoritario control de lo bueno y lo malo funcionando de una manera trágica con resultados revolucionarios, generando un hartazgo que parece ser traducido en un desequilibrio del comportamiento de los individuos no solamente representado por actitudes violentas, si no también en la falsa idea de libertad y conocimiento sobre su cuerpo.

La actitud desafiante no solo es frente alguna autoridad o gobierno, también se vislumbra como un reto ante la ciencia porque incluso contando con fuentes de información y avances en el conocimiento de la función biológica, los individuos continúan realizando y empeorando sus actitudes frente a mecanismos básicos como lo es la alimentación, esto denota que las estrategias de prohibición no tendrán efectividad en una sociedad globalizada, por el contrario, puede empeorar la situación.
De manera natural, cuando se prohíbe alguna acción la respuesta será un enfoque centralizado que se interioriza hasta llevar a comportamientos obsesivos y/o compulsivos minimizando el comportamiento natural humano; a manera de ejemplo puede notarse en un bebé quien busca la leche materna hasta obtenerla como fuente de alimentos pero también de supervivencia, ante su crecimiento el pequeño busca e introduce alimentos como papillas o jugos ante la respuesta inconsciente de nutrirse, es decir, ningún bebé solicitará refrescos como fuente de hidratación simplemente porque su naturaleza no lo percibe ni lo reconoce. Lo mismo sucede en las siguientes etapas de la vida, pero cuando se repite constantemente alguna satanización de algunos alimentos, la curiosidad natural genera pensamientos enfocados a lo prohibido produciendo una idea de antojo que orilla al consumo.
Nos enfrentamos a una ley que pretende castigar a la infancia que transformará esta limitación en un deseo de consumo, si no lo encuentra en la escuela seguramente en su comunidad tendrá acceso y su ingesta provocará un placer exagerado ante la idea de comer aquello a que se le debería de temer. La hipótesis más cercana es una derrota ante la batalla contra los atracones de consumo, tristemente estamos construyendo actitudes donde fuera del horario escolar el consumo de los mal llamados alimentos chatarra o basura se verá incrementando para después del goce de su consumo se incorporé la idea de culpabilidad seguida de un comportamiento de auto castigo o sufrimiento. El resultado es bastante predecible: el aumento de trastornos de conducta alimentaria y un deterioro de la salud en nuestras futuras generaciones por lo que es necesario retomar acciones políticas con un enfoque completo sin olvidar ni minimizar el carácter humano de la sociedad.
*Psico nutrióloga

