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En la fiesta del Día de la Santa Cruz (3 de mayo), desde niño, se disfrazaba de zopilote en la Danza de los Tecuanes, de ahí le viene el apodo; muy pocos saben su nombre: José Guadalupe Laiz Ramos. Nació el 9 de diciembre de 1946, en una de las humildes viviendas construidas pegado al apantle que corre en el lado norte de la avenida 18 DE MARZO de la Colonia Emiliano Zapata. Es hijo de Anastasio Laiz y Guillermina Ramos y nieto de Guadalupe Laiz y Ventura Evangelista.

Algunos conocidos le dicen Zopilaiz. Terminó el primero de primaria cuando tenía diez años de edad; ya no quiso apuntarse al segundo porque se sentía grande entre pilcates. A esa edad empezó a trabajar de lo que fuera: en el campo rosando apantles o pajareando, cargando canastas o vendiendo paletas o gelatinas. Después, cuando llegó el agua en garrafón (Súper Agua, Agua Bebo) y él tenía como 18 años, entró a vender agua en triciclo, pedaleando entre calles sin pavimento, disparejas, rebosantes de hoyos y piedras. De esos cincuenta y siete años cargando millares de garrafones de vidrio tiene un testigo mudo: un grueso, duro e indoloro callo de diez por diez centímetros en el hombro derecho.

La tarde del 3 de mayo de 1965, ante una multitud, El Zopi, con los pies cruzados, valiéndose de una corta reata, trepó en tiempo récord el Palo Ensebado. Su fama penetró en todos los hogares de la colonia Zapata, pero no se estancó aquí porque también subió al embadurnado poste en el zócalo de Jojutla, en la colonia Pedro Amaro, en Galeana y en Tlaquiltenango. Se trepó tantas veces que perdió la cuenta. La última ocasión lo hizo en 1981.

En cuanto El Zopi llegaba donde había Palo Ensebado, los organizadores de la fiesta le pedían que diera chance a otros, para que la multitud se divirtiera, que él entrara al quite al final, porque si él empezaba, la celebración se terminaba de inmediato.

La misma gente, cuando consideraba que ya le tocaba al mero mero, empezaba a corear: ¡Zopi! ¡Zopi! ¡Zopi! Y, entonces, entre aplausos, como auténtico ídolo de multitudes, aparecía El Zopi, Rey del Palo Ensebado.

El Zopi, casado por las dos leyes con Rosa Miranda Jiménez, es padre de cuatro hijas: Dolores, Yolanda, María Elena y Dulce María.

Desde hace muchos años, de lunes a viernes, a las seis de la mañana, alguien de la familia Laiz Miranda sale de la panadería La Espiga con bolsas de teleras: venden tortas en la contra esquina de la capilla de la Santa Cruz.

Imagen cortesía del autor